Las garantías de los préstamos y las inyecciones de liquidez han evitado una contracción del crédito para las empresas europeas
En 2020, se evitaron dos grandes riesgos gracias a la rápida puesta en marcha de sistemas de garantía de préstamos por parte de los gobiernos.
El primer riesgo era un súbitoagotamiento del crédito y la liquidez en el momento en que las compañías estaban bajo presión. Esto es lo que ocurrió en 2008-2009. Una contracción del crédito amplifica el shock sobre la economía real y prolonga los efectos al hacer necesario el saneamiento de los balances de las empresas no financieras y de los bancos. En 2020, los bancos europeos endurecieron modestamente sus normas de préstamo. En la primavera de 2021, los estándares de préstamo han vuelto casi a su situación inicial.
El segundo riesgo era una fragmentación de las condiciones de los préstamos bancarios, como ocurrió en 2013. En ese momento, el acceso al crédito no dependía de la salud intrínseca de una empresa, sino de su ubicación geográfica o de la de su banco, lo que revelaba crecientes divergencias entre los países con superávit presupuestario (Alemania) y los países muy endeudados (periferia de la eurozona).
En 2020, las garantías públicas se extendieron rápidamente en todas partes, y su aceptación aumentó con la gravedad del choque sobre la actividad. Las ayudas a los préstamos a las empresas representaron el 8-9% del PIB en España e Italia, alrededor del 5% en Francia y algo menos del 2% en Alemania. La ausencia de fragmentación financiera diferencia esta crisis pandémica de las crisis financieras que afectaron a la Eurozona en el pasado.
Como en el caso de los sistemas de apoyo al empleo, el debate está abierto en cuanto a la retirada de las garantías y su reembolso. A los gobiernos, a los reguladores y a los propios bancos les interesa escalonar este ajuste. El riesgo de zombificación (apuntalamiento de empresas inviables) es sin duda un problema, pero es de importancia secundaria. Lo más importante es que los grifos de crédito permanezcan abiertos.
Gasto de los consumidores: un gran colchón de ahorro, pero pérdidas irremediables
El ahorro de los hogares se mueve en paralelo a las restricciones sanitarias. El aumento del ahorro en 2020 fue principalmente involuntario y, como tal, parece reversible. Fue la consecuencia directa de las restricciones que afectaron a patrones de gasto (cierre de tiendas y fronteras) y no, como suele ser el caso, un proceso de suavización de los cambios en la renta de disposición.
El levantamiento de las restricciones sanitarias en 2021 tendrá efectos similares (menor tasa de ahorro), pero este fenómeno no será probablemente del mismo ritmo y magnitud que en la fase de cierre. En primer lugar, aunque las vacunas permiten volver a la vida normal sin temor a infectarse, no erradican el virus ni sus variantes. La incertidumbre sanitaria va a remitir, pero no a desaparecer de una vez por todas. La estructura del consumo puede seguir estando sesgada incluso una vez que la crisis sanitaria haya terminado. En segundo lugar, las encuestas de hogares muestran que las expectativas de desempleo siguen siendo bastante elevadas. Es posible que una parte del ahorro involuntario se convierta en ahorro de precaución, o que sirva para fines distintos del consumo (desapalancamiento e inversión). El exceso de ahorro no se reparte uniformemente entre la población.
Por su propia naturaleza, según ODDO BHF, es poco probable que el consumo de servicios reaccione de la misma manera que el consumo de bienes. Dado que el tiempo de ocio no puede prolongarse, el gasto en viajes o en restauración que no se haya desembolsado en 2020 se pierde definitivamente.
Los hogares vacunados volverán a viajar en 2021, quizás con un presupuesto de gasto mayor que el habitual, pero es poco probable que esto compense totalmente el choque de 2020. En resumen, hay un margen considerable para una recuperación del consumo una vez que se levanten las restricciones, pero no para un exceso de demanda duradero que pueda alimentar las tensiones inflacionistas.