Quién nos iba a decir que la presidencia de cualquier banco central requiriera de diplomacia de la que, a todas luces, hacen gala casi el global de los presidentes de estas instituciones de manera global. Al menos eso es lo que parece. El trono lo sigue ostentando Alan Greenspan quien fuera presidente de la FED de EEUU entre los años 1987 y 2006 y con nada menos que tres presidentes, Bush padre e hijo y, entre medias, Bill Clinton.
Famosa es la anécdota de la petición de mano a su esposa, la periodista de la NBC Andrea Michell, que cuando le pidió en matrimonio, ni tan siquiera se enteró de que lo había hecho. Solo así se entiende que, en sus comparecencias posteriores a las decisiones monetarias, media prensa pensara que la FED subiría los tipos y la otra mitad que manejaba bajarlos.
Ese lenguaje enrevesado y alambicado del que, habitualmente hacen gala los presidentes de los bancos centrales, a veces nos lleva a preguntarnos si la transparencia y las respuestas directas no serían más correctas cuando están hablando de cómo interactuarán sobre nuestra economía.
Christine Lagarde, a quien hemos escuchado como ministra de economía en Francia y directora gerente del FMI con anterioridad, suele ser muy cuidadosa en el fondo y en la forma cuando habla en público. Pero el ejercicio de diplomacia del pasado jueves, en la rueda de prensa tras la reunión del BCE nos pone sobre la mesa, de nuevo, en el modo interpretaciones.
Nadie entiende en el mundo financiero de la eurozona, que hasta ahora se ninguneara la inflación de la zona euro dentro de la torre euro en Frankfurt, la sede el Eurobanco. En lo esencial, porque no es ningún secreto como vemos en la gráfica desde principios de año, que no ha dejado de subir desde niveles que duplica con creces el objetivo del BCE, luego tamizado.
La excusa habitual a este lado del Atlantico, era doble. Por un lado, que los niveles de subida de precios eran coyunturales y se iban a corregir y por el otro, que ni de lejos llegaban a los niveles de Estados Unidos, una vez que Jerome Powell sí dejó de lado la transitoriedad de la inflación para tomar cartas en el asunto y colocar, a vista de pájaro del próximo mes, la primera subida de tipos en EEUU desde el 20 diciembre de 2018.
De momento y, con la transcripción de las palabras de Christine Lagarde en la mano, solo podemos interpretar. Entre lo que dijo, que marzo será crucial, ya que preguntada por si repetía su “poco probable” que subieran los tipos este año, señaló que “no hacía promesas sin condiciones” y lo fía todo al mes que viene, con datos, dice, adicionales para evaluar la situación. Eso sí, habló de gradualidad, lo que ya en sí era una mirada entre líneas a que los tipos van a cambiar más pronto que tarde, tal y como lo han leído tanto analistas como mercados, para lo que sería, la primera subida en 11 años de los tipos de interés en la eurozona.
Insistió la presidenta del BCE en que se cerrará el programa de compra de activos de la pandemia, con ese primer paso ya en marzo y después implementarán que harán con el segundo mecanismo en todo 2022. Y hasta que eso no acabe, dijo, no habrá subida de tipos.
Ahora mismo, el consenso es que las compras finalizan completamente en septiembre de este año y que, incluso, ese mismo mes, pueden subir los tipos en la eurozona y una segunda vez en diciembre, con el panorama actual y la inflación como espada de Damocles sobre nosotros. De producirse, sería la segunda máxima responsable del BCE en elevarlos, tras Trichet en abril y julio de 2011, ya que Mario Draghi, no lo hizo nunca en sus ocho años al frente de la entidad.
Al final, la sentencia vino de sus palabras en las que reconoció que la situación ha cambiado, con expectativas al alza de la inflación a corto plazo, aunque a nadie se le escapa, que eso solo es novedad para el BCE.
El negarse a repetir como en diciembre, que era poco probable que subieran los tipos en la eurozona este año, delató a la presidenta sobre lo que de verdad trasciende de sus palabras: el Consejo de Gobierno del BCE ya se prepara para subir tipos y el del jueves es el primer toque de atención real. Ahora lo que toca es esperar para más certezas al mes de marzo: al día 10.