Los tipos negativos han contribuido a reducir el coste del crédito y propicia un impacto sobre los márgenes de intermediación de las entidades que los bancos trataron de compensar con aumentos en otros gastos de los préstamos “distintos de los intereses”, como las comisiones. 

Precisamente el mensaje de la institución que dirige Pablo Hernández de Cos ha calado en el sector financiero español. El consejero delegado de Banco Sabadell, Jaime Guardiola, acaba de admitir que su entidad, que ha logrado beneficios hasta septiembre de 783 millones de euros, no piensa en fusiones, pero que, en cambio, observa como “inevitable” que la banca cobre por los depósitos, aunque explicó que, en el caso de los clientes minoristas, su entidad todavía no ha tomado ninguna decisión”. Si bien acabará siendo una realidad que determinará la “competencia” del sistema y de la industria. 

El cobro por los depósitos y la competencia de las tecnológicas, los grandes retos de la banca

Sabadell tiene más de 39.000 millones de euros de depósitos de mayoristas, que representan el 36% de los recursos de clientes. Por el momento, el coste de los bajos tipos de interés se está traspasando a 2.500 millones de euros de depósitos mayoristas, pero hay margen para más. Porque baraja cobrar en un futuro a clientes con altos patrimonios, por encima de los 100.000 euros.

También desde Bankia se pone el dedo en la llaga de la coyuntura actual. Después de anunciar un beneficio neto de 575 millones de euros en los tres primeros trimestres de 2019, que supone un descenso del 22,6% respecto al mismo periodo del año precedente achacable a las menores ventas de las carteras de renta fija (ROF) y al repunte de las provisiones destinadas a acelerar el ritmo de reducción de dudosos, su consejero delegado, José Sevilla, declaró que la entidad está sopesando un cambio de negocio “porque seguro que hay que cambiar cosas en este contexto de tipos negativos para mejorar nuestra rentabilidad”. 

Un tiempo que será indeterminado y que el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, supedita a que “vuelva a haber inflación real”. Dentro de un contexto de súbito descenso del crédito. Porque la firma de hipotecas en España cayó al mínimo en tres años. El número de este instrumento financiero que se constituyeron en el mes que determina el ecuador del verano -sobre viviendas inscritas en los distintos registros de la propiedad- se situó en 20.385, cifra un 29,9% inferior a la del mismo mes de 2018, y la más baja en cualquier mes desde octubre de 2016, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).

 

José Ignacio Goirigolzarri, presidente de Bankia.

 

El debate, pues, está lanzado. Francisco Uría, socio responsable del sector financiero de KPMG en Europa, Oriente Medio y África (EMA) y socio principal de KPMG Abogados, admite que “las recientes decisiones del BCE y su percepción de la economía de la eurozona hacen pensar que nos vamos a mantener durante bastante tiempo en un entorno de bajos tipos de interés, lo que afecta a la rentabilidad de los bancos”. 

Negocios más rentables

En un contexto tan difícil -dice Uría- los bancos están tratando de moverse hacia áreas en que las que la rentabilidad pueda ser mayor, como el préstamo al consumo y a pymes, o a la gestión de activos y el negocio asegurador”. A su juicio, “la situación de los bancos en todo el mundo tiende a asemejarse. Bajos tipos de interés, limitada rentabilidad, enormes necesidades de inversión, contracción de la demanda de crédito por la desaceleración y empleo de recursos ingentes a la tecnología”. 

También desde la Asociación Española de Banca (AEB) se aborda esta cuestión central. José Luis Martínez Campuzano, su portavoz, recuerda que “los bancos españoles registran unas ratios de solidez y resistencia por encima de requerimientos oficiales”, al igual que sus niveles de eficacia y de rentabilidad, según las pruebas de estrés. 

La banca española está preparada para abordar el deterioro económico que anticipan los economistas y las oportunidades que surjan desde un entorno altamente competitivo marcado por la digitalización y la provisión de nuevos productos y servicios financieros, enfatiza. “La adaptación al entorno y a la evolución de las necesidades de los clientes, familias y empresas, siempre ha guiado y guiará parte de la estrategia de negocio de la banca española que, cada vez más, avanza en su diversificación internacional, palanca para mejorar la eficiencia, tanto con aumento de ingresos como con controles y con reducciones de gastos e impulsos a la productividad”. 

