(Izq a dcha): Javier Ablitas (EI), Cristina del Castillo (Fluidra), David Cabeza (Renta 4 Gestora), Diana Ortega (Renta 4 Banco), Javier López-Belmonte (Rovi), María Pérez-Mosso (Grupo Insur), Nuria Lasheras (Mediarte), Cristina Cruz (IE)
Ante todo, hay que consensuar a qué nos referimos cuando hablamos de empresa familiar en este ámbito. Javier López-Belmonte, vicepresidente y CFO de Laboratorios Rovi, destaca que “en la mayoría de los casos, gestión y propiedad están muy vinculados y, por el tamaño, no existe un gobierno corporativo muy estructurado”. Sin embargo, cuando hablamos de bolsa se trata de “empresas que pueden suponer una gran oportunidad para el accionista externo, en las que existe relación entre el órgano ejecutivo y el accionarial y, por lo tanto, no va a haber desalineamiento entre los objetivos de ambas partes”. Un concepto -alineamiento entre propiedad y gestión- en el que coincide María Pérez-Mosso, responsable de Relaciones con Inversores de Grupo Insur, para quien “el carácter familiar de mirar a largo plazo es muy importante, sobre todo en sectores como el nuestro, el inmobiliario”. Una visión que ha permitido a Fluidra, destaca su directora de Relaciones con Inversores, Comunicación Corporativa y Desarrollo de Negocio, Cristina del Castillo, “construir lo que hoy somos y hacer el paso a la segunda generación sin modificar la línea estratégica y con vocación de permanencia”. Estos elementos cualitativos -objetivos, visión, etc.- constituyen, en opinión de David Cabeza, gestor de Fondos RENTA 4 GESTORA, “el aspecto diferencial frente a los cuantitativos, que suelen ser aquellos que se miran de origen”.
Otra perspectiva para afinar la definición es la académica. Cristina Cruz, directora del Centro de Families in Business y profesora de Emprendimiento y Empresa Familiar del IE BUSINESS SCHOOL, apunta que hay divergencias según mercados. “En Europa, la familia tiene que tener el 20% mínimo del capital y representación en órganos de gobierno. El 27% de cotizadas europeas lo serían, aunque en países como España, Italia o Alemania ese porcentaje es mayor y en otros, como Reino Unido, más bajo. En Estados Unidos, en cambio, con el 5% de los derechos de voto ya se considera familiar y el 17/18% de las empresas del Fortune 1000 lo serían”.
Para Diana Ortega, directora de Relaciones Institucionales de RENTA 4 BANCO, cotizar “puede beneficiar a la empresa familiar por la fuerza y disciplina que te infunde el mercado. La esencia no se pierde, se da acceso a accionistas externos y se tiene una visión global de negocio gracias a analistas, gestores, etc. porque no eres un actor aislado. Además, permite afrontar mejor la guerra por la atracción de talento innovador que existe en la actualidad”. En ese sentido, Nuria Lasheras, mediadora experta en prevención y resolución de conflictos en la Empresa Familiar y directora de MEDIARTE, señala la importancia de que se trasladen a la sociedad para mejorar su reputación “las fortalezas de la empresa familiar cotizada, más allá de la rentabilidad, que habitualmente son desconocidas por el gran público: compromiso con el impulso del empleo, RSC real, etc.”, lo que Cruz define como “riqueza socioemocional, algo que en la mayoría de investigaciones se traslada en un family premium, es decir, en una rentabilidad superior que una empresa no familiar”.
Cabeza, cuyo fondo incluye compañías de pequeña y mediana capitalización, reconoce que, como gestores, “no buscamos empresas familiares, pero el análisis de los fundamentales unido al histórico de prudencia a nivel financiero y rentabilidad sobre capital empleado explica que el 40/50% de las compañías que tenemos en cartera lo sean”.
La importancia del gobierno corporativo
El elemento clave es el gobierno corporativo. Del Castillo afirma que “la gestión profesional de la compañía es esencial” y Lasheras pone el foco en “los pactos societarios y en el protocolo de sucesión. Hay que ayudar a que la relación familiar entre los accionistas constituya un punto a favor”. Estos aspectos pueden suponer una debilidad si no se gestionan de manera correcta. “Siempre acudes al informe de gobierno corporativo al mirar una empresa familiar. Ahí se reflejan los posibles conflictos y es algo que hay que cuidar”, destaca Cabeza.
En esa línea, Cruz apunta que “se observa en los estudios que el fortalecimiento del consejo de la compañía tal vez es el elemento que más impacto directo tiene en los resultados. La mejor combinación es cuando la familia fundadora continúa como accionista de referencia, pero la gestión se ha puesto en manos de un externo”. López-Belmonte, por su parte, señala que “ese es un proceso lógico conforme van pasando los años y las generaciones” y resalta que “las estadísticas dicen que tienen más longevidad y los mayores escándalos financieros no han estado vinculados a empresas familiares, pese a que cuando hay un problema se le da más difusión en los medios”.
