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La enfermedad renal crónica afecta al 15% de la población adulta española y al 33% de los mayores de 65 años, y dos de cada 3 personas con enfermedad renal crónica se encuentran sin diagnosticar, ya que no muestra síntomas hasta alcanzar estadios muy avanzados, “y a pesar de que para su detección basta con realizar un control analítico básico”, según ha destacado el doctor Francisco Amaral-Neiva, jefe de servicio de Nefrología del Hospital Quirónsalud Málaga, y especialista de este servicio en el Hospital Quirónsalud Córdoba.

El doctor Amaral-Neiva ha explicado, con motivo de la celebración mañana del Día Mundial del Riñón, que la enfermedad renal crónica afecta a más de 850 millones de personas en el mundo debido a la detección tardía, lo que puede llevar a una progresión a enfermedad renal terminal y a la necesidad de terapia renal sustitutiva (diálisis o trasplante renal). Las principales causas que la provocan son las enfermedades metabólicas como la diabetes, hipertensión arterial e hipercolesterolemia, siendo las dos primeras las causas principales de necesidad de terapia renal sustitutiva. Otras patologías que propician la enfermedad renal son la obesidad, el tabaquismo y el sedentarismo.

La enfermedad renal crónica ocasiona desde estadios iniciales un aumento significativo del riesgo de morbimortalidad cardiovascular y de mortalidad total. Por ello, su detección precoz se considera una prioridad sanitaria para establecer estrategias de prevención de la progresión a estadios avanzados de la enfermedad y de las complicaciones cardiovasculares asociadas.

En ese sentido, el doctor Amaral-Neiva ha insistido en que las 3 enfermedades que más se asocian a la aparición de la enfermedad renal crónica y su progresión destacan por ser asintomáticas, la hipertensión arterial, diabetes e hipercolesterolemia, provocándose el mayor daño al riñón cuando están mal controladas. De esta forma, su prevención, detección y control previenen la aparición y progresión de las enfermedades del riñón.

Su detección es muy sencilla, ha afirmado el especialista, ya que se basa en el análisis de un parámetro sanguíneo (creatinina) que suele estar presente en todos los controles analíticos que se hacen por rutina, así como un parámetro urinario (albuminuria), que no se suele realizar de manera rutinaria, pero permite determinar la integridad de los riñones y el daño que estos factores de riesgo ya han producido o que siguen produciendo en el riñón, “sería el equivalente a medir el sufrimiento o daño renal que ya hay que se sigue produciendo”.

Control analítico anual

Así, todo paciente con cualquiera de estos factores de riesgo debe realizarse al menos un control analítico anual que incluya ambos parámetros (creatinina y albuminuria), para “tener una correcta vigilancia de su salud renal y así poder tomar medidas precoces para evitar su aparición o prevenir la progresión de una enfermedad renal crónica ya establecida”, ha resaltado el doctor.

Más de 65.000 personas están en terapia renal sustitutiva (el 0,1% de la población), y por cada persona en diálisis hay otras 100 en un estadio temprano de enfermedad renal crónica que, diagnosticadas y tratadas a tiempo, podrían evitar su progresión. Por ello, el doctor Amaral-Neiva ha asegurado que “es necesario concienciar a la población sobre la enfermedad renal crónica, ya que este desconocimiento unido a la ausencia de síntomas en fases iniciales provoca un diagnóstico tardío y su inevitable progresión, con las consiguientes consecuencias en la salud”.

El Día Mundial del Riñón debe aprovecharse, según el doctor, para difundir la importancia de la enfermedad renal crónica y su estrecha relación con enfermedades comunes como la hipertensión y la diabetes. Y también para incitar a pacientes de alguna de estas patologías a llevar a cabo “una vigilancia activa de su salud renal”.