Las arritmias cardíacas son trastornos del ritmo normal del corazón que afectan a millones de personas en todo el mundo. Estas alteraciones, que pueden manifestarse como latidos irregulares, rápidos o lentos, abarcan desde episodios breves e inofensivos hasta situaciones que requieren atención médica urgente. Aunque a menudo pasan desapercibidas, las arritmias pueden provocar síntomas como palpitaciones, mareos o desmayos, que afectan significativamente a la calidad de vida de quien las padece. En otras ocasiones pueden generar complicaciones graves. Por todo ello, el Dr. Juan Benezet, jefe de la Unidad de Arritmias del Hospital Universitario La Luz, destaca la importancia de conocer las causas, tipos y tratamientos de estas afecciones para garantizar un diagnóstico temprano y un manejo eficaz. “Las arritmias cardíacas son frecuentes, especialmente en etapas avanzadas de la vida. Aunque algunas son benignas, otras pueden generar complicaciones graves si no se tratan adecuadamente”, advierte el especialista.

Las arritmias pueden tener un origen diverso. El envejecimiento del corazón es una de las causas principales, pero también existen factores de riesgo asociados como la hipertensión arterial, las alteraciones hormonales y el estrés. Los trastornos tiroideos, así como factores emocionales, como la ansiedad pueden actuar como desencadenantes de estos cuadros.

Según el Dr. Juan Benezet, en algunos casos, las arritmias se deben a problemas estructurales en el corazón, como enfermedades valvulares o cicatrices provocadas por diversas circunstancias (procesos isquémicos o inflamatorios, intervenciones previas…). En otras ocasiones, circuitos eléctricos anormales, presentes desde el nacimiento o adquiridos con los años, también pueden ser responsables de estas alteraciones. “Identificar la causa específica es fundamental para elegir el tratamiento más adecuado”, subraya.

El responsable de la Unidad de Arritmias del Hospital Universitario La Luz, clasifica las arritmias en dos grandes categorías según su origen: supraventriculares y ventriculares. Las supraventriculares, explica el Dr. Benezet, se originan en las aurículas e incluyen entre otros la fibrilación auricular, el flúter auricular y las taquicardias por reentrada intranodal. Por otro lado, las arritmias ventriculares, más graves en muchos casos, se originan en los ventrículos y pueden poner en riesgo la vida si no se tratan a tiempo.

El cardiólogo destaca que la arritmia más común son los extrasístoles, latidos prematuros, que pueden surgir tanto en las aurículas como en los ventrículos. “Aunque generalmente son benignas, pueden ser molestas si se presentan con frecuencia”. Por otro lado, continua el experto, la fibrilación auricular es la arritmia sostenida más prevalente y se asocia con un mayor riesgo de complicaciones graves como el ictus y la insuficiencia cardíaca. “Esta condición requiere un seguimiento especializado por parte de un cardiólogo” precisa el doctor.

El desafío del diagnóstico

El diagnóstico de las arritmias representa un reto debido a su carácter esporádico. “En muchos casos, los episodios son breves y pueden no registrarse en un electrocardiograma convencional, ya que los síntomas suelen desaparecer antes de recibir atención médica. Además, es común que estos episodios se confundan con crisis de ansiedad, lo que retrasa el diagnóstico adecuado”, recalca el Dr. Benezet.

Por esta razón, insiste el doctor, es esencial que los pacientes que experimentan síntomas como palpitaciones, sensación de latidos irregulares, mareos o desmayos acudan a un cardiólogo especializado en arritmias. El especialista puede realizar un estudio completo e incluso plantear pruebas avanzadas cuando sea necesario, como estudios electrofisiológicos, que permiten analizar en tiempo real el comportamiento eléctrico del corazón y determinar el tipo de arritmia.

El tratamiento de las arritmias depende de su tipo y de las causas subyacentes. En este sentido, el Dr. Juan Benezet destaca la importancia de abordar los factores desencadenantes. “Una vez controlados estos factores, el tratamiento puede incluir medicamentos, procedimientos invasivos o una combinación de ambos”, puntualiza.

Los medicamentos antiarrítmicos se utilizan para controlar los síntomas y prevenir nuevos episodios. “Aunque son efectivos en muchos casos, pueden tener efectos secundarios y requieren un control regular por parte del especialista”, advierte el Dr. Benezet.

Estudios electrofisiológicos y ablaciones

Cuando los medicamentos no son suficientes o no son la mejor opción, los estudios electrofisiológicos y las ablaciones se convierten en el tratamiento de elección. “Estos procedimientos mínimamente invasivos se realizan mediante la inserción de catéteres muy finos a través de la vena femoral para llegar al corazón. Durante el estudio, los especialistas inducen la arritmia para identificar su origen y, si es posible, realizar una ablación. Ablación que consiste en destruir las fibras responsables de la arritmia utilizando técnicas de calor (radiofrecuencia) o frío (crioablación). Procedimientos que tiene una alta tasa de éxito y, en muchos casos, permite la eliminación definitiva de la alteración del ritmo cardíaco”, concluye el doctor.