Conforme nos acercamos al 31 de octubre, el plazo previsto para la salida del Reino Unido de la Unión Europea, debemos estudiar las posibles repercusiones negativas de este acontecimiento sobre la inversión en crédito del Reino Unido. Lo primero que cabe mencionar es que nadie sabe con certeza qué forma acabará adoptando el Brexit. Esto significa que el resultado no tiene por qué ser negativo para la economía o los mercados financieros. "Dado que todavía existe la posibilidad de que no se produzca ningún tipo de Brexit, el efecto podría incluso ser positivo para los mercados. Teniendo en cuenta las características asimétricas de riesgo-rentabilidad de la inversión en crédito, debemos analizar las consecuencias en el peor de los casos (a saber, un escenario de Brexit «sin acuerdo») y sus ramificaciones", asegura el experto de Columbia Threadneedle.
A su parecer, los efectos de dicho escenario se notarán con mayor intensidad en la propia economía británica, más que en los mercados de crédito per se. Asediado por la subida de los aranceles, el descenso de la confianza empresarial y de los consumidores y la incertidumbre sobre lo que deparará el futuro, el crecimiento del Reino Unido seguramente se contraerá. A su vez, esto se traducirá en una mayor debilidad de la libra esterlina y un retroceso de los rendimientos de los «gilts».
La senda que tomarán los tipos de interés resulta más difícil de prever, dado el riesgo de mayor inflación (importada) procedente de la fragilidad de la moneda. No obstante, "nuestra hipótesis central apunta a un recorte de los tipos y una dosis adicional de expansión cuantitativa (con probabilidad, un programa de compras de activos, que incluirá posiblemente la compra de bonos corporativos), incluso si la libra se deprecia", reconoce Oliphant.
Así pues, "una moneda más débil y un coste más reducido del endeudamiento público podrían actuar como una suerte de amortiguador para muchas compañías domiciliadas en el Reino Unido. Ahora bien, el alza de los derechos arancelarios y la reducción de la rentabilidad económica podrían representar factores desfavorables para estos negocios".
Por otro lado, se puede dividir la inversión en los diferentes tipos de riesgo de crédito británico en cuatro categorías bien definidas:
- 1. Compañías con proyección internacional, pero que cotizan o están domiciliadas en el Reino Unido. Estas firmas deberían mostrarse relativamente inmunes a la evolución del Brexit, más bien se verían afectadas por asuntos de carácter más internacional. Algunos ejemplos son HSBC, GSK y Diageo.
- 2. Compañías que presentan una menor sensibilidad a la coyuntura económica. Un deslucido comportamiento de la economía no debería tener un impacto significativo en los ingresos o los beneficios de estas firmas. Como ejemplos pueden citarse las empresas de servicios públicos del Reino Unido.
- 3. Compañías cuyos ingresos y costes se verían perjudicados por una recesión económica del Reino Unido. Entre estas firmas se incluyen los bancos británicos orientados al mercado nacional, como Lloyds y RBS.
- 4. Compañías que podrían verse muy afectadas por su dependencia de una cadena de suministro sin fisuras y por la retirada del acceso al mercado único europeo. Estas suelen ser empresas de pequeña capitalización y/o emisores de alto rendimiento que sufrirían un efecto negativo más pronunciado en caso de producirse un Brexit «duro».
En la actualidad, los emisores de mayor tamaño domiciliados en el Reino Unido que forman parte de los índices de referencia mundiales de deuda con calificación «investment grade» son HSBC, Vodafone, British American Tobacco, GlaxoSmithKline, Lloyds Bank, Barclays Bank, BP, Royal Bank of Scotland, Standard Chartered y AstraZeneca. La mayor parte de estas firmas no se incluyen en la categoría de «gran preocupación», y aquellas expuestas a un efecto de segundo orden en la economía británica (a saber, las entidades bancarias) presentarían la mayor vulnerabilidad.
Conclusión: el brexit no provocará un debacle en el crédito británico
En general, y dado el amplio abanico de desenlaces potenciales, el impacto de un resultado negativo en los diferenciales de crédito del Reino Unido no tiene por qué ser nefasto, habida cuenta de la posible intervención del Banco de Inglaterra y del perfil internacional de buena parte de los grandes emisores domiciliados en el Reino Unido. En nuestra opinión, el Brexit no provocará la debacle del crédito británico.