El informe del supervisor concluye que las cuentas con que Bankia salió a cotizar y se incluyeron en el folleto de emisión de la oferta pública no reflejaban la imagen fiel del banco, entonces presidido por Rodrigo Rato.
Además, se acusa al auditor Deloitte de haber fallado al haber dado por buenas cifras de las cuentas de resultados que podía haber constatado que eran erróneas. En concreto, apunta que admitió como riesgos buenos 1.859 millones que resultaron pérdidas para Bankia.
La etapa de José Ignacio Goirigolzarri, el presidente que sustituyó a Rato, también se ve afectada. Uno de los peritos indica que las resultados de Bankia y su holding BFA de 2011, cuentas reformuladas el 25 y 28 de mayo de 2012, “no expresan la imagen fiel por la existencia de ajustes de importancia no contabilizados”. Al parecer, las cuentas de mayo de 2012 “no cumplen la normativa del Banco de España por la existencia de errores contables”. Deberían haberse reducido los recursos propios en 2.043 millones y que no se calificaron como dudosos unos creditos para evitar realizar las provisiones correspondientes.