¿Qué es la volatilidad?
La volatilidad es un indicador que mide la variación de los precios que tiene un activo respecto a su media. Trata de descubrir lo que se define como "desviación típica de la media", que pone de manifiesto si la rentabilidad se comporta como un "vaivén" o, por el contrario, es estable. La volatilidad es independiente de la tendencia de un activo, sólo tiene que ver con la velocidad con que se producen las variaciones del precio. Sirve para medir y predecir el riesgo que supone invertir en un determinado activo. A mayor volatilidad, mayor es el riesgo, porque las posibilidades de que suba o baje ese valor son más altas.
La volatilidad se calcula a través de una compleja operación que enfrenta la media de todas las rentabilidades durante un periodo de tiempo y la rentabilidad obtenida en cada sesión. Cuanto mayor sea el periodo en el que se haya tomado la volatilidad, mayor solidez tendrá el indicador.
Si dos títulos tienen la misma rentabilidad, será mejor aquel que tenga menos volatilidad porque la habrá logrado con menor riesgo. En los fondos de inversión es interesante que el partícipe observe su índice de volatilidad.
La volatilidad es el ritmo al que aumenta o disminuye el precio de una acción en un periodo determinado. Una mayor volatilidad del precio de las acciones suele significar un mayor riesgo y ayuda al inversor a estimar las fluctuaciones que pueden producirse en el futuro.
La volatilidad es la desviación estándar de los rendimientos anualizados de una acción durante un periodo determinado y muestra el rango en el que su precio puede aumentar o disminuir.
Si el precio de una acción fluctúa rápidamente en un periodo corto, alcanzando nuevos máximos y mínimos, se dice que tiene una alta volatilidad. Si el precio de la acción sube o baja más lentamente, o se mantiene relativamente estable, se dice que tiene una volatilidad baja.
La volatilidad histórica se calcula a partir de una serie de precios de mercado pasados, mientras que la volatilidad implícita examina la volatilidad futura prevista, utilizando el precio de mercado de un derivado negociado en el mercado, como una opción.
Así las cosas, la volatilidad varía mucho de un activo a otro y de un sector a otro. Lo que para el mercado de bonos puede ser un periodo volátil, ese mismo porcentaje en la bolsa puede que no lo sea. Aunque, es un concepto que va muy ligado al riesgo, ya que lo que busca un inversor conservador son activos poco volátiles, mientras que un perfil más agresivo tendrá una mayor tolerancia a la volatilidad. Ya que, en la bolsa, durante momentos de recesión, se han dado caídas superiores al 40%, que es algo que puede ser mucho para un inversor conservador y para uno agresivo, pero es un riesgo que siempre se debe asumir cuando se entra en el mercado.
Indicadores de volatilidad
Ahora bien, medir la volatilidad es algo, a priori, sencillo. Se puede tomar la temperatura general del mercado, se puede calcular la de un activo o sector concreto o se puede hacer mediante el análisis técnico. Pero, lo que buscan los indicadores de volatilidad es calibrar las fluctuaciones que se están dando en el mercado, ya que generalmente un periodo volátil suele ser un periodo complicado, ya que las caídas en bolsa son más rápidas y aceleran la volatilidad. Mientras que los periodos de crecimiento son más lentos y menos volátiles. Por tanto, una mayor volatilidad suele ser sinónimo de periodo bajista.
El indicador más famoso es el VIX, que también se le conoce como “el índice del miedo” y sirve para medir la volatilidad del S&P 500, el principal indicador del mercado americano y también mundial. Cuando el VIX sube, suele correlacionarse con periodos de caídas en el S&P 500, por tanto una alta volatilidad, de nuevo, implica periodos bajistas.