Banco Sabadell es el banco del IBEX 35 que más cae este 2020, al dejarse un 66,8% aunque ha llegado a perder un 74% de su capitalización bursátil. Si un inversor hubiera entrado el 2 de enero con 1.000 euros en el capital de la entidad, ahora sus acciones valdrían 330,8 y en mínimos 285 euros. Unas cifras que demuestran el mazazo que ha supuesto la pandemia del Covid-19 en el sector bancario europeo, y español en concreto.
La segunda entidad que más ha perdido en lo que va de 2020 es Banco Santander que se deja un 39,7% en el Ibex 35, aunque llegó a perder cerca de un 52% de su valor en bolsa el día que cerró en mínimos anuales el pasado 21 de mayo. Una pérdida de valor que se traduce en una cartera de 1.000 euros comprada el 2 de enero en cuantías significativas: ahora el inversor tendría 602 euros y en mínimos del año 471,5 euros.
Bankia, por su parte, sufre una caída acumulada en este ejercicio del 35% hasta los 4,3 euros, aunque sus mínimos del 21 de mayo le supusieron descensos del 56%. Para nuestro supuesto inversor esto supondría unas minusvalías en términos absolutos en una cartera de 1.000 euros que la dejarían en este momento en 645,8 euros y en mínimos habría llegado a 436 euros.
Bankinter se comporta en línea a los descensos de Bankia y sufre un descalabro bursátil en lo que va de año 32,3%, aunque llegó a dejarse en sus mínimos anuales un 42%. En la cartera de 1.000 euros ahora tendríamos 676 euros, aunque en mínimos habría llegado a 452,7 euros.
Situación muy pareja a la que vive BBVA que sufre un desplome este 2020 del 31,3%, aunque en mínimos ha llegado a sufrir un retroceso superior al 48%. Esto implica que en la cartera nos quedarían 685,3 euros en 2020 y 516 euros el pasado 16 de marzo cuando cerró en mínimos anuales en 2,495 euros por acción.
El banco que mejor aguanta el golpe es Caixabank que sólo se deja un 23% en lo que va de ejercicio, aunque llegó a acumular pérdidas del 44,8%. En la cartera el inversor aún tendría 768 euros y 552,2 euros el pasado 16 de marzo cuando cerró en mínimos tras declararse el estado de alarma en España.
El mercado tras la sobrerreacción está ajustando sus perspectivas de beneficios sobre la banca en un contexto muy difícil marcado por los posibles impagos, renegociaciones y aplazamientos de créditos, menores comisiones por el menor dinamismo económico y empresarial y en última instancia el aplanamiento de la rentabilidad sobre recursos propios (RoE) que no cubre el coste de capital teniendo en cuenta que los tipos de interés se van a mantener bajos durante varios años.
El Banco Central Europeo (BCE) no se plantea subir los tipos de interés al menos hasta 2022 según sus previsiones económicas y de inflación, aunque va a seguir prestando apoyo a la banca con compras de deuda masivas y también los bancos de desarrollo como el Banco Europeo de Inversiones (BEI) o el Instituto de Crédito Oficial (ICO) extendiendo avales a las pequeñas y medianas empresas, lo que asegura un cierto colchón a la banca en caso de impagos.