Todos estamos hablando ahora mismo de la estanflación. Ese nivel desorbitado de inflación que ya estamos padeciendo y que se elevará en mayor medida por el efecto guerra en los próximos meses, mientras se evalúa el impacto económico, en el crecimiento del conflicto bélico en Europa y Estados Unidos.
Goldman Sachs ya ha hecho una primera aproximación para sus clientes y el momento actual, tal y como está la guerra. Su primer diagnóstico es que la posibilidad de que Estados Unidos entre en recesión el año que viene ha crecido hasta el 35%, con una base inicial del 20%, desde el 10% de hace un año.
Destacan los analistas de la firma americana que “si bien nuestro pronóstico de referencia supone que una mayor reapertura del sector de servicios y el gasto del exceso de ahorro mantendrán positivo el crecimiento del PIB real en los próximos trimestres, la incertidumbre en torno a las perspectivas es más alta de lo normal”.
Y ponen sobre la mesa dos hechos significativos para el aumento del riesgo de recesión al otro lado del Atlántico: el incremento exponencial que sufren los precios del petróleo, como vemos en la gráfica, y la posibilidad certera de que la invasión rusa sobre Ucrania se prolongue en el tiempo.
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De momento sus estimaciones de crecimiento para el PIB se rebajan en Estados Unidos para el primer trimestre fiscal a la mitad. Hasta el 0,5% desde el 1% que estimaban en el aumento de la economía. Para los siguientes trimestres lo reducen hasta el 1,5% en el segundo, dejan igual el tercero, en el 2,5%. Sólo a final de año, en el cuarto trimestre, el optimismo vence: elevan sus estimaciones del 2 al 2,5%. Pero todo ello significa que la previsión de crecimiento para el año fiscal 2022 se reduce al 1,75% desde el anterior 2%.
En el caso de Europa, el efecto negativo es todavía menos. En el caso concreto de la eurozona, sus previsiones recortan en nada menos que 1,4 puntos la expectativa de crecimiento para este año: al 2,5% actual desde el 3,9% anterior, recordemos tras un año en el que la recuperación, tras las caídas importantes de 2020, no se ha asentado. Lejos muy lejos de las previsiones comunitarias de crecimiento del pasado invierno publicadas en el pasado 10 de febrero con crecimiento del 4% en toda la Unión Europea y de la misma cuantía en la Eurozona
Aquí el efecto pernicioso de la subida de las materias primas y en especial del fuerte incremento de los precios de la energía, con incluso, posibilidad de interrupciones adicionales del suministro es el gran peligro que muestran los analistas de Goldman Sachs. Todo ello por la dependencia energética de Rusia, recordemos el tercer producción mundial de crudo en el mundo, tras Estados Unidos y Arabia Saudí.
Destacan que además “el aumento de los precios de las materias primas probablemente resultará en un lastre para el gasto de los consumidores, ya que los hogares, y en particular los hogares de bajos ingresos, se ven obligados a gastar una mayor parte de sus ingresos en alimentos y gasolina”, dicen los expertos del banco de inversión norteamericano.
Todo ello aderezado repercutido en una inflación no vista en los últimos 40 años ni en Estados Unidos ni en la eurozona y que tenderá a crecer además con fuerza en los próximos meses.
Por tanto, menor confianza del consumidor, crecimiento europeo más lento y mayor endurecimiento de las condiciones financieras son las primeras derivadas económicas que nos trae la guerra de rusia a uno y otro lado del Atlántico.