China es, ahora mismo, una de las grandes preocupaciones mundiales, dentro y fuera de los mercados. El hecho de ser una de las grandes economías globales, que marca por ejemplo tendencia de inmediato con un dato negativo en el precio del petróleo ante sus altos niveles de demanda de crudo, no le exime de un posible efecto contagio, o quizá por la interrelación y globalización mundial, a los mercados financieros.
De momento desde Schroders se preguntan, en concreto su economista senior de mercados emergentes David Rees, si el país ha entrado en una espiral de deuda y deflación, a partes iguales. Y todo mirando al país del sol naciente, porque los expertos coinciden en que podría producirse una ‘japonización’ del país, ante la marcha bajista de los precios.
Y no olvidemos que esto se produce, como indica el experto, en un contexto totalmente contrario del resto del mundo, con inflación muy elevada que ha cambiado el panorama de los tipos de interés en más de medio mundo.
Todo ello por varios factores, como la menor importación de bienes intermedios por la caída de la demanda mundial, con que el auge de los viajes no se ha traducido en mayor crecimiento, con efecto precio que ensombrecen las importaciones, con la vista puesta en las materias primas.
Y considera que “la reciente caída en la deflación parece tener más que ver con la reversión de anteriores subidas de los precios mundiales de las materias primas que con la debilidad de la demanda interna. Si estamos en lo cierto, es probable que el actual brote de deflación dure meses y no años”, lo que a la postre sería una buena noticia.
Su fuerte mano dura e influencia al alza ante los BRICs, elevando su zona de influencia con seis países que entrarán en el grupo, no deja fuera de juego la brecha entre el crecimiento y los beneficios de la que nos habla DWS, la gestora de Deutsche Bank.
Sebastian Kahlfeld, Senior Portfolio Manager Emerging Markets de DWS destaca que quizá sea momento para mirar menos a las cifras de crecimiento del PIB como indicador de la salud económica del país. En su opinión, “China no es un país al que los inversores deban acceder simplemente siguiendo un índice bursátil. Ignorar a China como accionista podría ser una solución simple, pero es error evitable ya que sus sectores individuales y acciones pueden ser muy atractivos, a pesar de todo”.
Sea como fuere Morgan Stanley acaba de recortar el precio objetivo para el MSCI China, tras la revisión a la baja del crecimiento del país. Y espera que su objetivo de junio de 2024 para MSCI China era ahora de 60, por debajo de 70., para un indicador que ha recortado un 8% en lo que va de año.
También Goldman Sachs ha recortado, por el mismo motivo, el miedo a un crecimiento cada vez menor de su PIB, su objetivo a un año para las acciones asiáticas sin Japón, el mismo indicador, por el gran problema inmobiliario que azota al país y revierte negativamente en su crecimiento. Y especialmente por el riesgo de contagio a toda la región, desde Taiwan hasta Australia.
Pero hay quien mira con una visión algo menos negativa a China. Es el caso de Allianz Global Investors, desde donde consideran que, “aunque los datos económicos de julio presentaban un panorama preocupante, mostraban una moderación continua de la actividad y no un crecimiento peligrosamente descontrolado”.
Y destaca además que factores como la ralentización de la demanda de crédito por parte de los hogares y empresas “debe considerarse en el contexto de un aumento récord del crédito en el 1T 2023. Y que, a pesar de decepcionar frente a las expectativas del mercado, los datos de ventas al por menor en una amplia gama de sectores siguen siendo sólidos”.
Muchos son los que consideran que un crecimiento más ordenado, aunque algo menor de China contribuirá de forma paulatina a la mejora del contexto global.