De esta forma, a pesar del enfriamiento del mercado inmobiliario, que presenta caídas en el número de compraventas y en el de hipotecas concedidas del orden del -10% al -20% en los últimos meses, los precios están mostrando una importante resistencia. Esto se debe por una parte a que no había un exceso en el punto de partida. A diferencia de la burbuja formada antes de la gran recesión, los indicadores de accesibilidad a la vivienda que toman en consideración los precios y los tipos de interés en relación con la renta de los hogares no se habían disparado a pesar de la notable subida de los tipos de interés.
Por otra parte, la oferta de viviendas ha permanecido en niveles moderados si atendemos a los visados de obra nueva concedidos que, de hecho, han estado por debajo del incremento del número de hogares durante los últimos años. De esta forma, a pesar de la reducción de la demanda de vivienda desde máximos, la escasez de oferta está sosteniendo los precios. Esto afecta sobre todo a la obra nueva, cuyos precios crecen un 7,7% interanual según el INE frente al 2,9% de los precios en la vivienda usada.