En algo más de un mes, desde los máximos del 19 de febrero hasta los mínimos del 26 de marzo, el Ibex 35 cae casi un 39%, descensos similares al del resto de principales bolsas europeas y algo por encima de los del S&P 500 y el Dow Jones en Wall Street. Así, los principales índices de bolsa se vieron afectados por las consecuencias económicas provocadas por la pandemia de coronavirus, especialmente por las medidas impuestas por los gobiernos para intentar reducir los contagios.
¿Cómo se ha comportado el inversor español durante las caídas? Aunque pueda parecer sorprendente, la gran mayoría de ellos, el 64%, decidió mantener sus inversiones y, en cambio, sólo un 19% vendió, mientras que el 17% se decidió a invertir más, según el Informe naranja de ING sobre el Comportamiento de los inversores españoles ante los movimientos del mercado.
Dos de cada tres inversores que vendieron lo hicieron en marzo y para el 78%, la venta coincidió con la caída del mercado. El 49% de los inversores vendieron por los problemas actuales o futuros de liquidez, lo que explicaría por qué la mayoría de ellos (62%) depositaron su dinero en cuenta. El otro 38% decidió otro destino para su dinero: la mayoría lo llevó a fondos, depósitos bancarios, acciones y cuentas de ahorro. Y la mitad que se decantó por los fondos eligió uno de gestión pasiva.
Divergencias entre bolsas y economía real
Uno de los temas del momento, tras las caídas y posteriores recuperaciones de la renta variable, son las divergencias que se está produciendo entre la economía real y las bolsas. En la misma línea, los inversores se muestran más optimistas respecto al crecimiento de los mercados bursátiles mundiales que con la economía española. El 40% considera que los mercados crecerán en los próximos cinco años: el 35% piensa que será un crecimiento entre el 1% y el 10% anual y el 6% cree que la subida será superior al 10%.
Sin embargo, sobre el crecimiento de la economía española son más pesimistas. El pasado martes, la Comisión Europea empeoraba sus previsiones sobre España, anticipando que el PIB nacional se contraerá un 10,9% este año, el peor dato del continente después del 11,2% italiano. A cambio, las tablas apuntan a una recuperación intensa del 7,1% en 2021, una décima más alta también de lo esperado en la última evaluación trimestral. Para el FMI, España finalizará el ejercicio con un retroceso del PIB del 12,8%; mientras que el déficit se disparará hasta 14,9%.
Pensando en los próximos cinco años, el 13% considera que el PIB caerá en España entre el 1% y 2% anual, mientras que el 22% cree que se producirán caídas superiores al 2% anual en los próximos cinco años.
Según Francisco Quintana, director de Estrategia de Inversión de ING, “estos datos nos demuestran que los inversores son cada vez más conscientes de que la economía y la bolsa no se suelen mover acompasadas. Los inversores han visto cómo en esta crisis la bolsa ha vivido uno de sus rebotes más importantes, a pesar de que la economía real esté sufriendo un deterioro”.
“Si relacionamos las expectativas de crecimiento de los mercados con el comportamiento de los inversores, se observa que los inversores no han seguido un patrón lógico y, a pesar de su optimismo sobre el comportamiento futuro de los mercados, no han aprovechado el momento para aumentar sus posiciones de inversión”, añade.
Comportamiento en la crisis del covid-19 vs 2008
En la presentación del informe, Pedro Bermejo, neurólogo, doctor en neurociencia y presidente de la Asociación Española de Neuroeconomía, destaca que los inversores son capaces de aprender a través de formación y la experiencia. “Los que vieron la crisis anterior estaban esperando una oportunidad como esta que se produce cada ciertos años”, indica.
Según el experto, una de las claves en la relación entre las inversiones y las emociones se encuentra en la amígdala cerebral. “Cuando hacemos algo en contra del grupo, tomamos una decisión arriesgada, como en un momento en el que las bolsas están cayendo, cuando le damos al botón de invertir se nos activa la amígdala celebrar y esa sensación negativa”.
Comparando con lo vivido en la crisis más reciente, la de 2008, los inversores españoles no solo no conservan el trauma, sino más bien todo lo contrario. En la crisis financiera, según los datos de ING, un 23% de los inversores españoles vendió sus activos, frente al 19% que lo ha hecho en el contexto del covid-19. Por otro lado, un 12% invirtió aprovechando la incertidumbre sobre el sistema financiero, por el 17% que ha incrementado posiciones durante la pandemia.
En contra, o a favor, según se mire, juega la dopamina, un neurotransmisor que funciona como recompensa cerebral y “provoca que terminemos comprando”. A pesar del comportamiento de los españoles, comparado entre lo que ocurrió en 2008 y esta crisis, importantes subidas y bajadas de los mercados pueden provocar lesiones y patologías cerebrales. “Hay una relación estadística entre subidas y bajadas bruscas con mayor frecuencia de ictus celebrarles”, advierte Bermejo y añade que “ante una emoción tan grande como el pánico, la pérdida o la depresión, indudablemente nos va a generar una memoria a largo plazo, que se puede traducir en estar años evitando una nueva perdida. Va a haber un porcentaje de inversores que no se recuperen nunca”.
Y la inmediatez tecnológica podría favorecer la toma de decisiones erróneas. La tecnología permite tomar una decisión de inversión y ejecutarla en cuestión de minutos. “Todo lo que nos haga tomar una decisión más reposada y meditada puede redundar en una mejor rentabilidad”, afirma Quintana; mientras que Bermejo advierte del poder de la tecnología de amplificar la respuesta del mercado. “Si hay miedo los inversores comenzarán a vender. Se va a agudizar esa sensación de pánico y eso va a hacer que otros inversores tomen sus decisiones en la misma línea
¿Cómo se definen los inversores españoles?
Por otro lado, el informe revela el perfil tipo de inversor español: son cautelosos, asumen riesgos solo a veces e invierten con un horizonte temporal superior a dos años. En concreto, un 83% invierte a medio o largo plazo y solo un 17% lo hace por un periodo de dos años o menos. Además, el 73% se definen a sí mismos como cautelosos. De este modo, un 61% asumen riesgos solo a veces, mientras que el 12% evita correr cualquier riesgo. Por el contrario, solo el 27% dice que no le importa correr riesgos.
En cuanto a las pautas de inversión, tres de cada diez (el 29%) invierten y después no vuelven a mover el dinero, frente al 71% que continúa invirtiendo—en distintos momentos—más allá de la primera operación. De ellos, el 50% invierte de forma recurrente (bien de manera periódica o cuando tienen dinero).