(De izqda a dcha) Javier Ablitas (EI), Pilar Bravo (GESCONSULT), Francisco Blanco (NEOLABELS), Abel Arbat (NATURGY), José Lizán (SOLVENTIS), Yvonne Teixeira (BME), Javier Marín (MÁSMÓVIL)
¿Cuáles son las claves sobre las que se asienta la labor de las Relaciones con Inversores en este momento? ¿Qué elementos deben primar para servir a su objetivo último? Son algunas de las cuestiones con las que ha arrancado un debate en el que “equity story” y “estratégico” han sido dos conceptos constantes entre los participantes para remarcar la importancia de que estos departamentos tengan acceso directo y continuo a los más altos niveles de la toma de decisiones corporativas, que haya una historia, un proyecto que transmitir y que se haga de una manera adecuada.
Para ello, en opinión de Javier Marín, director de Relaciones con Inversores y Finanzas Corporativas del Grupo MASMOVIL, uno de los elementos clave es “la bidireccionalidad, para que la alta dirección sea consciente de que los dueños de la empresa son los inversores” y de que “somos el espejo del sentido común del mercado, entendido como lo que la comunidad inversora transmite”. Algo que se traduce en una enorme cantidad de inputs que “nos permiten apoyar a la dirección en materias estratégicas. Es decir, damos visibilidad al proyecto para mejorar la percepción de valor, por ejemplo cuando se realiza cualquier emisión en el mercado de capitales, pero también apoyamos la toma de decisiones” añade Abel Arbat, director de Relaciones con Inversores de NATURGY.
En esta misma línea Yvonne Teixeira, especialista en relaciones con inversores e integrante del equipo de promoción de mercado de renta variable de la Oficina Comercial de BME, destaca la importancia de dar visibilidad a los equipos de relaciones con inversores porque “tienen el know how de haber escuchado mucho, de saber filtrar y sintetizar qué es lo importante para generar unas conclusiones claras y que se vea una tendencia”. Coincide con esa percepción José Lizán, presidente de Magnum SICAV en SOLVENTIS, para quien las personas y no los números, que se pueden consultar en un papel, son los que de verdad importan en las reuniones con empresas. “Voy a ver a quién hay detrás de la compañía. La coherencia en sus mensajes, si se cumple lo que dicen o no. Su credibilidad y transparencia cuando las cosas van bien y cuando no van tan bien. Ese feeling es vital para los inversores”.
Francisco Blanco, director académico del Curso Avanzado de Relaciones con Inversores del Instituto BME y socio-consejero de Neolabels lo sintetiza afirmando que “pasa de ser una función del área financiera a estratégica porque está muy pegada al terreno y aspira a generar confianza en el inversor y que la toma de decisiones sea informada y no emocional, algo que es un concepto complejo porque depende de que exista una política en este campo planificada y no improvisada. Se trata de una carrera de fondo. Cuando la empresa comienza a ser predecible podemos hablar de buenas prácticas en el desempeño de funciones del departamento”. En esa dinámica, pero desde el lado inversor, “acompañar al cliente de manera constante, mantener intereses alineados, informar con un lenguaje claro y sencillo, así como aprender de su feedback y formarlo resulta vital” destaca Pilar Bravo, directora de Relación con Inversores y Desarrollo de Negocio de GESCONSULT.
Perfiles heterogéneos
Dentro de las líneas comunes marcadas, todos coinciden en resaltar la heterogeneidad que se observa en este ámbito entre las empresas cotizadas. “Cada una tiene su perfil y su público. No es lo mismo una con un porcentaje de minoritarios muy alto que a la inversa. Hay que adaptar el mensaje a ello” destaca Teixeira. Para Marín, pese a dicha heterogeneidad, “hay pilares básicos” en los que apoyarse. Por ejemplo, “estar en el comité ejecutivo para tener pleno conocimiento de hacia dónde va la compañía”, algo con lo que Blanco y Arbat coinciden. Para el primero, “formar parte de dicho comité tiene tanta importancia porque que es el lugar en el que se discuten el modelo de negocio y las iniciativas estratégicas. De hecho, en foros de debate sobre estos temas en otros países europeos y EE.UU. ya se está debatiendo que el responsable de relaciones con inversores participe también de las sesiones del consejo de administración. Un consejero es un privilegiado en la información que maneja y podría ser un portavoz para aumentar el alcance del mensaje de la compañía”.
Lo que no influye en su funcionamiento, en opinión de Blanco, es el tamaño. “Se trata de una falsa concepción”, afirma. “De lo que depende hacerlo bien no es de si eres grande o pequeña, sino de la visión de aquellos que deciden sobre medios y objetivos en las organizaciones y de la consistencia de dicha visión”. Este aspecto, el de “la continuidad” en un mercado del tamaño y nivel de desarrollo del español, en el que “a las empresas les cuesta arrancar a cotizar”, apunta Lizán, “es importante y los inversores lo percibimos. Si la empresa se mete en el caparazón y no quiere salir o cuesta acceder al mensaje ya es un signo”.
