Los inversores han tenido acceso a más información de la habitual para el primer trimestre de 2020, pero existe cierta frustración con respecto a la falta de uniformidad de los elementos facilitados. Sin embargo, creemos que, en general y con la bienvenida ayuda de los bancos centrales, los gobiernos y los supervisores, los bancos están mostrando un cierto nivel de solidez para poder hacer frente a esta crisis. En realidad son el brazo armado de las autoridades para asegurar que el crédito se distribuya a la economía real.
Esta crisis, de una magnitud sin precedentes, es muy diferente a la de 2008. Donde los bancos fueron la fuente del problema en 2008, estamos convencidos de que son innegablemente parte de la solución en 2020.
Terminada la presentación de resultados del primer trimestre en el sector bancario, los inversores han podido comprobar la mayor resistencia del sector en comparación con la crisis anterior y han manifestado la gran complejidad de los datos a analizar.
A excepción de Italia, en el primer trimestre el impacto real está empezando a sentirse. Según nuestro análisis, hay muy pocos signos notables de deterioro de la calidad crediticia de las carteras de préstamos. Por el contrario, observamos una continua disminución de los préstamos dudosos para los bancos periféricos1. Un recordatorio a nivel contable: los bancos contabilizan provisiones a medida que se deteriora la calidad crediticia de los prestatarios, es decir, reservan un importe estimado de pérdidas futuras por impagos de sus deudores.
No obstante, la entrada en vigor desde 2018 de la nueva versión de la normativa contable NIIF 9 introduce un aspecto prospectivo: la provisión de las pérdidas previstas antes de que haya pruebas de deterioro de la calidad del crédito. Sin embargo, para evitar un exceso de provisiones, los reguladores -el Mecanismo Único de Supervisión (MUS)- han alentado a los bancos a realizar provisiones sobre la base de la hipótesis de una contracción del PIB seguida de un repunte, debido a la naturaleza tan específica de las crisis relacionadas con las pandemias. Sólo el sector petrolero está sujeto a disposiciones para rebajas tangibles y específicas, y varios emisores han sufrido notablemente pérdidas relacionadas con los problemas de un corredor de petróleo de Singapur.
Algunos emisores han utilizado la capacidad de previsión de la NIIF 9 para empezar a contabilizar provisiones (los bancos del Reino Unido, Santander, UniCredit), mientras que otros emisores han seguido más de cerca la recomendación de los supervisores de no provisionar demasiado en la fase inicial (en particular, algunos aseguradores nórdicos, Erste Bank, Intesa Sanpaolo). Así pues, las provisiones correspondientes a los próximos trimestres reflejan no sólo la calidad crediticia de las carteras sino también las diferentes estrategias de aprovisionamiento.
El escenario de una crisis manejable
Algunos bancos europeos, a diferencia de los estadounidenses, han propuesto estimaciones del coste del riesgo para 2020, e incluso para 2021. Sin embargo, en nuestra opinión los escenarios macroeconómicos subyacentes no siempre son conocidos o creíbles. Además, los programas de apoyo del gobierno (desempleo a tiempo parcial, prestaciones) no siempre se contabilizan de manera uniforme. Por último, el resultado secuencial de estas medidas es incierto, pero podría producirse un desfase de algunos trimestres debido a las moratorias de pago. Para muchos bancos, estas comunicaciones, que suelen ir acompañadas de revisiones a la baja del consenso, ofrecen un panorama de una crisis manejable, siempre que no haya una segunda fase de confinamiento o una crisis simultánea de la deuda soberana. La transparencia ofrecida sobre las exposiciones de los sectores de riesgo (importes de los créditos en sectores como petróleo, turismo, ocio, líneas aéreas y hostelería) apunta en la dirección correcta, pero sigue siendo muy heterogénea.
En términos de ingresos netos (net business income), el primer trimestre refleja las escasas consecuencias relacionadas con el comienzo del confinamiento. Observamos buena rentabilidad de las actividades del mercado, en particular renta fija, divisas y materias primas en los bancos de EE.UU. y Barclays. Las actividades en el mercado de renta variable de los bancos franceses han encontrado dificultades, en particular las actividades estructuradas, que al mismo tiempo sufren la anulación del pago de dividendos por parte de los bancos europeos.
En cuanto a las perspectivas, destacamos los indicadores de los bancos irlandeses y del belga KBC, que anticipan un impacto material de la crisis en los ingresos netos debido a la debilidad de la actividad comercial y al escenario continuo de bajos tipos de interés. El impacto de las suspensiones de pagos en los márgenes sigue siendo incierto en 2020. Como método de apalancamiento tradicional, algunos bancos están confirmando o acelerando sus planes de reducción de costes.
Varios factores también están obstaculizando el flujo del capital. En primer lugar, el retraso o la cancelación de los dividendos aún no pagados para 2019 se refleja generalmente en un ratio de solvencia más elevado. Los dividendos se deducen de los fondos propios según el calendario de pagos, de conformidad con la política de dividendos anunciada (aunque todavía no se hayan pagado). Su cancelación significa que esta cantidad se reincorpora al capital social.
En segundo lugar, algunos bancos contabilizan sus beneficios trimestrales como reservas, mientras que otros siguen deduciendo el dividendo provisional de acuerdo con su política de dividendos. La mayoría de los bancos han visto aumentar sus activos ponderados por riesgo. En lo que respecta al crédito, las detracciones de las líneas de crédito garantizadas por algunas empresas son lo que está aumentando la base de financiación. Se prevé que el flujo de estas transacciones disminuya gradualmente, sobre todo porque las grandes empresas han podido emitir bonos. En este sentido, observamos un aumento significativo de las bases de depósitos de las empresas, ya que este dinero no se está gastando en este momento. Por el contrario, los bancos que se centran en los clientes retail han visto una ralentización de su actividad.
Se está iniciando una migración de las calificaciones crediticias, aunque es probable que el impacto en términos de capital sea más tangible en los próximos trimestres. Los activos ponderados en función del riesgo de mercado y de contrapartida han aumentado, debido a la volatilidad y a la entrada en vigor de algunos aspectos previstos en la reforma de Basilea. Por último, los ratios de capital están sufriendo los efectos de la valoración (filiales de aseguradoras, déficits de fondos de pensiones en algunos países, cartera de deuda soberana).
Ante este ajuste -generalmente a la baja- del capital, aunque la asignación de los dividendos a las reservas compensa parcialmente el crecimiento de los activos ponderados por riesgo, los bancos destacaron el mayor margen de maniobra con respecto a los requisitos reglamentarios mínimos, que se han revisado a la baja. A mediados de marzo, los bancos europeos se beneficiaron de una primera ola de flexibilización regulatoria estimada en 120.000 millones de euros de capital según el Mecanismo Único de Supervisión, a la que se añaden los dividendos de 2019 destinados a las reservas de más de 30.000 millones de euros. A finales de abril de 2020, con la temporada de resultados ya muy avanzada, el supervisor europeo anunció una segunda serie de medidas de flexibilización: i) la anulación de una parte de los efectos de la NIIF 9 en materia de provisiones, ii) la aplicación de dos medidas destinadas a atenuar el impacto de Basilea IV, mientras que la reforma propiamente dicha se aplaza, junto con las medidas de apoyo en favor de las PYME/infraestructuras (concretamente, los préstamos a las PYME/infraestructuras están experimentando una disminución de su ponderación de riesgo) y el tratamiento prudencial favorable de los activos materiales para programas informáticos. Estas medidas no están cuantificadas, pero algunos bancos han hecho estimaciones de alrededor de 50 puntos básicos positivos en favor del capital CET1.