En su opinión, las bolsas de todo el mundo han alcanzado máximos históricos en base a la hipótesis de que los bancos centrales serán capaces retirar su estímulo monetario y normalizar los tipos de interés este año sin repercusiones adversas. Pero desde su punto de vista se trata de una percepción ingenua.
Explica que “el efecto distorsionador de los programas de flexibilización cuantitativa (QE) ha impulsado a los precios de los activos de forma generalizada: no solo la renta variable, sino también la renta fija, la propiedad inmobiliaria, el arte, los coches, el vino… prácticamente todo lo que podamos imaginar”. Por eso alerta que “en el año 2000 tuvimos la burbuja puntocom. En 2007 fue la burbuja inmobiliaria. Hoy en día, nuestra economía se ve distorsionada por la burbuja de todo”.
En su opinión, en los últimos años el exceso de liquidez inyectado por los bancos centrales ha provocado que empresas y gobiernos hayan recurrido cada vez más al endeudamiento sin considerar las consecuencias a largo plazo. Por eso señala que “bastaría una pequeña subida de los tipos de interés para que la gente comenzara a pasar apuros para atender a los pagos de su deuda. De hecho, esto ya está ocurriendo, a juzgar por las recientes cifras de morosidad en la financiación de automóviles: en Estados Unidos, unos 8 millones de personas llevan 90 días o más atrasados en el pago de sus coches3, según datos de la Reserva Federal”, por ejemplo.
Para el experto la situación en la que nos hallamos no sería tan preocupante si estuviéramos al principio de una recuperación económica, si el empleo estuviera repuntando y la inflación salarial subiendo. En cambio, la recuperación estadounidense ya es la tercera más larga de la historia: estamos en la fase final de este ciclo, no en su comienzo.
Señala el experto que hasta ahora, los mercados han hecho gala de una notable capacidad para ignorar estas cuestiones. “Esto sugiere que los inversores confían plenamente en que los bancos centrales siempre acudirán a su rescate. El resultado es un mercado bastante elevado y un riesgo bastante alto, pese al hecho de que todas las medidas de riesgo indican que no existe riesgo alguno”.
Desde su punto de vista la opción para los inversores es acudir al reparto–con dividendos que pueden reinvertirse para aprovechar su capitalización compuesta a lo largo del tiempo– puede ser una opción atractiva. “Invertir en empresas que reparten dividendos estables, con saldos de liquidez neta elevados, pueden hacer que futuras rachas de volatilidad en el mercado no sean un riesgo, sino una oportunidad”, aconseja.