"Desalentadoras" es probablemente el mejor adjetivo para describir las valoraciones de los activos en este momento. Los activos monetarios arrojan rentabilidades negativas en gran parte de Occidente. Los mercados de renta variable del mundo desarrollado presentan valoraciones razonables sólo por el hecho de que muchos mercados de bonos están más caros que nunca. Y, al mismo tiempo, la reactivación de los temores acerca de una subida de tipos por parte de la Reserva Federal perturba a los mercados. Los españoles tienen una cita con las urnas en junio con motivo de sus elecciones generales. Gran Bretaña se abrocha el cinturón de cara al referéndum sobre una posible salida de la Unión, y la selección suiza calienta motores para hacerse con la Eurocopa.
Teniendo en cuenta este agitado entorno macroeconómico y que las valoraciones no ayudan, resulta evidente que no tiene sentido asumir demasiado riesgo en las carteras, ni en el componente de renta variable ni en el de renta fija. Por lo tanto, la puntuación de riesgo y duración permanece intacta y en niveles poco atractivos.
El panorama en el ámbito de la renta variable también se ha mantenido sin cambios en términos generales. Atendiendo exclusivamente a las valoraciones, Japón y Europa nos parecen moderadamente más interesantes que EEUU. Aun así, la totalidad de las grandes plazas bursátiles se mantienen en el mismo nivel de preferencia relativa. Esto es debido a que el mercado de renta variable estadounidense contribuye considerablemente menos al riesgo general de la cartera que los demás mercados. Por tanto, las acciones estadounidenses representan un método efectivo para exponerse al riesgo de renta variable sin asumir demasiado riesgo general en la cartera. Además, todos los acontecimientos macroeconómicos mencionados anteriormente (salvo la predicción futbolística) son moderadamente favorables para el dólar, lo que brinda una amortiguación adicional para la renta variable estadounidense.
Nuestra postura con respecto a la renta variable emergente también sigue siendo la misma, con una leve preferencia por Asia frente a otras regiones. Sacar partido de los mercados emergentes en el contexto de nuestro marco de valoración es complicado. El pronunciado abaratamiento de los mercados de renta fija emergente está menoscabando gravemente cualquier argumento de inversión a favor de la renta variable, al menos en la región de EMEA y en Latinoamérica. Y todo ello a pesar de que los beneficios empresariales y el coste intrínseco del capital están mejorando en estas regiones. Los principales obstáculos para una nueva alza en la renta variable emergente son unas perspectivas económicas muy pesimistas y el alto grado de incertidumbre política en muchas economías emergentes como Brasil, Turquía, Sudáfrica, Rusia, etc.
En lo que respecta al mercado de bonos, los Gilt británicos parecen un poco menos caros que antes pero, en general, los mercados de renta fija de los desarrollados siguen mostrándose bastante apagados. Dentro de esta clasificación es digno de mención el mercado australiano. Es cierto que los rendimientos de la deuda australiana han alcanzado su mínimo a largo plazo; sin embargo, los tipos de interés siguen en el 1,75%, con margen de sobra para realizar recortes de ser necesario. Tal y como señalábamos en nuestras perspectivas económicas, el banco central sigue luchando contra la deflación, y podría realizar nuevas bajadas de tipos. Además, es probable que cualquier nuevo absceso de debilidad económica en China (que nos tememos que podría acaparar titulares más avanzado el año) intensifique la presión sobre el banco central australiano para adoptar una postura aún más acomodaticia.
En los demás segmentos del universo de renta fija, nuestro análisis también ha sufrido algunos cambios. Los bonos emergentes denominados en divisas fuertes han sido testigos de una espectacular compresión de los diferenciales de la deuda corporativa. Tomemos a Rusia como ejemplo: a principios de año, el rendimiento de la deuda pública rusa a 7 años denominada en dólares rondaba el 5,3%, mientras que ahora, se sitúa en el 3,9%, tras repuntar desde el 3,7% hace algunas semanas. Teniendo en cuenta que los rendimientos de la deuda pública rusa habían cotizado tan sólo 100 puntos básicos por debajo justo antes de la inestabilidad de 2013 por la retirada de estímulos (cuando los rendimientos de los bonos emergentes alcanzaron mínimos históricos), resulta evidente que el mercado ha descontado numerosas buenas noticias en este mercado de bonos, tales como las nuevas subidas del precio del petróleo y la retirada de todas las sanciones económicas. En adelante, creemos que hay que ser muy selectivos a la hora de elegir qué bonos emergentes en divisa fuerte queremos comprar, por oposición a limitarse a exponerse al mercado en su conjunto. E n nuestra opinión Brasil, Sudáfrica e Indonesia todavía ofrecen cierto valor.
Por último, nuestra valoración de las divisas, inversiones alternativas y el mercado monetario no ha registrado cambios significativos y en concreto los activos monetarios continúan de cabeza. Y si bien es probable que el dólar siga depreciándose, puesto que está algo caro, muy a corto plazo los riesgos para el billete verde se orientan al alza.