Contrariamente a lo que cabría esperar, no solamente no es necesario un crecimiento económico importante para que los mercados de renta variable obtengan rendimientos significativos, sino que es con crecimientos moderados de la economía con los que la renta variable arroja los mejores resultados. De hecho hay poca correlación entre la magnitud del crecimiento económico y el comportamiento de las bolsas en un ejercicio determinado. 2013 no ha sido la excepción, y no es algo que se deba achacar a la Reserva Federal.
De modo general un crecimiento fuerte del PIB tiende a estar asociado a una economía recalentada y expuesta a una desaceleración, mientras que cifras de crecimiento del PIB especialmente débiles tienden a descontar en las valoraciones de las acciones una expectativa futura de mejoría. En los últimos 35 años el S&P 500 se ha comportado positivamente en más de la mitad de los trimestres en los cuales el crecimiento del PIB fue negativo, y solamente en la mitad de los trimestres en los cuales el crecimiento del PIB superó el 6% tuvo el índice un cierre trimestral positivo.
Los datos históricos muestran que los índices han tenido crecimientos consistentes cuando el crecimiento del PIB se ha situado en el entorno del 3%, concretamente y para el S&P 500 rendimientos trimestrales medios del 6,5%. Resulta revelador que el S&P 500 arrojó saldo trimestral positivo en 22 de los 24 trimestres en los cuales el crecimiento del PIB se situaba en el entorno del 3%, una estadística claramente favorable para las bolsas en trimestres con crecimientos moderados de la economía frente a periodos de crecimiento inferior y también de crecimiento acelerado.
Así los datos históricos convierten a la cifra de crecimiento moderado de la economía del 3% en una suerte de contexto especialmente favorable para las bolsas. Desde la Segunda Guerra Mundial el S&P 500 ha cerrado en positivo el 83% (con una rentabilidad media del 16%) de los trimestres en los que el crecimiento del PIB se aproximó al 3%.
La situación descrita no es exclusiva de Estados Unidos y no es por lo tanto sorprendente que en 2013 hayan coincidido unos saldos especialmente positivos en los principales índices bursátiles con un crecimiento económico modesto y ello a pesar de no pocos riesgos que han aportado volatilidad. El riesgo a la baja para 2014 está en todo caso en la eventual publicación de datos macro que apunten a un menor crecimiento del previsto.
De este modo, aunque con un retorno anual del entorno del 25% en los principales índices bursátiles en 2013,cualquier previsión de cara a 2014, que se viene a situar entre las principales casas de análisis entre el 10% y el 15%, parece modesta. Y sin embargo dicha horquilla no solamente se sitúa ligeramente por encima de la media histórica, sino que es coherente con un crecimiento esperado de la economía mundial más bien modesto, aproximadamente del 3%, un ligero incremento de los PER del mercado y un crecimiento elevado de los beneficios empresariales aunque de un solo dígito.
De modo general un crecimiento fuerte del PIB tiende a estar asociado a una economía recalentada y expuesta a una desaceleración, mientras que cifras de crecimiento del PIB especialmente débiles tienden a descontar en las valoraciones de las acciones una expectativa futura de mejoría. En los últimos 35 años el S&P 500 se ha comportado positivamente en más de la mitad de los trimestres en los cuales el crecimiento del PIB fue negativo, y solamente en la mitad de los trimestres en los cuales el crecimiento del PIB superó el 6% tuvo el índice un cierre trimestral positivo.
Los datos históricos muestran que los índices han tenido crecimientos consistentes cuando el crecimiento del PIB se ha situado en el entorno del 3%, concretamente y para el S&P 500 rendimientos trimestrales medios del 6,5%. Resulta revelador que el S&P 500 arrojó saldo trimestral positivo en 22 de los 24 trimestres en los cuales el crecimiento del PIB se situaba en el entorno del 3%, una estadística claramente favorable para las bolsas en trimestres con crecimientos moderados de la economía frente a periodos de crecimiento inferior y también de crecimiento acelerado.
Así los datos históricos convierten a la cifra de crecimiento moderado de la economía del 3% en una suerte de contexto especialmente favorable para las bolsas. Desde la Segunda Guerra Mundial el S&P 500 ha cerrado en positivo el 83% (con una rentabilidad media del 16%) de los trimestres en los que el crecimiento del PIB se aproximó al 3%.
La situación descrita no es exclusiva de Estados Unidos y no es por lo tanto sorprendente que en 2013 hayan coincidido unos saldos especialmente positivos en los principales índices bursátiles con un crecimiento económico modesto y ello a pesar de no pocos riesgos que han aportado volatilidad. El riesgo a la baja para 2014 está en todo caso en la eventual publicación de datos macro que apunten a un menor crecimiento del previsto.
De este modo, aunque con un retorno anual del entorno del 25% en los principales índices bursátiles en 2013,cualquier previsión de cara a 2014, que se viene a situar entre las principales casas de análisis entre el 10% y el 15%, parece modesta. Y sin embargo dicha horquilla no solamente se sitúa ligeramente por encima de la media histórica, sino que es coherente con un crecimiento esperado de la economía mundial más bien modesto, aproximadamente del 3%, un ligero incremento de los PER del mercado y un crecimiento elevado de los beneficios empresariales aunque de un solo dígito.