Seguimos observando una divergencia notable entre los mercados de EE.UU. y Europa. Mientras que Wall Street registró caídas superiores al 3% la semana pasada, las bolsas europeas se mantuvieron prácticamente sin cambios. La pregunta clave es: ¿hasta cuándo persistirá esta diferencia? O, más importante aún, ¿podría la debilidad en el S&P 500 y el Nasdaq terminar afectando la solidez que han mostrado los índices europeos? La historia nos dice que, en la mayoría de los casos, es el S&P 500 el que marca la dirección de los mercados globales. Por lo tanto, si logramos analizar correctamente su comportamiento, podremos anticipar mejor el rumbo de las demás bolsas.

Desde un punto de vista técnico, el S&P 500 presenta dos medias móviles clave: la de 200 días y la de 50 días. En este momento, el nivel crítico está en la media de 200 días, situada en torno a los 5.730 puntos. El pasado viernes, el índice logró cerrar por encima de este nivel tras un primer intento bajista. Sin embargo, si se produce una ruptura clara, especialmente con un gap bajista, la situación podría volverse peligrosa, ya que ese nivel ha funcionado como un soporte técnico relevante. Si bien en ocasiones anteriores la pérdida de la media de 200 días no ha generado grandes consecuencias, actualmente estamos viendo señales preocupantes en el mercado, como el temor a una recesión, la reducción de beneficios empresariales y valoraciones que podrían no estar completamente justificadas. Todo esto añade incertidumbre y aumenta el riesgo de una caída más profunda.

Si analizamos el gráfico en temporalidad semanal, observamos que el S&P 500 también está perdiendo la media de 30 semanas, ubicada en torno a los 5.941 puntos. Esto refuerza la idea de que podríamos estar ante algo más que una simple corrección. Aunque un rebote sigue siendo posible, si el índice vuelve a fallar en niveles clave como los 5.900 - 5.940 puntos, podríamos ver una confirmación de una tendencia bajista.