Mario Draghi volvera a convertirse hoy, de nuevo, en el auténtico protagonista de una sesión que va a estar marcada por la decisión del comité de política monetaria del BCE. Los mercados quieren liquidez, parece que nunca es suficiente y menos en un momento en el que la política vuelve a dominar la escena financiera. Y ante la incertidumbre parece que los inversores se han acostumbrado a que la única vacuna suficiente es la barra libre de dinero.
Si todo ocurre como descuentan los inversores, la autoridad monetaria europea ampliará el actual programa de expansión cuantitativa (QE).
Son muchos los analistas que esperan que el nuevo plan dure entre 6 y 9 meses más. Esto implicaría que el BCE seguiría comprando bonos soberanos y de empresas hasta hasta septiembre o diciembre de 2018, cuando inicialmente se preveía que finalizase en marzo de 2017. Sería la segunda extensión de este plan que cuando se puso en marcha marcó su final en septiembre de este mismo año. Aunque también es cierto que quienes consideran que Draghi no pondrá fecha para el fin de sus compras.
En la actualidad el balance del BCE se ha expandido hasta 3,57 billones de euros, muy cerca del nivel en el que se mueve el de la FED. Solo en lo que va de año, ha subido desde 3 billones y casi se ha duplicado en dos año. En estos momentos, el BCE destina 80.000 millones de euros cada mes para comprar bonos de países soberanos y de empresas.
Marco Valli, economista jefe de UniCredit para la Zona Euro, espera que “el BCE anuncie una extensión del QE de entre seis y nueve meses más allá de marzo de 2017, manteniendo el ritmo de compra actual de 80.000 millones de euros al mes”. En su opinión, “cualquier ampliación del QE que no llegue por lo menos hasta septiembre de 2017 provocaría una contracción de los mercados”
En este sentido, Franck Dixmier, el director de renta fija de Allianz Global Investors, explica que “el BCE mantendrá su tono acomodaticio por dos razones. Primera porque en las dos o tres últimas semanas el BCE ha comunicado algunas cifras económicas algo decepcionantes, como la de la inflación subyacente, todavía muy lejos del objetivo del BCE a largo plazo (2%). No hay que olvidar tampoco que el actual escenario de volatilidad política no tiene perspectivas de calmarse”. Por otro lado, todavía no se sabe con certeza cómo afectará el inicio de la presidencia de Donald Trump en Estados Unidos a la renta fija y a la economía en general.
También hay expertos que manejan la idea de que Mario Draghi anunciará una extensión del QE, aunque podría comunicar una reducción progresiva del tamaño de las compras cada mes; un tapering al estilo del que puso en marcha la FED para poner fin a su propio QE.
Ante esta posibilidad, los expertos de Merrill Lynch apuntan que “una reducción del tamaño de las compras sería arriesgada en este punto”. Por otro lado, si mantiene las compras indefinidamente el BCE podría aumentar los problemas de escasez de bonos con el que podría encontrarse. Ellos piensan que hoy se anunciará la compra de 80.000 millones hasta septiembre de 2017 –al menos- con algunos cambios técnicos. Por eso cabe estar atento a los detalles.
La mayor parte de los analistas consideran que la institución monetaria ampliará del 33% hasta el 50% el porcentaje que el BCE puede comprar de cualquier emisión de bonos elegible. Esto ampliaría el número de títulos que pueden ser adquiridos.
También se especula con la idea de que el BCE podría a acariciar la idea de eliminar la condición de que solo se pueden comprar títulos con un tipo de interés mínimo al de la tasa de depósito que tienen que pagar los bancos para aparcar su dinero en la institución, el -0,40%. En este sentido, serían los bonos alemanes los más beneficiados de esta medida. Habrá que vigilar con cuidado cuáles son los detalles en los cambios de las condiciones si que, finalmente, se producen.
Estimaciones económicas
También se prevé que el Banco Central Europeo establezca sus nuevas estimaciones económicas. Para los analistas de Merrill Lynch una forma de contentar a los miembros más hawkish del consejo es dar unas estimaciones económicas más elevadas. En su opinión esta sería una forma de convencerlos de que “si todo va bien el QE podría reducirse en algún momento del año que viene”.
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