A la importancia relativa del tamaño también aluden Arbat y Bravo. El primero añade que “contar con un management que empatiza más con los mercados te permite hacer mejor tu trabajo. De esta manera, poco a poco ganas credibilidad y confianza”. Además, destaca la importancia de “coordinar la comunicación” en el caso de que otras empresas vinculadas también coticen, “para asegurarnos de que todos contamos la misma historia”. Bravo, por su parte, pone sobre la mesa “la importancia de conocer la labor tanto cuantitativa como cualitativa de las empresas. El departamento de relaciones con inversores es un altavoz y la transparencia es fundamental para ganar credibilidad y obtener un valor añadido que a veces el mercado no ha sido capaz de percibir”.
La importancia del equity story
Bravo también percibe un cambio “en la forma de buscar información y de relacionarse por parte del cliente. Quiere respuestas más ágiles y por eso intentamos facilitar dicha información de manera más sintetizada y sencilla, aunque manteniendo la esencia”. Ese equity story -la “propuesta de inversión de la compañía”, en palabras de Blanco- “tiene que sonar redonda” afirma Lizán. “Si te sientas con un director financiero o con un responsable de relaciones con inversores y no ves nada que te incentive, que muestre crecimiento futuro, que es lo que buscas como inversor, algo falla. Debe haber una historia atractiva y sólida, que tenga sentido. Luego, evidentemente, hay que cumplirla, porque los planes de negocio lo aguantan todo”, concluye.
En este campo Teixeira detecta “un cambio de actitud. Los cambios normativos han hecho que las compañías sean un poco más proactivas. Por ejemplo, Mifid II ha provocado que los brókeres se hayan centrado en las más rentables tanto para elaborar informes como para la inversión y eso ha obligado a las pequeñas y medianas a dirigirse de manera directa al cliente final. A su vez, favorece una comunicación más directa, algo en lo que nosotros desde BME les apoyamos”. Esta “transformación de la intermediación financiera”, en palabras de Lizán, ha permitido a los gestores “un crecimiento exponencial del acceso directo a las compañías”.
Otro aspecto relevante es el de la digitalización y los nuevos hábitos de consumo. Para Bravo “se trata de un escenario desafiante” para las relaciones con inversores y “hay que tener cuidado con lo que se hace”, opinión compartida por Marín, para quien “una cosa es un canal digital que te da agilidad y otra, cómo lo combino con el equity story, que no puedo cambiar mucho. La estrategia la puedes girar, pero no dar bandazos”. Lizán destaca en esta línea que un alto número de compañías del Ibex 35 “no tienen cuenta oficial de Twitter. Hay mucho por explorar. Se trata de un medio peligroso que se puede volver en contra”.
Sobre este asunto, Arbat afirma que las nuevas tendencias de mercado -mayor cantidad de inversores pasivos, proxy advisors, roboadvisors, etc.- “refuerzan nuestra labor y conllevan que haya que ir alimentando ese equity story sin giros bruscos. Si, además de eso eres capaz de diferenciarte en el mercado, consigues un enganche con los inversores que se retroalimenta”. En palabras de Marín, se trata de “transmitir que se están haciendo bien las cosas dentro de la compañía y que todos estamos involucrados en ello, aunque desligaría la responsabilidad directa del comportamiento de la acción de relaciones con los inversores, que forman parte del conjunto del equipo”, algo que corrobora Blanco al afirmar que “el primer responsable de relaciones con los inversores es el primer ejecutivo de la compañía”.
Teixeira añade al debate otro elemento en boga: la inversión socialmente responsable, “que juega a favor de la figura de relaciones con los inversores porque cada vez un mayor número de fondos utilizan como criterio excluyente que seas una compañía socialmente responsable o no. Estos criterios se están integrando en todas las estructuras”.
Como síntesis, Lizán destaca que “las empresas son organizaciones formadas por personas y cuando hay orden por arriba, todo fluye hacia abajo. En una compañía con mal gobierno corporativo, los que tienen que comunicar no saben qué contar y eso se transforma en volatilidad. La llegada de inversores internacionales al mercado español está forzando buenas prácticas en este campo”. Para Marín, “se trata de una pieza clave dentro del management de la compañía. Hay que dar las herramientas y el conocimiento de lo que pasa en la organización y contar con perfiles bien preparados” para facilitar, como señala Bravo, “relaciones de confianza y de largo plazo en las que aprovechemos también los nuevos medios para transmitir nuestro mensaje”. Arbat, por su parte, incide, como Teixeira, en la bidireccionalidad de esta función. Además, añade la importancia de “transmitir también a nivel interno el mensaje. Que viaje a todas las capas de la estructura de la compañía para que todo el mundo esté alineado”. Blanco lo resume afirmando que “la función de relaciones con inversores se tiene que convertir en el generador de confianza con la comunidad financiera. Las empresas deben transformar ese reto en una oportunidad y para ello tienen que decidir si lo perciben como un coste para cumplir la legalidad o como una inversión. Ya hay estudios que avalan”, concluye, “que los inversores están dispuestos a pagar primas por empresas con buenas prácticas en relaciones con inversores y penalizar a las que no las tengan”.