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    Derivados Financieros

    ¿Qué es un derivado financiero?

    Un derivado financiero es un instrumento financiero cuyo precio está ligado a la cotización de otro instrumento financiero denominado "activo subyacente". Existen varios tipos de derivados, pero los más conocidos son los futuros y las opciones. Los futuros son contratos de compraventa futura que se acuerdan entre dos partes con condiciones predeterminadas. Las opciones, en cambio, dan al tenedor un derecho, pero no la obligación a efectuar esa transacción en una fecha futura con unas condiciones predeterminadas.

    Los primeros derivados financieros aparecieron en 1.972, en la forma de futuros sobre divisas, introducidos por el International Monetary Market de Chicago (IMM). Poco después, (1.976), comenzaron a negociarse los futuros sobre tipos de interés, con la introducción del contrato a futuro sobre el Bono del Tesoro a diez años por el Chicago Board of Trade (CBOT).

    Estos contratos, recibieron una gran acogida, y animaron a las bolsas a crear nuevos contratos de futuros financieros, introduciéndose más de 16 contratos deferentes en los primeros años de la década de 1980. La creatividad financiera norteamericana terminó contagiando a Europa, y al resto del mundo, creándose durante la segunda mitad de los 80 una variedad de mercados especializados en derivados financieros en muchos países, tales como el LIFFE en 1.982, ("London Financial Futures Exchange"), el MATIFF en 1.985, ("Marché a Terme des Futures Financieres" de París), y en 1.990, el MEFF ("Mercado Español de Futuros Financieros").

    Estos mercados empezaron ofreciendo futuros y opciones sobre bonos y depósitos en las divisas locales, así como sobre los índices bursátiles de mercados de valores. Al mismo tiempo, introdujeron opciones sobre algunas de las acciones más importantes de sus mercados, con lo que al terminar el siglo, el inversor internacional tiene a sus disposición una red global de mercados de derivados financieros, que le permiten especular, establecer coberturas, o buscar rentabilidades vía estrategias de venta, en una gran variedad activos.

    Los contratos derivados son el instrumento con el que es posible manejar este riesgo principalmente de dos maneras:

    • Ayudando a reducirlo en las llamadas operaciones de cobertura, en las que ya se posee el activo y se desea una protección frente a los movimientos adversos de los precios.
    • Como una inversión más, en la que el inversor apuesta por la dirección y amplitud del recorrido que va a tomar el precio de un activo durante un período determinado.

    No debe olvidarse que los derivados son productos sofisticados que cuando no son utilizados como cobertura conllevan riesgo de pérdida total de la inversión. Por lo tanto, invertir en ellos requiere no sólo conocimientos específicos, tanto de su funcionamiento como de los sistemas de negociación, sino en su caso, contar con predisposición a asumir riesgos ele- vados y tener capacidad para afrontarlos, además de dedicarles el tiempo necesario para realizar su seguimiento.

    Futuros y opciones

    Un futuro es un contrato a plazo negociado en un mercado organizado, por el que las partes acuerdan la compraventa de una cantidad concreta de un valor (activo subyacente) en una fecha futura predeterminada (fecha de liquidación), a un precio convenido de antemano (precio de futuro). Es decir, se trata de contratos a plazo cuyo objeto son instrumentos de naturaleza financiera (valores, índices, préstamos o depósitos...) o ‘commodities’ (es decir, mercancías como productos agrícolas, materias primas...).

    Por lo tanto, la diferencia entre un contrato forward como el mostrado en el ejemplo y un contrato de futuro, radica fundamentalmente en que en el contrato forward los contratan- tes fijan las condiciones del acuerdo según sus necesidades, mientras que en el contrato de futuro las condiciones que lo rigen están estandarizadas. A modo de ejemplo, la compra de un contrato a plazo podría asimilarse a encargar un traje a medida mientras que un futuro sería equivalente a comprar en un gran almacén con tallaje fijo y sin posibilidad de arreglo.

    Una opción es un contrato que otorga a su comprador el derecho, pero no la obligación, a comprar o vender una determinada cuantía del activo subyacente, a un precio determinado llamado precio de ejercicio, en un período de tiempo estipulado o vencimiento.

    En opciones, al ser contratos y no valores, no es necesario comprar primero para posteriormente vender, sino que es posible vender primero y en su caso luego comprar. Por ello es fundamental distinguir entre la situación del comprador y la del vendedor.

    El comprador de una opción tiene el derecho, pero no la obligación, de comprar o vender (según el tipo) al vencimiento; por el contrario, el vendedor de la opción está obligado a comprar o vender si el comprador decide ejercer su derecho.

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