La reciente volatilidad de los mercados nos lleva a situarnos en un horizonte de fin de año, pues el punto de llegada debe importar más que los probables tropiezos del camino.
¿Por qué son optimistas en ODDO BHF?
• Las perspectivas de crecimiento económico son negativas a muy corto plazo, pero el respaldo presupuestario adicional debería permitir una reflación suficiente, no solo para evitar una contracción de la actividad, sino también para que la economía mundial pueda acelerarse por encima de su potencial.
• Para que las previsiones de crecimiento económico y los beneficios estimados por el consenso para 2021 se cumplan, este año deberíamos alcanzar la inmunidad colectiva y poner fin a la distancia social. Ni Estados Unidos ni otros países están vacunando todavía a un ritmo que permita alcanzar la inmunidad colectiva antes del verano, pero las previsiones de la nueva Administración Biden indican que el ritmo se acelerará de manera importante de aquí a finales de febrero.
• En general, a lo largo del año pasado, las familias han acumulado un ahorro considerable (el 15% de la renta disponible en Estados Unidos). Si alcanzara su pleno potencial tras la reapertura total de la economía, la brecha de producción pasaría incluso puntualmente a positivo. Pero dejemos de soñar la previsión de posibles subidas de impuestos y la continua reducción de ciertos gastos en servicios impedirán que se gaste todo el ahorro forzoso. La cuestión ahora es saber si los precios de los activos de riesgo reflejan ya la reapertura de la economía.
Las expectativas del mercado acerca del crecimiento de los beneficios para los próximos doce meses ya apuntan a una superación de la brecha de producción y los analistas prevén que los beneficios por acción del SP 500 a doce meses serán aproximadamente un 3% superiores a los del inicio de la pandemia.
¿El hecho de que las expectativas del mercado reflejen ya lo que podría suceder durante el año implica que los precios de las acciones son demasiado elevados? Como mínimo, indica que hay pocas probabilidades de obtener rentabilidades de dos dígitos, debido sobre todo a las valoraciones excesivas. Desde luego que son excesivas, pero ¿estamos ante una verdadera burbuja?
Fijémonos en el ratio precio beneficio pasado del Nasdaq compuesto actual, que se sitúa en 41 veces, frente a 70 veces en marzo de 2000 (y la media de casi 25 desde 1975 salvo el periodo de la burbuja de 1998 a 2000 y el estallido de la burbuja de 2000 2002). Por tanto, aún estamos lejos de la burbuja de entonces.
Históricamente, un crecimiento de los beneficios conforme o superior a las expectativas casi siempre va acompañado de unas rentabilidades bursátiles positivas. Efectivamente, es poco habitual que las acciones caigan cuando los beneficios cumplen o superan las previsiones de consenso, a no ser que sufran un shock de crecimiento importante. Los beneficios cumplieron o superaron las expectativas en 1995 de 2004 a 2007 de 2010 a 2011 y en 2018 años en los que las acciones se anotaron rentabilidades de uno o dos dígitos. Las rentabilidades negativas de un año a otro duraron poco y estuvieron vinculadas a cambios importantes en las perspectivas económicas la crisis de la deuda soberana de la zona euro en 2011 2012 o el inicio de la guerra comercial entre China y EE UU en 2018.
La exuberancia de algunas clases de activos es una clara señal de alarma, pero no pone en cuestión el escenario de la gestora, ya que está muy localizado. Mantengamos el rumbo La «reapertura de la economía» beneficiará a las acciones europeas y emergentes frente a las acciones estadounidenses, y a las acciones cíclicas frente a las defensivas, con sesgo favorable a los valores de pequeña capitalización de todas las regiones.