“Al trabajar a distancia durante el último año y medio, el café de la mañana me lo he tomado cerca de mi casa, en lugar de hacerlo en la cafetería habitual, cerca de la oficina”, señala Jared Franz, economista de Capital Group. “En mi caso no significa mucho. Pero si la cuarta parte de la población activa estadounidense lo hace uno o dos días por semana, podría tener importantes consecuencias en la economía, los mercados financieros y el futuro de las grandes ciudades”.
Aunque hablamos de datos a corto plazo y aún no hay consenso al respecto, parece haber indicios de una poderosa tendencia de desurbanización en Estados Unidos y otras grandes economías desarrolladas. Desde el comienzo de la pandemia de COVID-19 se ha acelerado la migración procedente de algunas de las grandes ciudades y se han disparado los precios de las viviendas situadas en la periferia. Por otro lado, las encuestas nacionales de población activa apuntan a que una abrumadora mayoría de los empleados que han estado trabajando desde casa desean continuar haciéndolo uno o más días a la semana.
Según Franz, para 2022 en torno al 25% de los trabajadores estadounidenses podrían trabajar a distancia (frente al 5% que se registraba antes de la pandemia), y muchos de ellos elegirán zonas más baratas y menos concurridas. Si la tendencia se mantiene, podría tratarse del mayor cambio en los patrones del mercado laboral estadounidense desde la Segunda Guerra Mundial.
“Desde el punto de vista de la inversión, hemos de determinar hasta qué punto estamos hablando de cambios duraderos, cómo podrían afectar a los patrones de consumo y cómo podrían responder a ellos las compañías”, señala Franz. “Por ejemplo, ¿qué va a pasar con esa cafetería que está al lado de mi oficina? ¿O con los restaurantes de la zona? ¿O con las oficinas que ya no sean necesarias?”
“No creo, ni por asomo, que todo esto signifique que las grandes ciudades van a desaparecer”, apunta Franz. “Pero sí que creo que es posible que algunos centros urbanos hayan alcanzado ya su nivel máximo de densidad de población, como Chicago, Los Ángeles, Nueva York y San Francisco. Estas ciudades tendrán que adaptarse a un mundo en el que gran parte de los trabajadores ya no van a la oficina todos los días. Puede que un 25% no nos parezca demasiado, pero estamos hablando de un incremento enorme con respecto al 5% anterior”.
Aún hay muchas preguntas sin respuesta. ¿Volverá la gente a las grandes ciudades una vez que haya acabado la pandemia? ¿Preferirá vivir en la periferia? ¿O quizás nos encontremos con ambas situaciones: con gente joven que prefiere vivir en las ciudades, más animadas y dinámicas, y trabajadores de más edad que continúan impulsando el crecimiento de la periferia?
Hay una cosa que parece estar clara: a la gente le gusta trabajar desde casa.
Según las encuestas realizadas por la Oficina estadounidense de Análisis Económico, los empleados que pueden trabajar desde casa quieren seguir haciéndolo. Más del 77% afirma que le gustaría seguir trabajando a distancia al menos un día a la semana, y el 31% preferiría quedarse en casa los cinco días. Es evidente que no todos los trabajos pueden realizarse a distancia, pero el 64% de los encuestados afirmó que sus trabajos podían realizarse desde casa, al menos en parte.
Es importante señalar que no todo el mundo está de acuerdo con el fenómeno del trabajo en casa. En los últimos meses, algunas compañías han impulsado la vuelta a unos horarios laborales más tradicionales, e incluso han hablado de la posibilidad de reducir los sueldos de aquellos empleados que se trasladen desde las ciudades con un nivel de vida más alto a zonas más baratas. No obstante, las compañías no parecen estar avanzando demasiado en este sentido.
Un gran banco de inversión ha planteado recientemente la posibilidad de que haya acabado ya la fase de “luna de miel” del trabajo a distancia, haciendo referencia al aislamiento y la salud mental de los trabajadores, la pérdida de la cultura empresarial, el destino de los negocios próximos a las zonas de oficina y la creciente amenaza de los ciberataques.
