Los inversores de Abengoa
se han visto entre la espada y la pared cuando Gestamp ha anunciado que no inyectaría los 350 millones de euros prometidos porque los bancos no accedían a concederle liquidez por valor de 1.500 millones a la andaluza. Esto ha llevado a que Abengoa fuera suspendida de cotización y no comenzara a operar hasta pasada la media mañana con caídas cercanas al 70%. Además, el fantasma del preconcurso de acreedores planea sobre la compañía. De hecho, desde la propia Abengoa han dicho que presentarán la solicitud lo antes posible. Según Carlos Ladero, consultor de Invinco, "
la situación a la que ha llegado Abengoa se veía venir, pues hace tiempo, de forma bastante inteligente, se llevaron lo bueno a Abengoa Yield y dejaron lo malo en España, pero esto llegó a un límite. Llegó Gestamp para quedarse con la compañía, pero necesitaba que fuera rentable gracias a la inyección de liquidez de los bancos".
Ante esta complicada situación, ¿qué pueden hacer los accionistas? “lo normal es que en el corto plazo los inversores traten de salir porque muchos han entrado pensando en la toma de control de Abengoa por parte de Gonvarri saldría adelante”, dice Álvaro Blasco, de ATL Capital. Sin embargo, “si no se ha salido ya y está asumiendo fuertes pérdidas, tiene que mantener las acciones a la espera de si se pueda producir un rebote después del fuertes desplome de hoy y, si estaba dentro y le ha saltado el rebote, mejor asumir las pérdidas porque Abengoa es bajista”, dice Luis Francisco Ruiz, director de análisis de Estrategias de Inversión. Además, Ruiz aconseja a los que estén fuera del accionariado, mantenerse totalmente alejados, pues “Abengoa estaba en una clarísima tendencia bajista desde hacía tiempo, nos lo estaban advirtiendo los indicadores Premium. No es una acción para entrar y es un peligro especular en el corto plazo con ella”.
La realidad de Abengoa hoy es desoladora, pero ¿será todo un órdago de Gestamp para presionar a los bancos a que den más crédito a Abengoa? Lo cierto es que con Gestamp levantándose de la mesa de negociación, los propios bancos son los que más pierden. Si Abengoa quiebra, la promesa de recuperar todo lo que le han prestado puede quedar en papel mojado. Por ello, hay expertos que guardan la esperanza de que esto es sólo un órdago y un estudiado movimiento de ajedrez por parte de la familia Ribera: Diego Jiménez Albarracín, responsable de RV del centro de inversiones de Deutsche Bank, dice que “también se puede tomar como una decisión estratégica y algo muy pensado y muy coherente que es una especie de órdago a la banca, a los proveedores, para que refinancien y para que den más plazo a que la compañía se pueda recuperar. Lo que hay que hacer es esperar si en este preconcurso de acreedores precisamente esos acreedores llegan a un acuerdo con la empresa y ver si Gestamp vuelve a interesarse por ese 30% que tenía apalabrado con la familia Benjumea y ver si la compañía es capaz de continuar funcionando porque el problema horroroso que tiene es el endeudamiento financiero no solo a través de bonos sino también con deudas a proveedores”.
Álvaro Blasco, director de ATL también comparte esta idea y comenta que “hay muchas casas que piensan que esta situación en la que la familia Ribera se ha echado para atrás es un paso más para forzar a las financieras a que concedan ayudas a Abengoa. Yo no tiraría la toalla porque creo que las negociaciones con Gestamp podrían revivir, que Abengoa haga desinversiones y pueda poner en marcha la ampliación de capital”.
Así todo, Ladero dice que Abengoa tiene ante sí dos posibles escenarios:
En el mejor de los casos: Abengoa llevará a cabo una ampliación de capital en la que intentarían ganarse la confianza de un inversor extranjero, también podrían acudir fondos buitre. Si Abengoa siguiera cotizando y sacara adelante su ampliación, los bancos acreedores capitalizarían su participación. Si bien es cierto que los bancos ya dan por perdido este dinero pues tendría que ocurrir un milagro para que recuperaran todo el dinero, ya que los activos de Abengoa ahora no valen tanto.
En el peor de los casos: Abengoa presentaría el preconcurso de acreedores, que acabaría en concurso y se pasaría a la liquidación de la compañía mediante la venta de activos para pagar a los acreedores en la medida en la que se pudiera.
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