La decisión de ahorrar para nuestra futura jubilación es una obligación cada día menos eludible. Llevamos muchos años escuchando las crecientes dudas sobre la sostenibilidad de nuestro sistema público de pensiones. Como casi todo en la vida, es importante poner cierta distancia a la hora de analizar los temas y tener presente que cualquier opinión que pueda emitirse tiene un sesgo evidente en función de la posición que ocupe quien opina.
En el caso de las pensiones, me gustaría no ser alarmista. No creo que se trate de lanzar mensajes apocalípticos ni de hacer pensar a los ciudadanos que de repente las pensiones públicas van a desaparecer porque eso no va a ocurrir. Lo que sí es una obligación es ser conscientes del creciente esfuerzo que pagarlas va a suponer. No es ideología, es demografía. Vayan por delante algunos datos para ilustrar el tema del que hablamos.
Según el INE en España había en el año 2002 algo menos de 7 millones de personas mayores de 65 años. Hoy rozamos los 10 millones, lo que supone un 20% de la población española. Pero el dato realmente relevante es el que se estima para 2055, cuando un 30,5% de la población será superior a 65 años. Hablamos de 10 puntos más, casi una de cada 3 personas. La cifra es elocuente por sí sola, además de llevar íntimamente relacionada una creciente esperanza de vida, sin duda la mejor de las noticias, pero con un impacto innegable en las cuentas públicas. Como añadido a esta realidad, debemos sumar el impacto que ha supuesto esa mayor esperanza de vida en las prestaciones públicas. En unas pocas décadas hemos pasado de jubilados que disfrutaban de su pensión pública durante poco más de 10 años a ver cómo, de media, ese periodo se mantiene, si no supera, los 20 años.
En este punto y desde la solidez de unas proyecciones que, seamos sinceros, tienen poco margen de error, creo que es más necesario que nunca poner en valor el ahorro privado. La complementariedad de las prestaciones públicas va a ser cada día una necesidad más perentoria y, como sociedad, debemos dar pasos para no dejar pasar un tiempo muy valioso. Necesitamos reforzar la cultura financiera de la ciudadanía y hacernos todos conscientes de que nadie va a velar por nuestro futuro como lo podemos hacer nosotros mismos.
En el campo de los planes de pensiones, el instrumento estrella para canalizar un ahorro finalista, se han dado pasos positivos y otros no tanto. El impulso al segundo pilar para lograr que las empresas sean parte implicada a la hora de impulsar el ahorro de los empleados es una buena iniciativa. Los planes de pensiones de empleo son una necesidad si queremos que nuestro sistema de pensiones se equipare a los paradigmas europeos cuando hablamos de robustez y sostenibilidad. No puede decirse lo mismo de la decisión que en los últimos años ha reducido las aportaciones a los planes individuales hasta los 1.500 euros anuales, a todas luces insuficientes para constituir un plan verdaderamente complementario a la pérdida de poder adquisitivo que para muchos profesionales supone alcanzar la jubilación.
Y puestos a hablar de planificar nuestro futuro, en PSN tenemos claro que conseguirlo pasa por seguir tres reglas. La primera es hacerlo cuanto antes, porque contar con horizontes temporales largos permite definir estrategias más eficaces. La segunda requiere de sistematizar nuestro ahorro. Son muchos los pequeños ahorradores que combinan periodos de ahorro importante con fases en las que olvidan completamente el objetivo. En el campo del ahorro a largo plazo, lo más inteligente es siempre ser sistemático. Y finalmente, una vez que se ha decidido que construir un futuro económico no es una opción, es una necesidad, es importante saber de la mano de quien se quiere hacer.
En PSN llevamos más de 90 años gestionando el patrimonio de miles de profesionales y hemos conseguido que nuestros planes de pensiones estén sostenidamente entre los primeros puestos de los principales rankings por rentabilidad. Creemos en una gestión sólida que nos permita tener retornos estables a largo plazo. Es así como hemos logrado que nuestros principales planes obtengan rentabilidades hasta un 15% mejores que los de la media de su categoría en horizontes de 5 años. Y es ahí donde debemos poner el foco, en hacer más rentable nuestra inversión en el largo plazo y no en dejarnos seducir por ofertas puntuales que poco aportan al objetivo real. Son muchos los ciudadanos que se ciegan al ver bonificaciones extra por el traspaso de sus planes, sin fijarse en lo realmente importante, que es la trayectoria de rentabilidad que pueda aportar la gestora.
En conclusión, huyamos de alarmismos exagerados, pero tampoco recurramos a la técnica del avestruz. Información, reflexión y decisión son los ingredientes que nos van a permitir tomar el camino correcto y, no tengamos duda, ahorrar para el futuro siempre lo es.