Sectores que se ven favorecidos por la desurbanización
Son muchos los sectores que podrían verse favorecidos en el caso de que se mantenga la tendencia de desurbanización, como el ocio y los viajes personales, las comunicaciones y la tecnología, la computación en la nube, y las reformas y bienes inmuebles residenciales, especialmente en las localidades de la periferia de las ciudades.
Los cambios en el comportamiento de los consumidores favorecen que estas tendencias se mantengan aun en el caso de que volvamos a trabajar de forma presencial varios días a la semana. Por ejemplo, la tienda de bricolaje y artículos para el hogar Home Depot se ha beneficiado claramente del aumento del número de personas que se ha trasladado a vivir a la periferia, mientras que la tendencia del ejercicio en casa ha favorecido a ciertas compañías como Peloton y Nike.
Según la gestora de Capital Group Lisa Thompson, el ejercicio y las actividades al aire libre pueden ofrecer oportunidades. “Como tema de inversión, creo que es algo casi metafórico. La gente empieza a pasar más tiempo en la naturaleza, paseando a caballo o en bicicleta, y se da cuenta de lo agradable que es estar al aire libre, pasar más tiempo con la familia, visitar parques nacionales. Tengo amigos que nunca habría imaginado que se irían de camping, y que ahora lo hacen”.
Sectores que se ven afectados por la desurbanización
Por otro lado, el sector inmobiliario comercial es uno de los más afectados, y las perspectivas continúan siendo, como mínimo, difíciles. La tasa de oficinas disponibles en el país superó el 17% en el segundo trimestre de 2021, frente al 13% registrado en el primer trimestre de 2020, antes de que los confinamientos impuestos por el gobierno paralizaran prácticamente la economía.
Por otro lado, los préstamos inmobiliarios comerciales no han experimentado los problemas o los impagos que los inversores habrían podido esperar, lo que se ha debido en gran medida a los programas de estímulo aprobados por el gobierno, que han ayudado a la pequeña y mediana empresa a cumplir con sus obligaciones de arrendamiento y pago de sueldos. “Ahora mismo estamos en un compás de espera, porque las medidas de ayuda del gobierno han sido muy potentes”, señala Franz, “pero creo que, a medida que avancemos hacia 2022, la situación podría empeorar de forma sustancial”.
Dentro del sector inmobiliario se ha registrado una gran disparidad entre los subsectores que se han visto más afectados por la situación, como el de las oficinas, el comercio minorista y los hoteles, por ejemplo, y otros que han ido repuntando a medida que la economía y los mercados se iban recuperando tras la recesión, entre las que destacan las categorías industrial, residencial y de almacenamiento.
Tal y como añade Lisa Thompson, en estados con grandes centros urbanos, las finanzas públicas locales y estatales también podrían verse afectadas.
“La desurbanización ejerce una gran presión sobre estados como Nueva York y California, que han dependido de una base fiscal muy elevada de personas ricas en Manhattan, Los Ángeles y San Francisco”, señala Thompson. “Esta situación podría acabar siendo un gran problema para estados que se han beneficiado enormemente del concepto de megaciudad”.
No obstante, y haciéndose eco de la opinión de Franz, Thompson cree que los grandes centros urbanos van a lograr adaptarse y a acabar creciendo tras el COVID. Tal y como señala la gestora, las grandes ciudades han logrado recuperarse en numerosas ocasiones tras vivir situaciones difíciles en el pasado.
“Recuerdo cuando la gente no quería ir a las grandes ciudades, en las décadas de 1970 y 1980”, señala Thompson. “Es posible que las personas de más edad no necesiten seguir viviendo en las ciudades, pero creo que la gente más joven aún quiere estar en el centro de la vida cívica y el entretenimiento. Las ciudades volverán a reinventarse”.