Según los expertos de Unigestion, por un lado, las últimas tres recesiones en Estados Unidos no fueron causadas por la inflación, sino más bien por el estallido de burbujas de activos impulsadas por las propias políticas de dinero fácil de la Fed. Se produjeron después de que el crecimiento económico y la inflación se mantuvieran positivos durante períodos prolongados.
Por otro lado, el mercado de bonos corporativos ha crecido, triplicándose en tamaño desde el pico del ciclo anterior en 2007. Durante ese período, el mercado de ETFs de bonos corporativos se ha expandido más de diez veces. Al igual que con los productos hipotecarios estructurados en 2008, los inversores parecen estar cómodos con los productos de deuda que están obligados a tener en cartera.
En 2007, la mentira fue que el inversor podía tener muchos préstamos de baja calidad, pero al agruparlos obtener de alguna manera un bono con calificación AAA. Esta vez, la mentira es que puedes tener multitud bonos que se comercializan previamente, agruparlos en un ETF para mágicamente hacerlos líquidos.
Por último, los inversores están desesperados por obtener rendimiento y las compañías estadounidenses están felices de aprovechar esta fuente adicional de dinero barato para hacer recompras de acciones, aumentar dividendos o hacer fusiones y adquisiciones, dado el apetito de los inversores por dicha ingeniería financiera. El resultado es que Wall Street cotiza cerca de máximos históricos, mientras que los balances de las empresas se deterioran.
Muchos inversores siguen creyendo que el mercado de bonos corporativos con grado de inversión es el segmento más seguro de su cartera, pero deberían tratar el segmento de BBBdel mercado de deuda por lo que es: un segmento de riesgo de medio a alto del pastel de deuda corporativa.