Gescooperativo, la sociedad gestora de inversión colectiva del Grupo Caja Rural, ha elaborado un informe que identifica las principales amenazas a las que deberán prestar atención los inversores en 2025, ya que podrían influir en la valoración de los activos financieros.

Esta agenda recoge acontecimientos y fenómenos actuales cuyo desarrollo futuro es incierto. No obstante, su impacto podría verse matizado, neutralizado o incluso transformado por la aparición de nuevos factores. Entre los aspectos destacados figuran, principalmente, cuestiones de índole económica, financiera y geopolítica.

1. Nueva política exterior y comercial de la administración de EEUU y su posible impacto en el comercio global, las relaciones bilaterales y la dinámica de los bloques económicos. 

Existe la posibilidad de que la nueva administración estadounidense implemente aranceles en sectores clave como las manufacturas y los bienes de equipo procedentes, especialmente, de países emergentes y socios comerciales como China o Europa. El nuevo statu quo, en caso de confirmarse, afectaría, por ejemplo, a productos básicos como el acero los automóviles, y podría generar represalias por parte de los países afectados y terminar impactando en empresas tecnológicas estadounidenses, además de alterar las cadenas de suministro globales. En resumen, la limitación al comercio mundial impactaría de forma negativa en el crecimiento económico global, y sería negativo para los mercados en general. Si bien, se verían más impactadas aquellas economías más dependientes de las exportaciones de bienes.

2. Evolución de los conflictos internacionales y su impacto económico: influencia en los precios de la energía, materias primas y estabilidad geopolítica

Una intensificación de las tensiones en Oriente Próximo podría afectar la producción de petróleo y gas, incrementando los precios de la energía, con el consiguiente aumento de la inflación y la posible ralentización de las políticas de recorte de tipos de interés por parte de los bancos centrales. No obstante, no parece que los mercados contemplen este escenario. El crecimiento moderado de la economía china podría limitar la demanda global de materias primas, reduciendo el impacto de los precios de la energía.

En el foco de los mercados, también estará la evolución del conflicto histórico que mantienen Taiwán y China. Taiwan es el principal productor mundial de semiconductores, una industria crítica para tecnologías clave como la inteligencia artificial, la automoción y la electrónica de consumo.  Una escalada de las tensiones con el gigante asiático podría interrumpir las cadenas de suministro, afectando negativamente a sectores dependientes de chips avanzados.  

En concreto, la falta de acceso a semiconductores podría generar una recesión tecnológica temporal, reduciendo las valoraciones de empresas en sectores tecnológicos y aumentando los costos de producción a nivel mundial.

3. Políticas monetarias en transición en EEUU y Europa: tipos de interés y control de la inflación.

Aunque la inflación ha disminuido desde 2022, la "última milla" para alcanzar los objetivos del 2% sigue siendo la tarea pendiente para 2025. Una sorpresa inflacionaria podría forzar a los bancos centrales a mantener y ralentizar el ciclo de bajada de tipos de interés, impactando negativamente en los mercados financieros, principalmente en las Bolsas.

Si bien los inversores anticipan recortes de tipos en 2025, cualquier cambio inesperado en la política monetaria de la Reserva Federal o del Banco Central Europeo podría desestabilizar los mercados.

4. Avances en Inteligencia Artificial y su adopción en empresas, sectores y ciudadanos. 

La IA promete aumentar la productividad y transformar sectores enteros. No obstante, si el proceso de adopción por parte de empresas, sectores y ciudadanos fuese más lento de lo que el mercado espera, podrían verse correcciones sobre los niveles actuales de cotización de los desarrolladores de esta tecnología.  No obstante, a medio y largo plazo, la IA representa un motor clave de crecimiento económico. 

5. Retos de la economía europea: aumento de la competitividad y el crecimiento en un contexto de transición energética.

Europa avanza hacia un modelo económico más sostenible, impulsado por normativas estrictas en materia medioambiental. Este compromiso con la sostenibilidad, aunque crucial para la lucha contra el cambio climático, plantea desafíos competitivos en un contexto global donde otras regiones operan con regulaciones menos exigentes.

En este sentido, sectores como el de la automoción se enfrentan una presión añadida debido a la llegada de vehículos eléctricos más económicos producidos en mercados como China. Además, los costes asociados a las normativas sostenibles podrían poner a prueba la competitividad de industrias clave en países como Alemania y Francia, históricamente motores económicos de la UE.

6. Riesgo político en Europa: procesos electorales en Francia y Alemania. 

Los procesos electorales previstos en Francia y Alemania en 2025 podrían generar volatilidad en los mercados financieros debido a la incertidumbre sobre posibles cambios en sus principales líneas políticas. De los resultados que se deriven de las urnas dependerán cuestiones clave para esos países, como las políticas fiscales o energéticas que adopten.

Todo ello puede influir en las perspectivas de crecimiento económico de la región y la estabilidad del euro. Los inversores estarán atentos a los mensajes sobre integración europea, transición energética y reformas económicas, que podrían definir el rumbo de los mercados en el corto y mediano plazo.

7. Expansión de los criptoactivos y riesgos asociados a la extensión de este tipo de inversión entre actores relevantes. 

Los criptoactivos, como el Bitcoin, están ganando peso en las carteras de inversión, pero su alta volatilidad podría generar tensiones significativas en caso de caídas abruptas de precios. Por ejemplo, un descenso severo podría impactar a instituciones y particulares con grandes exposiciones, generando desconfianza y contracción del crédito. En este sentido, la falta de un marco regulatorio robusto podría aumentar la magnitud de futuras crisis relacionadas con estos activos.

En definitiva, 2025 es un año en el que se vislumbran múltiples factores que formarán parte de la agenda de los inversores a escala global. Asuntos como las políticas comerciales que finalmente se adopten en Estados Unidos, la evolución de los conflictos internacionales actualmente en curso, las decisiones monetarias de los principales bancos centrales, la revolución de la IA, los retos europeos o la volatilidad de los criptoactivos serán claves para definir el rumbo de los mercados.