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Después de varios intentos, la administración Trump ha conseguido aprobar con los demócratas un paquete de rescate de proporciones históricas. Se trata de un primer paso importante para desbloquear unos fondos muy necesarios para una economía en crisis. Aunque el acuerdo no ha sorprendido completamente a los mercados, sí ha generado una sensación de alivio.

El paquete de estímulos de 2 billones de dólares (multiplica por 2,5 veces el acuerdo impulsado por el presidente Obama durante la crisis financiera mundial) es de vital importancia para ayudar a la economía estadounidense a soportar la recesión inducida por el coronavirus.

A pesar de los desacuerdos previos, los plazos relativamente cortos son una grata sorpresa, aunque a la vista de la naturaleza de esta crisis un paquete de rescate más temprano habría tenido un efecto económico aún mayor. La financiación del acuerdo debería ser relativamente sencilla, dado que la Reserva Federal ha anunciado recientemente unas medidas sin precedentes, como un compromiso efectivo de comprar activos ilimitadamente.

El amplio alcance del acuerdo de medidas fiscales es tranquilizador. Se dirige a la población a través de ayudas directas y mejoras de la prestación por desempleo, a las pymes y las grandes empresas a través de préstamos y otras líneas de ayuda, así como a las administraciones estatales y locales, los hospitales y otros proveedores sanitarios a través de financiación directa. 

Sin embargo, la principal preocupación actual estriba en la ejecución: el dinero tiene que fluir rápidamente hacia las áreas donde más se necesita. Los obstáculos burocráticos y de reparto podrían dilatar el proceso semanas o incluso meses, un retraso que la economía estadounidense no puede permitirse. Cualquier bloqueo podría traducirse en una recesión más larga y, posiblemente, más profunda que se extendería al segundo semestre del año.

La incertidumbre en torno a la evolución del virus es elevada, por lo que Fidelity considera que el paquete de medidas fiscales podría no ser el último balón de oxígeno que recibe la economía. Podrían necesitarse medidas aún más extraordinarias durante los próximos meses.