El ecosistema de las criptomonedas está volviendo a demostrar que, aunque Bitcoin parece un activo común y corriente, que se ve penalizado por la aversión al riesgo generalizada de los inversores ante una guerra como la lanzada por Rusia en su invasión de Ucrania e incluso en su rebote posterior en el segundo día de ataques, tras la sobrerreacción, en realidad, por sus características propias, no lo es en absoluto.
Las diferencias estriban en las posibilidades cripto que se abren en esta crisis, algunas como ya se ha demostrado y que veremos ahora y otras que abren un camino de difícil retorno por el que Rusia incluso, uno de los grandes enemigos de las monedas virtuales, puede aprovecharse de ellas ante las duras sanciones económicas puestas en marcha por Estados Unidos y los países de la Unión Europea.
Peo vayamos al principio, Bitcóin se ha convertido ya en moneda de primer orden en el conflicto. Por un lado, en el caso de Ucrania, donde las donaciones generalizadas para apoyar al ejército ucraniano, recordemos unas cinco veces menor que el ruso, han alcanzado en los últimos días, según la firma de análisis blockchain Elliptic los 4,1 millones de dólares.
Todo ello a través de ONGs y sus crowdfundings que recaudaron 675.000 bitcíns en las primeras horas, para superar los 4 millones tras una donación única de 3 millones. Se trata además de Organizaciones No Gubernamentales que están muy ligadas al ejecutivo del país del presidente Zelenski.
Pero del otro lado también parece que podría aprovecharse la inversión en criptomonedas. Parece además que es un movimiento que incluso Vladimir Putin podría haber pensado ya a principios de febrero, para cuando llegara el ataque. Entonces las autoridades rusas dieron un giro de 360 grados que nadie podía entender, como ahora se visualiza, dejando de lado a las acusaciones contra la criptomoneda del Banco Central de Rusia.
De hecho, incluso con ley de la Duma encima de la mesa en su reconocimiento, a niveles incluso, semejantes al rublo. Lo que escondía esta decisión era sin duda la posibilidad de que Bitcóin y el resto de las divisas digitales puedan ser el medio por el que Putin sortee las sanciones impuestas por occidente.
No es algo nuevo, porque las sanciones impuestas en 2014 a cuenta de la invasión de Crimea que, The New York Times calcula en 50.000 millones de dólares anuales ya reactivaron el mercado cripto, y ahora podría reactivarse, en especial para eludir las sanciones relacionadas con las transacciones bancarias y bloquear su ejecución internacional. Todo ello a pesar de que las operaciones en criptos que se registran en la cadena de bloques son transparentes, porque Rusia podría haber creado nuevas herramientas para enmascarar estas transacciones, de forma que no pudieran ser rastreadas.
Aunque este siempre había sido uno de los argumentos de los detractores de Bitcóin su uso para movimientos fraudulentos por parte de mafias y cárteles y de la economía sumergida al más alto nivel, como del blanqueo de capitales, lo cierto es que las advertencias ya habían llegado del departamento del Tesoro estadounidense que había explorado esta situación.
Ahora, ante la situación creada, es la presidenta del BCE, Christine Lagarde quien ha llamado a regular las criptomonedas, con Bitcóin a la cabeza al entender que Rusia puede aprovecharse de ellas para evitar o saltarse las sanciones impuestas. Y ha pedido a los legisladores que establezcan un marco jurídico para su funcionamiento.
En cuanto a su cotización, lo cierto es que Bitcóin se ha desmarcado de aquellos que consideraban a las cripto como activos refugio y ha sucumbido a las pérdidas generalizadas de los mercados de los que solo se han salvado el petróleo, el gas y el resto de las materias primas y el oro.
Así tras la volatilidad, caídas y rebote las pérdidas solo se cifran en descensos de apenas un 0,85% en la semana, con avances mensuales del 6,47% mientras que en el semestre el recorte es del 18,9%. En lo que va de año, los recortes se profundizan para un Bitcóin que cae en 2022 un 17,68%.
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