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Sin embargo, las políticas monetarias de los países más avanzados en su proceso de recuperación podrían endurecerse el próximo año, lo que provocaría una mayor volatilidad en los mercados mundiales. 

Se espera que la economía mundial experimente de dos a tres años de crecimiento por encima de la tendencia, lo que debería traducirse en un aumento de los beneficios. Es posible que este trimestre se produzca un pico en la tasa de expansión económica mundial, pero ésta debería seguir siendo positiva. Sin embargo, los inversores son conscientes de que dicha recuperación seguirá siendo muy desigual entre los distintos países.

Las políticas monetarias y fiscales aplicadas en respuesta a la pandemia pueden dificultar la diversificación de las carteras. Con el aumento de la inflación y la normalización del crecimiento económico, los precios de la renta variable y de los bonos pueden llegar a estar positivamente correlacionados, aunque es probable que los bajos rendimientos de la renta fija hagan que este activo ofrezca un retorno menor.

A corto plazo, será importante gestionar las carteras de forma activa, utilizando el efectivo, la asignación dinámica de activos y los activos alternativos si es necesario. Mientras buscamos otras fuentes de diversificación, desde Aberdeen no ven un argumento convincente para mantener el oro, dado el riesgo de que los tipos reales aumenten con el tiempo. En su lugar, prefieren invertir en un estrechamiento del diferencial entre los rendimientos de la deuda pública estadounidense y europea.

Hay margen para que el crecimiento nominal en Europa y en EE.UU. converja, y los rendimientos estadounidenses ya han hecho parte de este ajuste. Será fundamental que los inversores sigan analizando los escenarios de riesgo, como los periodos de aceleración de la inflación o los riesgos de cola asociados a las variantes emergentes del virus.

La perspectiva de un aumento de la inflación, en Estados Unidos y en otros países está, sin duda, en la mente de los inversores. El reciente aumento de las expectativas de los miembros del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) sobre futuras modificaciones de los tipos de interés es un primer paso natural hacia la normalización. Limita la percepción de que la Fed se mantendrá detrás de la curva si los datos económicos mejoran, al tiempo que mantiene su postura de relajación.

Esperamos que la inflación alcance su punto máximo en EE.UU. y se acelere ligeramente en Europa este trimestre, aunque el riesgo es a la alza, dado el contexto de limitaciones de la oferta y los altos precios de los recursos. 

Es poco probable que los bancos centrales se apresuren a endurecer las condiciones financieras antes de ver más pruebas de una recuperación sostenida impulsada por la demanda.

El espectacular aumento del gasto público durante la pandemia tendrá efectos duraderos. El éxito de la gestión del déficit fiscal requerirá una combinación de bajos rendimientos de la deuda pública, condiciones favorables de refinanciación y medidas para controlar el déficit presupuestario.

Recientemente, el presidente de EE.UU., Joe Biden, ha anunciado propuestas de subida de impuestos, y el aumento del tipo de sociedades ejercerá presión sobre los beneficios de las grandes empresas estadounidenses. Aunque esperamos que parte de este impacto negativo se vea compensado por las inversiones y el gasto de los diversos paquetes de estímulo.

En el futuro, el crecimiento mundial podría estar más impulsado por los servicios que por la industria. Sin embargo, esto seguirá dependiendo del desarrollo de la pandemia en cada país. Mientras tanto, esperamos una rotación continua hacia valores de calidad y acciones cíclicas.  Nos inclinamos por la renta variable de los mercados desarrollados frente a la de los emergentes, siendo las acciones europeas y británicas las preferidas.

Los rendimientos de los activos de los mercados emergentes también deberían seguir siendo divergentes en función del despliegue de las vacunas, los precios de las materias primas y las políticas fiscales y monetarias nacionales divergentes. Los inversores pueden considerar la posibilidad de entrar en mercados de renta variable no estadounidenses, como Europa y Japón. Estos mercados han quedado rezagados con respecto a los EE.UU. y ofrecen cierto margen de maniobra para que los beneficios sorprendan positivamente.

Por último, uno de los efectos derivados de estos estímulos extraordinarios ha sido el aumento de las criptomonedas y de las sociedades de adquisición con fines especiales (SPAC, por sus siglas en inglés).  Las criptodivisas son altamente especulativas, susceptibles de ser manipuladas y poco reguladas, sin que exista una forma tangible de valorarlas.

El Blockchain y la tokenización son, sin embargo, importantes desarrollos tecnológicos que transformarán radicalmente la forma en que operamos y realizamos transacciones como industria.

La batalla para derrotar al Covid-19 sigue estando plagada de peligros; no podemos saber cómo se resolverá y todavía se pueden cometer errores políticos.

Las clases de activo gestionados activamente ofrecen algunas ventajas para las carteras, ya que los desequilibrios van en aumento y la dispersión entre los precios de los activos se incrementa. 2020, por ejemplo, fue un año récord para los gestores activos. 

Como el papel de la deuda pública en la diversificación de las carteras está llegando a su límite, los equipos multiactivos y la selección activa de valores desempeñarán un papel cada vez más importante. También habrá que gestionar activamente nuevas oportunidades y riesgos con la adopción más sistemática de enfoques medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG) en las carteras de inversión.

Por último, es probable que los gestores de activos amplíen su papel y ayuden a sus clientes a gestionar los riesgos extrafinancieros y a contribuir a sus soluciones.