En total, se calcula que se necesitará una inversión de 3,5 billones de dólares de aquí a 2050 para financiar la transición energética, según los cálculos del Panel sobre Cambio Climático. En este sentido, la movilización de la iniciativa privada resulta clave para alcanzar estos objetivos.
El mercado de bonos verdes está en proceso de beneficiarse, además, de una regulación más clara y transparente, lo que ayudará a emisores e inversores a tener criterios comunes sobre qué es y qué no es un bono verde, por ejemplo. Hemos visto cómo el mercado ha rechazado algunas emisiones que se habían catalogado como verdes, como ha ocurrido con emisiones de empresas como GDF Suez o Repsol, por nombrar sólo un par de casos.
Aunque la entrada en vigor de la taxonomía propuesta por la Unión Europea y el Estándar Europeo de Bonos Verdes pueda sufrir algunos retrasos, su adopción ayudará a que el mercado, que aún se encuentra en una fase incipiente de desarrollo, pueda crecer de forma sostenida. En 2019, la emisión de bonos verdes alcanzó los 257.000 millones de dólares y el mercado superó la barrera de los 760.000 millones. Este año, se espera que las emisiones puedan alcanzar los 350.000 millones. Este crecimiento es una evidencia de que el interés por financiar la transición energética va en aumento.
Para contribuir a alcanzar el objetivo de frenar el cambio climático y facilitar la adopción de energías limpias, en 2015 lanzamos el fondo Allianz Green Bond, que busca tener exposición total de su cartera a bonos verdes. Favorecemos la inclusión de emisores corporativos frente a gubernamentales dentro de la cartera y también lo que denominamos modelos de transición, es decir, empresas que aún no son líderes de su sector en materia medioambiental pero que están haciendo un esfuerzo demostrable y creíble en la transformación de su negocio para reducir de manera significativa sus emisiones y su impacto ambiental. Con esto se busca dar un impulso y acelerar el paso hacia una economía capaz de cumplir con los objetivos marcados en el Acuerdo de París. Nuestro objetivo es promover un futuro sostenible para la economía.
El hecho de tener más emisores corporativos que el índice de referencia supuso que el fondo se resintiera durante la crisis, aunque la actuación de los bancos centrales y los planes de los gobiernos para impulsar la financiación verde pueden tener un impacto positivo sobre emisores privados en el corto y medio plazo. Entre las emisiones nuevas que hemos incorporado en el fondo destacan, por ejemplo, las de EDP, para financiar energía eólica y solar, y la de la Comunidad de Madrid. En total, la cartera tiene 198 emisiones distintas de un total de 127 emisores.
Como muestra, por cada millón de euros invertido en el fondo, se calcula que se logra generar 397 megavatios-hora de energía renovable o evitar la emisión de 969 toneladas de CO2 durante un año. Aunque el fondo no tiene exposición a sectores como el petrolero, será interesante ver si las ayudas que algunos gobiernos ofrecen a empresas responsables de la emisión de gran cantidad de gases de efecto invernadero, como las del transporte aéreo, se pueden ver condicionadas a que reduzcan su impacto ambiental, lo que las puede llevar a convertirse en emisores de bonos verdes de cara al futuro.
Un buen ejemplo de ello es el mercado de bonos verdes. Hasta el cierre de abril, la emisión de estos títulos había superado los 50.000 millones de dólares y abril, con 16.200 millones según datos de la Climate Bond Initiative, fue el mes más activo, lo que demuestra que el segmento ha mantenido su dinamismo a pesar de la crisis.
La sensibilidad de los inversores hacia la sostenibilidad se ha visto reforzada durante la crisis. Gobiernos como el alemán o el británico han hecho un llamamiento a financiar una recuperación ‘verde’ y un grupo de 68 grandes compañías (entre las que se encuentra nuestra matriz, el grupo Allianz) urge a los políticos a tener en cuenta la lucha contra el cambio climático dentro de sus medidas de estímulo fiscal.