El punto de inflexión para este proceso puede ser la salida a bolsa, dados los requerimientos que implica. Pérez-Mosso afirma que “te obliga a hacer los deberes y a mejorar. En nuestro caso, el objetivo al hacerlo fue cuidar al accionista y garantizarle la posibilidad de vender su parte en la compañía si así lo quiere”, lo que requiere un mínimo de free float, continúa López-Belmonte, quien destaca el “falso mito de que cotizar en bolsa suponga una carga”. Añade, además, que “te obliga a abrirte a tus inversores. Una empresa familiar tiende a ser muy endogámica y de esta manera tienes que compartir tus objetivos con gente externa a la que solo le interesa una rentabilidad o un roce. Eso te lleva a realizar un esfuerzo y una tarea de comunicación interna para que toda la empresa esté alineada y los objetivos claros, lo que te da una marcha adicional”. Ortega ahonda en esta idea al señalar que “la visión de la empresa familiar y salir a bolsa no son contradictorios. Al revés. Bien organizado es un cóctel muy potente porque te da visibilidad y perspectiva global, permite acceder a otra fuente de financiación, potencia la internacionalización, etc. Además, la empresa se hace más humilde, porque sin ese feedback externo, te puede parecer que todo está bien”. “Un Excel lo aguanta todo”, continúa del Castillo, “pero el día a día se demuestra con una buena gestión. Salir a bolsa ha puesto en valor la empresa, pero también ha sido una protección frente a los competidores porque nos ha permitido hacernos más grandes”.
Desde la óptica del inversor, Cabeza afirma que “la pregunta siempre es por qué sales a bolsa. Se mira con susceptibilidad. Si tan buena es tu empresa, ¿por qué vendes?, ¿hay necesidad de liquidez?, ¿quieres diversificar?, ¿financiar la expansión? Nos tienen que convencer de que no hay un problema y se está intentando solucionar con la salida. Si se explica bien, comparte la historia con los inversores y hay potencial, adelante. La historia nos demuestra que estas empresas son una tipología de activos muy interesantes”.
En ese camino resulta decisivo el papel que adopte la familia. “Quiere controlar, influir en decisiones estratégicas”, apunta Cruz, “y cuando sales a bolsa te enfrentas a un dilema” respecto a la dilución de peso. “Tenemos que hacer el ejercicio de hacerles ver”, continúa Cruz, “que controlar no significa mantener el 100%”, algo en lo que coincide del Castillo, quien también destaca la importancia de “comunicar tanto dentro como fuera el trabajo de profesionalización de la gestión y demostrar que los resultados responden a lo que habías dicho”. Además, expone las dificultades con la actual configuración del mercado para que los analistas sigan a empresas pequeñas en bolsa. “Conocer y hacer las cosas bien es necesario, pero no suficiente. Por muy bueno que seas si no tienes tamaño no te siguen. Hay que hacer un ejercicio de transparencia y el trabajo de comunicación día a día”, remata Pérez-Mosso. Para Cabeza “debemos hacer una reflexión sobre qué está ocurriendo en otros mercados alternativos, como Reino Unido o Francia, que no está ocurriendo aquí. Creo que tenemos menos cultura financiera y es algo que deberíamos resolver entre todos”.
Ortega reconoce que “en los empresarios familiares existe ese cierto temor a que por el hecho de cotizar pueden perder el gobierno de la compañía. Y es todo lo contrario. Se aúnan los valores, el sello propio, junto a la disciplina y filtros del mercado. Salir a bolsa te da un alcance al que no tendrías acceso si no lo hicieras” aunque, a partir de ahí, “la empresa está obligada a trabajar de manera proactiva y transparente el acceso a los inversores y captar la atención del mercado” afirma López-Belmonte.
Nuevos perfiles de compañías y gestión
Dado el perfil de las compañías en España, donde el 85% de ellas entran en el parámetro de “familiar”, favorecer su crecimiento constituye un reto de la economía nacional. Lasheras señala que las empresas cotizadas “son un modelo para el resto porque, con acceso a financiación, proyectos bien gestionados podrían dar el salto en tamaño e internacionalizarse en el medio plazo”.
Un elemento recurrente a la hora de citar palancas de mejora es el fiscal. Tanto López-Belmonte como Cabeza destacan que una fiscalidad más favorable del ahorro vía inversión en empresas cotizadas ayudaría, aunque este último apunta que “no soy optimista” respecto a que eso se vaya a producir en un momento como el actual. El propio Cabeza menciona otro factor relevante de cambio: los nuevos modelos de compañías, con las tecnológicas como referencia, “en las que los fundadores mantienen la visión estratégica y no les importa diluir su participación. Tal vez haya que mirar más a esas compañías que están naciendo ahora en los sectores con más perspectiva de crecimiento y que también son familiares”.
Ortega, por su parte, destaca a las nuevas generaciones de inversores “que dan más importancia a la empresa que hay detrás, a los intangibles. Es un cambio de filosofía”. Algo que favorece a las empresas familiares “porque los valores familiares, su carácter socialmente responsable, son una de sus fortalezas”, afirma Lasheras.
Otro cambio significativo, en opinión de López-Belmonte, es el acceso a la información “que permite a cualquier inversor contar con una enorme cantidad de datos tanto vía regulador, como a través del mercado o de la propia compañía”. Recomienda, eso sí, “no obsesionarse a diario con el valor liquidativo de las acciones porque el family premium no es en el corto plazo” sino que, como apunta Cruz, “es plurianual. Ahí se ve el diferencial con otras carteras. Una familia que actúa como un accionista responsable permite educar a los demás. Esto hay que prepararlo bien”. “Aparece”, continúa López-Belmonte, “sobre todo en momentos de crisis por el comentado alineamiento de intereses y una tasa de supervivencia superior”. Como sintetiza Pérez-Mosso, “empresa familiar es sinónimo de sostenibilidad, de visión a largo plazo”.