Si todo va tal y como se espera, la Reserva Federal (FED) anunciará el final de este programa desde octubre. ¿Lo han descontado los mercados o supondrá un problema añadido?
Hablemos de números. En los últimos años la FED ha sido el banco central del mundo que más dinero ha inyectado en su economía para apoyar la recuperación económica. La cifra ha sido tan astronómica que casi es imposible asimilarla si poner comparaciones.
Cuando Ben Bernanke decidió apretar el botón de la impresora de billetes estadounidense en noviembre de 2008, la FED tenía en su balance entre 700.000 y 800.000 millones de dólares. Esto significa que había comprado activos a las entidades financieras por ese importe. Básicamente bonos del tesoro americano y MBS (Mortgages Backed Securities). Es decir, titulizaciones de hipotecas, muchas de ellas subprime.
Esa fue la fórmula que se utilizó en ese país desde el primer momento para inyectar liquidez en el sistema y, a la vez, limpiar los balances de las entidades financieras. Es justo lo mismo que se espera que haga el BCE en Europa, aunque seis años más tarde.
Cuando la FED deje de comprar activos el próximo mes de noviembre, en su balance habrá activos por más de 4 billones de dólares. Billones europeos, trillones estadounidenses. Es decir, que la Reserva Federal gastado en estas adquisiciones el dinero correspondiente a lo que ingresa la economía española en casi cuatro años.
Por eso cuando el anterior presidente de la autoridad monetaria Ben Bernanke dijo en mayo del año pasado que la economía ya estaba dispuesta para poder soportar que esas ayudas se acabaran, supuso un gran mazazo tanto para las bolsas estadounidenses como para otras economías, como las de Latinoamérica.
¿Sería la recuperación estadounidense lo suficientemente sólida como para continuar sin muletas? No es extraño que los mercados se hicieran esta pregunta, a tenor de los datos. Si se observa un gráfico de la evolución del balance de la FED y de las subidas del S&P 500 en los últimos años, la conclusión es más que evidente. Las dos líneas del gráfico son prácticamente idénticas, con lo que se puede imaginar que la mayor parte del dinero que ha ido a la bolsa procedía de la máquina impresora del despacho de Bernanke – que será el mismo que el de Yellen cuando ocupó el puesto de presidente de la Reserva Federal-.
Para José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citigroup, “el mercado ya ha asumido que la FED va a dejar de comprar deuda pública en octubre. La cuestión, en este caso, es qué va a pasar con el mercado si se afianza el actual forward guidance y las expectativas de tipos al alza. En noviembre conoceremos nuevas medidas del BoJ, en octubre las nuevas medidas del BCE. Son demasiados factores actualmente para que en los mercados sólo influya el QE.”
Es decir, que los inversores ya han interiorizado que las ayudas desaparecerán y los efectos serán mínimos, en opinión de este analista.
De hecho, no hay vuelta atrás. Como afirmaba recientemente Philippe Waechter, el economista jefe de NAM “la Reserva Federal no tiene razones para cambiar su estrategia de salida. El Banco Central estadounidense seguirá reduciendo su programa de compra de activos, ya que no hay elementos que puedan hacerle cambiar de idea".
Sobre todo después de los buenos datos de empleo que se están empezando a manejar en Estados Unidos. En la actualidad la tasa de paro ha caído hasta el 6,1%, en línea con los objetivos de la FED.
Sin embargo la tasa de actividad sigue estando por debajo de la media histórica y como observan los analistas de Morgan Stanley en un reciente informe, los salarios de la mayor parte de la población son tan bajos, que la desigualdad sigue aumentando en el país debido a la poca capacidad de adquisición de la población. ¿Qué va a hacer una economía cuyo 80% procede del gasto de los consumidores? En opinión de los analistas de esta firma es necesario un aumento de los salarios. Algo que, en cualquier caso, no está encima de la mesa en estos momentos.
Del aumento del gasto de los consumidores depende el crecimiento de los beneficios empresariales y, de facto, la continuidad de las subidas de las bolsas.
¿Se verán afectadas las bolsas? Según José Luis Martínez, “es a largo plazo y por eso es difícil de predecir. Es hablar de ciencia ficción. La reducción de balance va a ser un proceso lento y progresivo. Son cifras abismales, aunque es evidente que tendrá un impacto. Buena parte de la recuperación actual se apoya en los mercados, pese a que estamos hablando de mucho dinero. A nivel mundial, los bancos centrales tienen un 30% de su balance invertido en activos”.
Por lo tanto, el mercado ya no descuenta el fin del tapering y tiene la vista más puesta en la subida de los tipos de interés. Eso es lo que realmente está moviendo en estos momentos el sentimiento de los inversores. La FED no sólo dejará de inyectar dinero, sino que el que haya disponible será más caro y eso ya no está tan claro que la economía pueda soportarlo. O quizá sea menos rentable asumirlo.
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