En este contexto, “la digitalización está muy presente en sus hojas de ruta, aunque requieran inversiones a corto plazo y, sin duda, una mayor eficiencia en costes y de nuevas oportunidades de ingresos en el futuro”. A pesar de los costes regulatorios y de la fase de tipos de interés negativos, que empujan a la banca “hacia un nuevo paradigma de su actividad”. Estos tres factores permiten hablar sin paliativos de un auténtico proceso de reconversión del sector que afrontan exhibiendo su alta capacidad de adaptación a los escenarios complejos. 

“Están acostumbrados a competir, pero siempre que sea en igualdad de condiciones regulatorias y de supervisión”, algo que -advierte- “no sucede con los nuevos competidores de servicios bancarios, las grandes firmas tecnológicas, exentas de controles a los que están sometidos los bancos”. Un desequilibrio que “habría que resolver por el bien del consumidor y de la estabilidad financiera”.

Santander y BBVA buscan adaptarse

Banco Santander ha acelerado su transformación digital en este ejercicio, donde su estrategia de plataformas para impulsar el crecimiento y aumentar la rentabilidad, es su proyecto estelar. El banco que preside Ana Patricia Botín ve en la digitalización y el lanzamiento de plataformas globales como catapultas de valor, como vehículos para elevar ingresos y ahorrar en costes. De forma que acelerará sus negocios de alto crecimiento, que denominan internamente “lanchas rápidas” (speed-boats) y que permiten al grupo financiero probar nuevas soluciones y competir en el mercado abierto para atraer nuevos clientes. 

Santander aprovechará su tamaño -dicen en la institución bancaria- “para invertir en digitalización, con la finalidad de aumentar el número de clientes y sus ingresos”. Como parte de este plan, destinará más de 20.000 millones de euros en transformación digital y tecnología en los próximos cuatro años. Recursos encaminados a personalizar la experiencia del cliente y elevar su confianza y vinculación. 

 

Ana Patricia Botín, presidenta de Banco Santander.

 

El banco desvela tres botones de muestra de su estrategia: un servicio de transferencias internacionales (Pago FX) que estará disponible para no clientes; la propagación, primero, del servicio de medios de pago (tarjetas y datófonos) de su filial brasileña Getnet para reconvertirla, con posterioridad, pero de inmediato, en una plataforma global de pagos a comercios y la implantación de otra plataforma de comercio universal, Global Trade Services, para que las pymes puedan hacer negocio exterior más fácilmente.

Desde BBVA, que acaba de ganar el premio al mejor banco digital para clientes corporativos e institucionales en España, según Global Finance, apuntan a estos retos como una realidad ya en fase evolutiva. Y fulgurante. 

Jorge Sicilia, economista jefe del banco, incide en esta hoja de ruta: “La inteligencia artificial y el big data están demostrando ser una fuente positiva de innovación en el sistema financiero. La irrupción digital y el avance tecnológico están configurando una revolución en la sociedad civil y en la organización empresarial” en la que -precisó el director de BBVA Research- “el sector financiero no es ajeno”.

La próxima ola de innovación “va a estar asentada sobre la inteligencia artificial”. Para Sicilia, las regulaciones adecuadas serán determinantes. A la hora de preservar “la responsabilidad, la no discriminación, la privacidad y los derechos del consumidor”. Porque, han aparecido jugadores nuevos en el mercado. Las fintech y las bigtech, además de nuevos modelos de negocios como el open banking, así como un nuevo marco de competencia y una superestrella emergente -dijo en alusión a China-, que añade nuevas cadenas de valor en un mercado en expansión. 

“El acceso a los datos va a ser la principal barrera de entrada ya que las bigtech (Google, Amazon, Facebook y Apple) serán invencibles en este terreno si no se plantea normas que garanticen la igualdad de condiciones. Pero las dinámicas de este nuevo modelo deben redundar en beneficio del usuario. De ahí que la ética y la gobernanza, asegura Sicilia, deban acompañar a la regulación en el cometido de crear un clima de oportunidades en igualdad de condiciones competitiva