El 6 de julio, el presidente estadounidense Donald Trump impuso un arancel del 25% a las importaciones chinas de diversas categorías de productos, desde maquinaria hasta componentes electrónicos, por valor de 34.000 millones de dólares. China respondió con cantidades similares, centrándose en bienes agrícolas estadounidenses como la soja, para perjudicar a los estados afines a Trump, y así influir posiblemente en el resultado de las elecciones parlamentarias de mitad de legislatura previstas para noviembre.
Este miércoles se conoció que Trump redoblaba la presión sobre la economía china con nuevos aranceles por valor de 200.000 millones de dólares, unos 170.000 millones de euros, sobre 6.000 productos de Chinaque estarán sujetos a un gravamen del 10% a partir de septiembre.
El caballo de batalla de EEUU es el déficit comercial que mantiene frente a sus socios comerciales. La balanza comercial de EEUU está en déficit con Alemania en -67.000 millones de dólares, la Unión Europea en -99.400 millones, China en -337.200 millones y Japón en -56.100 millones.
Con todos los rumores y amenazas cruzadas entre ambos países, la cifra podría llegar hasta los 500.000 millones de dólares. El intercambio comercial entre EEUU y China llegó en 2016 a los 600.000 millones de dólares en 2016, con 115.600 millones exportados hacia China y 347.000 millones hacia EEUU.
“En términos macroeconómicos, estos aranceles siguen sin resultar significativos, pues ascienden al 0,1% del PIB de ambos países”, afirma Léon Cornelissen, economista jefe de Robeco. Sin embargo, Estados Unidos ya ha anunciado que si China toma represalias, ellos harán lo mismo, por lo que la situación podría dar lugar a una guerra comercial a escala mundial. Trump ha amenazado con ampliar los aranceles a prácticamente todas las importaciones chinas, que actualmente rondan los 500.000 millones de dólares.
“Y China no puede tomar represalias equivalentes, ya que sus importaciones de EE.UU. son mucho menores en términos absolutos. Posiblemente, lo que sucedería sería una escalada de la tensión que complicaría mucho la vida a las empresas estadounidenses en China. Anticipándose a esta posible proliferación del conflicto comercial, China ha permitido que el yuan se deprecie más de un 3%.”
China preocupada por fuga de capitales ante una guerra comercial
En la opinión del economista jefe de Robeco, se trata de una señal de advertencia de que las autoridades chinas creen poder compensar fácilmente los aranceles del 25% utilizando la depreciación del yuan, y no se aprecia que vayan a producirse nuevas depreciaciones, ya que eso iría en contra de los intereses económicos de China. Los flujos de salida de capital podrían incrementarse fácilmente si cunde el nerviosismo sobre el incremento futuro de los tipos de cambio, lo que podría forzar un endurecimiento monetario (esto es, una subida de los tipos de interés) y de las medidas de control sobre el capital. "Esto iría en contra de la voluntad de las autoridades chinas de liberalizar su cuenta de capital e internacionalizar el yuan, de modo que cualquier presión en este sentido sería un paso atrás”, explica Cornelissen.
Por otra parte, el experto de Robeco cree que la economía china se está viendo debilitada a causa de las medidas de endurecimiento de los mercados de crédito, de manera que cualquier incremento en los tipos de interés resultaría contraproducente. En su opinión, la economía china necesita más una flexibilización monetaria, y el mercado considera que la renta variable de China se encuentra ya en mercado bajista, debido a la preocupación suscitada por la disminución de su crecimiento.
"De modo que -concluye Cornelissen- China será la principal perjudicada en este conflicto. Mientras que los datos de julio demostraban que la economía estadounidense se ha reforzado, ya que las lecturas del ISM, tanto manufacturero como no manufacturero, han subido. Por otro lado, el mercado bursátil estadounidense prácticamente no ha reaccionado ante la retórica sobre la guerra comercial, ya que sus efectos sobre Estados Unidos serían muy limitados", asegura.
La guerra comercial: un plan mayor para frenar a China
La guerra comercial también podría formar parte de un plan mayor para frenar el aumento del poder de China en la escena internacional. Según el economista jefe de Robeco, “hay gente en la administración estadounidense a quien atemoriza el creciente dominio tecnológico de China, y que busca contrarrestar las ambiciones de Made in China 2025", un plan trazado por Pekin para consolidar una posición dominante en una serie de sectores tecnológicos clave para ese año.
Los aranceles no es la única medida para frenar a China. Entre los planes que manejan algunos miembros de la Casa Blanca, según Cornelissen, está el de bloquear la inversión china en sectores de la economía estadounidense considerados de importancia estratégica o restringir los visados para estudiantes chinos, entre otros.
No obstante, también existe una desventaja para EE.UU. Aunque los efectos directos del establecimiento de aranceles sobre los productos estadounidenses por parte de China son limitados, puede haber también multitud de efectos indirectos más difíciles de cuantificar, incluyendo la subida de la inflación, la disminución del crecimiento, y el riesgo de dañar la confianza de los productores.
Algunas empresas ya han indicado a la Fed que están aplazando sus decisiones de inversión. Estos aranceles pueden perjudicar a las cadenas de suministro globales de diversas formas, complicadas de prever, que podrían reverberar en contra de EE.UU.
Segundo frente con la UE
Mientras tanto, se está abriendo un segundo frente contra la Unión Europea. Tras el anuncio de los aranceles de Trump sobre el acero y el aluminio producidos en la UE, China y Canadá, éstos han respondido a su vez estableciendo aranceles sobre los productos estadounidenses. Por su parte, Estados Unidos ha amenazado ahora con imponer un arancel del 20% sobre los automóviles europeos, después de que Trump se quejara de que había demasiados BMW y Mercedes recorriendo Manhattan. Pero ésta tampoco es una calle de sentido único: la icónica fabricante de motocicletas estadounidense Harley-Davidson respondió anunciando su intención de aumentar su producción en Europa para eludir este incremento de costes.
“El desplome del optimismo de los inversores a causa de la guerra comercial, irónicamente, sería beneficioso para la deuda pública estadounidense y para el dólar, tradicionalmente considerados refugios seguros. Podría ser positivo incluso para la renta variable estadounidense, percibida también como un mercado (más) seguro. Así que existe una especie de incentivo perverso para EE.UU. en todo esto”, concluye el Economista Jefe de Robeco.