En un reciente informe, los analistas de la entidad británica explican que a corto plazo “es un buen momento para retroceder nuestra exposición al riesgo de la renta variable hacia una posición ligera de “infraponderar” en lugar de la apuesta de sobreponderar que hemos tenido en los últimos triemestres”.
Explican que toman esta decisión debido a que aunque los eventos que preocupan al mercado tienen pocas posibilidades de producirse podrían afectar a la bolsa de una manera que no ocurría en 2017, tal y como ha sucedido ya este año en dos ocasiones. Aseguran que “un aumento gradual de la inflación acompañado de crecimiento nunca ha sido malo para la renta variable. Pero no estamos ante tiempos normales ya que las valoraciones de la renta variable están soportadas por unas condiciones monetarias altamente permisivas que sólo han estado presentes por la ausencia de inflación”. En su opinión esto es por lo que los temores de un ritmo de subida de tipos más acelerado si llega la inflación podría ser un reto para la bolsa en estos momentos”, afirman.
Con todo, consideran que las caídas de la bolsa en los próximos meses serán de corta duración debido a que los fundamentales de la economía y las políticas monetarias van a seguir siendo favorables en los próximos trimestres.
Pero señalan que “dado el inminente anuncio de políticas comerciales y el hecho de que es menos caro estar acecho a las oportunidades que surjan en el mercado de renta fija de lo que lo era hace tres meses, recomendamos una retirada táctica de algunas partes de la renta variable hacia la renta fija para posicionarnos ante una sobre reacción de las bolsas ante datos económicas o anuncios políticos. En la renta variable global no hay un argumento que justifique posicionarse en una región frente a otra”.
En su opinión, tanto Estados Unidos como Japón, Europa y los emergentes están valorados en su justa medida bajo sus propios estándares. Pero en todas continúa la expansión y los riesgos políticos -dejando al margen los comerciales- son pequeños, afirman. Consideran, eso sí, que los más baratos son los mercados de Europa y los emergentes.