El conflicto comercial ha causado estragos en los mercados mundiales de chips y teléfonos inteligentes, aunque los beneficios extraordinarios contribuyen a que a pesar del desplome, se superen al alza las expectativas de los analistas sobre el beneficio de Samsung.
En concreto, los beneficios operativos en el periodo abril-junio probablemente cayeron un 56% hasta alcanzar los 5.600 millones de dólares (6,5 billones de won), según confirma la propia Samsung en un informe que anticipa sus cifras detalladas de beneficios, que dará a conocer a finales de julio.
Esta cifra es superior a los 6 billones de won pronosticados por el mercado según Refinitiv SmartEstimate, que otorga un mayor peso a los analistas mejor calificados.
El gigante tecnológico surcoreano va camino de registrar un descenso en sus beneficios interanuales por tercer trimestre consecutivo, ya que los precios de los microprocesadores cayeron debido a la sobreabundancia de oferta y a las sanciones impuestas por EEUU al fabricante chino de equipos de telecomunicaciones Huawei Technologies, un cliente importante de Samsung.
"No hay suficientes datos para afirmar que ha llegado el impulso positivo en los beneficios. La intensificación de la guerra entre Estados Unidos y China, las restricciones a las exportaciones japonesas y las señales de que los conflictos comerciales se están ampliando a nivel mundial probablemente retrasen la recuperación", dijo Lee Kyoung-min, analista de Daishin Securities.
Los fabricantes de chips de memoria como Samsung y SK Hynix de Corea del Sur se ven perjudicados por el aumento de los aranceles que afectan a la demanda mundial de productos electrónicos. Seúl redujo el miércoles su objetivo de crecimiento económico anual a su nivel más bajo de los últimos siete años, debido a la caída de las exportaciones.
Las grandes empresas tecnológicas de Corea del Sur también están soportando el peso de las restricciones japonesas a las exportaciones a Corea del Sur de materiales utilizados en chips de memoria y teléfonos inteligentes, el último foco de una disputa por el uso de mano de obra forzada en tiempos de guerra por parte de Japón.