Toda empresa necesita financiación. Y la Bolsa es el mayor punto de encuentro entre empresas e inversores y, por ende, poder conseguirla. Es por eso que el principal motivo para acudir al mercado de valores es obtener financiamiento bursátil. Y esto trae consigo una serie de beneficios que incrementan el potencial de negocios de las sociedades:
- Diversificación y abaratamientos de los costes de sus fuentes de financiación. El primer beneficio de cotizar en la Bolsa es obtener recursos para fines estratégicos sin aumentar endeudamiento y sin necesidad de que los accionistas originales usen recursos propios para inyectar capital a la compañía. Los accionistas originales de la empresa pueden diversificar su inversión y con ello su riesgo, incrementar su liquidez y obtener la flexibilidad para tomar decisiones sobre su patrimonio.
- Transparencia y valuación actualizada. En la medida en que la acción de una empresa es bursátil, es decir, que se intercambia entre los participantes del mercado, su precio refleja la realidad de mejor manera. Además, los inversores pueden saber en todo momento el valor de mercado de las acciones emitidas, algo que no ocurre con una empresa que no esté en la Bolsa.
- Aumento del valor de la empresa. Las empresas cotizadas tienen un prestigio e imagen de marca que le otorga, de forma indirecta, la Bolsa. Se vuelven más atractivas tanto a nivel nacional como internacional, ya que su gestión es institucional y proporcionan información al público, lo que genera credibilidad y valor ante inversores extranjeros.
- Estándares de calidad. Para salir a Bolsa se necesitan cumplir unos requisitos mínimos: ser una sociedad anónima, tener un capital social de al menos 1.200.000 euros y tener las acciones anotadas en cuenta. Pasar este procedimiento constituye un reconocimiento al grado de madurez de la empresa y de liderazgo de sus directivos.