Las empresas estadounidenses están en plena fase de recuperación del ciclo crediticio gracias a que se han centrado en el apoyo a los tenedores de bonos y a que los bancos centrales han mantenido los tipos bajos creando unas condiciones financieras benignas. La principal tarea de las compañías es trabajar en la recuperación de los balances y en las métricas crediticias, como el apalancamiento, el flujo de caja y los márgenes. Es cierto que hay factores como las mutaciones de los virus, los repuntes de la inflación o los cambios en la política de los bancos centrales que podrían interrumpir este proceso, aunque es poco probable.
La otra cara de la moneda de la recuperación de EE.UU. es el aumento de los rendimientos de los bonos soberanos que se produjo en el primer trimestre del año debido al aumento de expectativas de inflación. Sin embargo, estas expectativas han ido demasiado lejos, ya que es probable que las cifras reales de inflación sean inferiores a las que el mercado está descontando en estos momentos.
La reciente reunión de la Fed ha servido de consuelo, ya que el presidente de la institución, Jerome Powell, insistió en que se centraría en el progreso demostrado, no sólo en las previsiones, tanto en el empleo como en la inflación. En este sentido, antes de que pueda esperarse una acción de la Fed, la inflación debe ser sostenible, mientras que el progreso del mercado laboral debe ser amplio e inclusivo. Además, las actas de la Fed mostraron que los miembros del comité siguen siendo cautelosos con respecto a la recuperación económica y no sienten ninguna urgencia por eliminar la orientación acomodaticia de sus políticas.
En el caso de los bonos corporativos de EE.UU., el aumento de los rendimientos no se ha convertido hasta ahora en una preocupación para los fundamentales del crédito, ya que los costes de los préstamos están todavía muy por debajo de los cupones existentes, las políticas de la Fed siguen siendo muy acomodaticias y el impulso económico es positivo. Además, las empresas han sido muy activas con las ofertas de bonos: comprando emisiones antiguas con cupones relativamente altos y sustituyéndolos por títulos de nueva emisión con cupones más bajos. Esto contribuirá positivamente a los beneficios de las empresas, ya que se han reducido los gastos por pago de intereses. Los mayores rendimientos y, por tanto, los mayores costes de refinanciación no pesarán mucho en la rentabilidad.
Actualmente, los sectores cíclicos que más se benefician de la recuperación parecen especialmente atractivos: Automoción, Industrias Básicas, Energía y Banca. Por el contrario, los viajes y el transporte deben tratarse con precaución.
La sólida demanda de los inversores por los bonos de nueva emisión es probablemente también el resultado una caída de las tasas de impago. Las expectativas de morosidad pintan un panorama mejor, con una previsión de base de Moody`s para los próximos 12 meses por debajo del 4%, que es una cifra inferior a la media histórica. Los principales contribuyentes a los impagos siguen siendo las empresas de petróleo y gas y las minoristas. En el caso de las empresas con calificación de grado de inversión, los impagos y las quiebras suelen desempeñar un papel menos importante.
Las empresas de EE.UU. probablemente no se preocupen por la moderada subida de impuestos
Antes de 2017, Estados Unidos tenía uno de los tipos impositivos más elevados del impuesto de sociedades entre los países de la OCDE. En 2017, se redujo del 35% al 21%. Ahora, podemos esperar que esto se invierta en parte, ya que el presidente Biden ha propuesto varios cambios en los impuestos de sociedades para recaudar ingresos para su plan de infraestructuras. A principios de abril se dio a conocer la hoja de ruta para pagar el Plan de Empleo Americano, llamado "The Made in America Tax Plan".
El mayor cambio desde el punto de vista de los ingresos sería aumentar el tipo del impuesto de sociedades del 21% al 28%. Una regla general es que un aumento de un punto porcentual en el impuesto de sociedades equivale a unos 100.000 millones de dólares de nuevos ingresos al año.
Sin embargo, un aumento del tipo de sociedades necesita el apoyo del Senado o de la Cámara de Representantes. En consecuencia, es muy probable que se llegue a un compromiso y que el tipo se sitúe finalmente en torno al 25%. Un aumento tan moderado del impuesto de sociedades es manejable para las empresas estadounidenses. En términos más generales, un compromiso que establezca un tipo impositivo más bajo de lo que se pensaba inicialmente podría ser positivo en última instancia para los activos de riesgo, incluidos los bonos corporativos.