Superada esta primera fase, el reconocimiento de las vergüenzas, y sin fe alguna en que se asuman responsabilidades al margen de alguna frase del tipo perdón no se volverá a repetir, nos gustaría soltar algunas reflexiones sobre los dimes y diretes del fin de semana.
Éxito del gobierno. Puede calificarse de esta forma que hayan logrado evitar una intervención en toda regla, que entre otras cosas hubiera aportado un nuevo dato histórico: el gobierno actual sería el que menos tiempo hubiera estado con las riendas del poder, en la época moderna. Pero tildarlo de esta forma, éxito, cuando se reconoce la incapacidad de determinar un agujero, parece de todo menos utilizar el lenguaje en su justa medida.
Encumbrar a titular el adjetivo, simplemente porque se limitan las condiciones del préstamo a temas exclusivamente bancarios, como tipos de interés y plazos de amortización, nos parece al menos incorrecto. Lo apuntado en declaraciones, son solo algunas de las condiciones mínimas, pero todo buen prestamista, sabe que el éxito de las operaciones está no solo en el interés pactado, sino en recuperar lo invertido. La letra pequeña, la conoceremos poco a poco, no sin ayuda de terceros, porque las partes no están muy interesadas en darle publicidad. Se llama condicionalidad.
¿Por qué no se limita la cantidad? Sencillamente porque se desconoce. La cifra es aproximada, entre 30 mil y 100 mil, pero millones de euros. Como no suena nada convincente la respuesta, se hace necesaria la intervención de terceros independientes, generadores en parte del problema, en sustitución, Banco de España, de quienes fueron incapaces de preverlo. En quince días ponemos nombre y apellidos al sistema financiero español, esperamos que esta vez sea de verdad.
Consecuencias. Depende del cromo, perdón instrumento financiero, pero a estas alturas parece más un juego de trileros que otra cosa, lo digo por lo que intervienen en la partida.
Hagamos un repaso de las posibilidades:
- Los tenedores de acciones, que descuenten lo peor, algo a lo que se inyecta capital, en principio es que vale bien poco o nada. Sólo un matiz, esta afirmación es válida para aquellos que salgan en la foto, con sonrisa incluida, los próximos días. Para entendernos, que necesiten recapitalizarse, para el resto, no estar en la lista puede implicar subidón.
- Para los que tienen acciones preferentes, la lógica de la mentalidad prestamista, apuntada anteriormente, implica reducir todo gasto no necesario para generar beneficios, y los intereses de estos títulos parece razonable pensar que no están entre los mismos. Dos problemas más. No tienen liquidez ni vencimiento. No más comentarios.
- Los bonos subordinados. Los efectos pueden limitarse a la suspensión de los derechos, cupones. Esto implica caída en sus precios y posibilidad de rentabilidades en mercado secundario de dos dígitos. En estos casos, hay luz al final del túnel, porque a vencimiento, si la entidad no desaparece antes, el inversor recuperará lo invertido.
- Los bonos senior. En principio, serían los más beneficiados con el default,
reestructuración, recapitalización o cuantas palabras queramos utilizar para expresar lo mismo, pero no les exime de quitas parciales y/o ampliación vencimientos con cupones más reducidos. Precedentes muy cercanos en el tiempo existen.
¿Y nuestra prima de riesgo qué?. Pues si la cosa estaba mal, después de que metamos un porcentaje adicional a la cifra de déficit previsto, no parece que vaya a ir a mejor. Con el anuncio Europa gana tiempo para ir acotando el problema y a los problemáticos y aportar una batería de soluciones, que pueden ir desde bajadas en los tipos con interés y de interés, nuevos préstamos y/o recompra de bonos soberanos. Las partes lo saben, y por eso solo se mueve en precio y rentabilidad la curva de bonos del tesoro a corto y medio plazo, hasta 5 años. El bono a diez años patrio es un mero diferencial contra el germano, que se compra cuando las rentabilidades superan un umbral. Pero quedarse corto, nunca mejor dicho a corto plazo, no parece que sea la estrategia seguida por el mercado. ¿Por qué razonamos
así? porque si no podemos pagar una cuenta mínima de 30.000, no olvidemos que todavía tenemos pendiente una de aproximadamente otros 30.000 para el Tesoro y otra de la misma cantidad para las Comunidades Autónomas, y los prestamistas intuyen que al coste actual nos sale a cuenta hacernos un sinpa.