Estamos sin catalizadores, pero también sin obstáculos. Salvo tensiones políticas en el plano doméstico, el mercado no enfrenta problemas relevantes. Está sumergido en una especie de complacencia inercialmente alcista que resulta espontáneamente favorable para las bolsas. Ya no sólo el S&P500 marca nuevos máximos históricos (otro más el miércoles pasado, en 2.555 puntos), sino también el DAX (el viernes, en 15.365,5).
Salvo excepciones puntuales, la macro es buena, las principales divisas han regresado a rangos razonables, la volatilidad sigue muy baja (VIX < 10%), la materias primas están en una zona de equilibrio de precios asumible tanto para emergentes como para desarrollados y los resultados empresariales van saliendo aceptables o buenos, incluso a pesar del ajuste a la baja en las aseguradoras por los huracanes.
Se espera un BPA 3T para el S&P500 de +3,5% cuando en el 2T fue casi +11% vs +7,5% esperado. Parece poco, pero sencillamente sucede que está revisado a la baja por las aseguradoras. Y eso es pasajero. Además, es probable que se bata esa expectativa, como ha venido sucediendo en trimestres previos.
Siguen publicándose datos que permiten pensar que los bancos centrales irán muy despacio: la inflación subyacente americana publicada el viernes se mantuvo en +1,7% en lugar de rebotar hasta +1,8% como se esperaba, de manera que la inflación baja parece más estructural que pasajera, como venimos defendiendo. Así que el riesgo de tipos más altos es reducido y en la UEM el proceso será especialmente lento.
Sólo el frente político complica algo las cosas. Pero tampoco mucho. No está claro que finalmente Trump consiga sacar adelante algún tipo de reforma fiscal en el Senado, pero Wall Street cree que sí y eso le permite marcar nuevos máximos. Merkel aún no ha cerrado ninguna coalición de gobierno en Alemania, en Austria el extremismo ha alcanzado una representación relevante en las elecciones de ayer, esta es una semana clave para el clima político en España, el domingo se celebran elecciones en Japón y en mayo 2018 en Italia.
Todo esto equivale a ruido político en Europa, pero no parece grave... aunque es obvio que afectará al PIB español en menor o mayor medida, pero no es posible precisar nada más por ahora considerando lo hilarantemente confusa que es la situación.
Seguimos la norma de nunca evaluar la política interna. Creemos que el frente político puede frenar las bolsas, pero no cambiar su inercia alcista. Al menos no por ahora.
Las referencias clave esta semana serán la calidad de los indicadores macro, la calidad de la emisión de bonos españoles el jueves y Draghi el miércoles. La macro parece neutral. Así que, salvo que la política lo estropee inesperadamente y/o algún banquero central (¿Draghi?) se muestre especialmente expresivo y/o alguna de las muchas compañías que publican resultados estos días (hoy Netflix, etc) sorprenda rotundamente en algún sentido, las bolsas deberían seguir rebotando inercial y suavemente, los bonos aguantar o tal vez retroceder algo y el USD juguetear con el nivel 1,18/€. Seguramente asistiremos a un movimiento de ida vuelta del yen hacia 132/€ (o inferior) primero y de regreso hacia 133,0/€ (o superior) después debido a las elecciones del domingo.
Hay que esperar unos días más para tener más información sobre la calidad de los resultados empresariales y también para tener más información sobre el desarrollo de los acontecimientos políticos.
Mientras esperamos lo más probable es que las bolsas sigan avanzando algo. Aunque sólo sea milimétricamente, como la semana pasada en Estados Unidos y Europa. De momento la preapertura europea viene en esa línea.