Los mercados financieros asiáticos podrían cosechar beneficios si el presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, demuestra ser más convencional el anterior inquilino de la Casa Blanca, lo que podría desencadenar una reasignación del capital mundial hacia la región. En efecto, las expectativas del consenso apuntan a un estilo diplomático menos conflictivo para la administración Biden, lo que creará menos riesgos de titulares en los asuntos geopolíticos, menos perturbaciones en los mercados y, por consiguiente, una menor volatilidad.
Desde la gestora anticipan que el nuevo gobierno estadounidense dirigido por los demócratas revisará su relación con China. Y este será uno de los puntos clave para la economía global en 2021.
En Aberdeen Standard si bien no esperan que Estados Unidos cambien su política con respecto a China, creen que Biden pondrá menos énfasis en el déficit comercial bilateral. En cambio, podría usarlo como base para la negociación al restablecer la relación de Estados Unidos con China y volver a comprometerse con la arquitectura del comercio internacional basada en las normas.
La lucha contra el cambio climático podría ser un área de interés común, ya que Biden es un conocido defensor de la sostenibilidad ambiental y China ha declarado su intención de ser neutral en cuanto a las emisiones de carbono para 2060.
Cualquier acercamiento entre Estados Unidos y China aliviaría la presión sobre las cadenas de suministro mundiales, lo que sería positivo tanto para la inversión extranjera directa en Asia como para la inversión empresarial.
La reducción de la volatilidad también sería positiva para los mercados asiáticos en general, lo que podría alentar a los inversores a volver a centrarse en las fortalezas de los gobiernos y las empresas de la región. Las economías asiáticas se encuentran en una etapa más avanzada de recuperación de la pandemia de Covid-19 que sus homólogos occidentales, y han demostrado una mayor capacidad estatal para gestionar la crisis.
Por ahora desde la gestora prevén una división del Congreso de EE.UU. y un retorno a una postura política republicana relativamente obstruccionista. En consecuencia, han atenuado sus pronósticos para el estímulo fiscal estadounidense. La probabilidad de un paquete fiscal más modesto sugiere que la política monetaria del país seguirá siendo acomodaticia durante más tiempo, mientras que creemos que el impacto económico de la pandemia del coronavirus será desinflacionario. Esto podría señalar la debilidad del dólar, al tiempo que apoyaría a las divisas asiáticas y de los mercados emergentes. Tienen una opinión positiva sobre los bonos asiáticos en moneda fuerte y local, sobre todo los bonos del gobierno chino.
Una incógnita es cómo impactará el despliegue de las vacunas contra el coronavirus en la economía mundial. El comercio mundial se ha mantenido relativamente bien durante la crisis hasta ahora, beneficiando a las economías asiáticas que están profundamente arraigadas en el comercio mundial de bienes.
La economía de China se ha recuperado rápidamente, algo que refleja tanto el comercio mundial como la sólida respuesta de la política interna, y parece probable que su tendencia a largo plazo anterior a la crisis continúe con pocos daños. Aunque China ya ha comenzado a vacunar a su población, tener la capacidad de producción para lograr la inmunidad comunitaria en una nación de 1.400 millones de personas será un gran reto. Para Asia en su conjunto, creemos que la inoculación masiva será más bien una noticia de 2022.
En cuanto a la reactivación del turismo mundial, el próximo año esperamos ver un desarrollo desigual. El progreso en las pruebas rápidas de coronavirus podría impulsar la reanudación de los viajes internacionales. En esta misma línea, desde la gestora esperan que se abran más corredores de viaje entre los diferentes países, aunque la medida en que los gobiernos reconozcan las vacunas de países extranjeros podría dictar la fuerza de la reanudación del turismo a nivel mundial.
Oportunidades de inversión
En Aberdeen Standard son optimistas en cuanto a las perspectivas de los bonos asiáticos en moneda fuerte, que ofrecen, en términos ajustados la riesgo, rendimientos superiores a los bonos de los mercados desarrollados. Los emisores asiáticos tienen un menor apalancamiento neto que los estadounidenses, ya que sus economías han sufrido menos daños a largo plazo a causa de la pandemia y se están recuperando más rápidamente.
Como reflejo de esta fortaleza fundamental, en el tercer trimestre se vieron más mejoras que rebajas en las calificaciones crediticias de los emisores asiáticos de grado de inversión. La tasa de impago de los bonos asiáticos de alto rendimiento en los últimos 12 meses se sitúa en el 3,8%, frente al 7,2% de los bonos de alto rendimiento estadounidenses.
Las valoraciones siguen siendo más atractivas, también. A finales de octubre de 2020, el crédito BBB asiático se negociaba unos 100 puntos básicos por encima del crédito BBB estadounidense en lo que respecta a los diferenciales de crédito.
Además, los bonos corporativos asiáticos en dólares han batido a los estadounidenses en términos de la volatilidad de los precios durante la crisis. La media de las caídas desde máximos a mínimos fue menor para el crédito en dólares asiáticos, tanto el de grado de inversión como el de alto rendimiento, que para el crédito de Estados Unidos durante el punto álgido de la crisis en marzo de este año.
Dentro de la renta fija en moneda local, favorecen los bonos del gobierno chino. China sigue siendo el único mercado de deuda soberana con calificación A+ que ofrece más del 3% a 10
años. Eso proporciona un mayor colchón de rendimiento en caso de que se produzca un nuevo entorno de riesgo.
En cambio, los rendimientos de los bonos soberanos en los mercados desarrollados a 10 años han oscilado entre el 0% y el 0,9%, con los Bunds en territorio negativo. Desde una perspectiva tradicional de asignación de activos, esto deja a los inversores sin lugar a donde acudir para encontrar activos defensivos.
Pero más allá de los bonos del gobierno y de los bonos de los bancos, los inversores extranjeros son dueños de sólo el 2% del total del mercado de bonos onshore de China, frente al 20% de Japón, un mercado de un tamaño comparable. Esto subraya la necesidad de que los inversores globales vean el mercado chino de manera diferente.
Desde una perspectiva corporativa, son constructivos con el sector inmobiliario de alto rendimiento de China, donde han visto una fuerte recuperación de las ventas, y en algunos sectores de alto rendimiento en Oriente Medio, en línea con sus previsiones macroeconómicas soberanas.