La Agencia Internacional de la Energía lanzaba hace unos días un informe en el que daba unos malos pronósticos para el precio del petróleo, una alegría para todas las economías, pero malas noticias para las petroleras.
Según la AIE pone de manifiesto la creciente oferta de crudo que viene de EEUU, Brasil o Guyana, está aumentando claramente la oferta de crudo. "Prevemos que el suministro mundial de petróleo aumentará en 1,5 mb/d hasta un nuevo máximo de 103,5 mb/d en 2024. Las Américas, lideradas por Estados Unidos, Brasil, Guyana y Canadá, dominarán los incrementos en 2024, al igual que el año pasado", por lo que el exceso de oferta hará que el precio no pueda subir. Tan solo riesgos geopolíticos cómo la guerra de Israel en Gaza y sus consecuencias derivadas en el estrello de Ormuz, pueden hacer que el petróleo suba. De lo contrario el petróleo se mantendrá por debajo de los 80 dólares el barril.
Podemos ver cómo la curva “forward” a largo plazo, muestra la estructura de precios en función de los contratos de oferta y demanda de crudo en este momento, pueden verla claramente descendente y el precio del barril rozando los 70 dólares, 10 dólares menos que la media actual.
Por el lado de la demanda, "prevemos que los aumentos de la demanda mundial de petróleo se reduzcan a la mitad, desde los 2,3 mb/d en 2023 a los solo 1,2 mb/d este año, con la recuperación post-covid casi completa, el crecimiento del PIB por debajo de la tendencia en las principales economías y a medida que las mejoras en la eficiencia energética y la electrificación del parque de vehículos frena el uso de petróleo.
Y es que a Repsol no solo le afecta la caída del precio del petróleo, es la demanda lo que va a ser un problema, desde el sector aeroespacial que están preparando ya vuelos con motores eléctricos o de hidrogeno, cómo acaba de anunciar Airbus que acaba de lanzar una pila de combustible de hidrogeno para sus motores, o incluso la inglesa Rolls-Royce y la compañía aérea EasyJet que han lanzado un avión de hidrogeno.
Con todos estos antecedentes, las recomendaciones sobre las empresas petroleras empiezan a caer en cascada.
El banco de inversión Morgan Stanley, aconseja alejarse del sector petróleo, y es que, según ellos, "el sector no es caro", pero no les gusta, ya que “se avecinan rebajas de beneficios" y eso es algo que los inversores deben tener en cuenta ahora mismo. Es más, recuerdan que su previsión de beneficios para el sector se sitúa aproximadamente un 12% por debajo de la del consenso. "Esperamos caídas a corto plazo".
Desde Bankinter, recomiendan alejarse también del sector petrolero por sus peores previsiones para los próximos meses, ya que según indican desde la entidad, “aunque los precios continuarán elevados desde una perspectiva histórica, esperamos una moderación por menor crecimiento económico global, sobre todo de China, y por los conflictos abiertos en Ucrania e Israel. También por la menor capacidad de la OPEP+ en influir en los precios, más eficiencia en el consumo y auge de las energías renovables".
En medio de toda esta tormenta de los precios del petróleo y sus previsiones, los directivos de Repsol siguen enfrascados en su “guerra” contra el gobierno por el impuesto energético y la amenaza de llevarse inversiones a otros países.
Independientemente de si Repsol tiene razón o no en sus inversiones, podemos ver cómo al gobierno no parece temblarle el pulso, y es que si miramos el empleo que crea Repsol, vemos que este plano en los últimos años.
Si miramos el gráfico de empleados de Repsol, están estancados en los 24.000 empleados, por lo que no debería de amenazar las inversiones al gobierno, ya que la petrolera no está generando nuevo empleo, y una compañía que crece debería ser un generador neto de empleo, así como un líder empresarial, pero no crece porque está en plena transformación de su negocio.
Repsol lleva unos años muy malos en bolsa, se han dejado el 38% de la capitalización bursátil del valor desde el año 2000.
Compárelo por ejemplo con Iberdrola, que si es una empresa de energías renovables y que ha subido un 250% en el mismo periodo.
Mientras Repsol tiene un dividendo mayor, un 5.78%, el de Iberdrola no se queda corto y es de un 4.65%, en los últimos 23 años, ambas compañías han ido por caminos muy dispares, Iberdrola ya tiene una capitalización bursátil superior a los 71.500 millones de euros y Repsol apenas 16.500 millones se ha dejado un 50% desde sus máximos.
Empleados de Iberdrola, vemos cómo es un ejemplo de crecimiento para el accionista y para la economía, no hace más que crecer. Por eso Iberdrola se librará antes del impuesto energético.