El presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Ben S. Bernanke, cometió muchos pecados de omisión en el "discurso de Pascua judía" sobre la crisis financiera que pronunció la semana pasada. En el espíritu de la "cena tradicional de la Pascua judía (...) cuando el menor de los niños hace cuatro preguntas", Bernanke decidió hacer y responder "cuatro importantes preguntas" propias, no todas de manera satisfactoria.


Al término del discurso, el presidente de la Fed sin duda tuvo razón al destacar las "señales tentativas de que el abrupto descenso en la actividad económica podría estar desacelerándose". Una de esas señales fue la revisión de las cifras de ventas minoristas que publicó la semana pasada la Oficina de Censos, y la palabra "tentativa" ciertamente era pertinente. Las ventas minoristas nominales en dólares cayeron un 1,1% en marzo mientras que las expectativas de consenso apuntaban a un pequeño incremento.


Sin embargo, el mismo informe mostró una revisión al alza para las cifras de febrero. De modo que, incluso con la caída de marzo, entre diciembre y marzo las ventas minoristas aumentaron significativamente. Y, tras ajustar la cifra a la inflación, la tasa de crecimiento trimestral de las ventas minoristas totales fue de alrededor del 1,6% hasta marzo.

La caída de marzo también está sujeta a una revisión; este informe "anticipado" es sólo una "estimación temprana". Por cierto, la revisión podría darse en cualquiera de las dos direcciones. Pero aun así, el índice semanal de cadenas de tiendas ICSI/Goldman Sachs había subido hasta comienzos de abril, lo que indica que la debilidad de marzo podría no ser más que volatilidad mensual normal. El crecimiento de las ventas minoristas debiera evaluarse frente a la continua liquidación masiva de inventarios. Y esas dos tendencias divergentes ofrecen la posibilidad de que la producción manufacturera comenzará a repuntar, un punto que Bernanke olvidó mencionar.

Esa tampoco fue la única omisión. Considere sólo la primera de las cuatro preguntas que plantea e intenta responder: "¿Cómo llegamos aquí?".

Bernanke comienza informándonos que "el rol de los bancos y otras instituciones financieras consiste en tomar los ahorros generados por las familias y las empresas, y darles uso otorgando créditos y realizando inversiones". Pero el titular de la Fed olvidó mencionar que esto sólo puede ocurrir en un mercado sin restricciones. En este mercado, las instituciones financieras operan en conjunto con el banco central; los préstamos habitualmente se entregan de manera independiente de las decisiones de ahorro. Más bien, es facultad del banco central expandir el dinero y el crédito que determina las tasas sobre los préstamos y hay evidencia de que el antecesor de Bernanke, Alan Greenspan, participó en esa forma de expansión del crédito. Durante un extenso período, la tasa de interés de corto plazo se fijó en un nivel que ningún mercado libre podría permitir: por debajo de la tasa de inflación de precios, lo que ayudó a impulsar el insostenible auge del sector inmobiliario.

Digo que eso "ayudó" sólo para dar el crédito debido al responsable que Bernanke procede a culpar: "los flujos de ahorros desde el extranjero (...) [de los cuales] una consecuencia importante fue un auge en el sector inmobiliario en Estados Unidos (...)". Aun cuando tenga razón en atribuir toda la culpa a este "exceso de fondos disponibles" (para una opinión opuesta, revise el Capítulo Dos del libro de Thomas Woods Meltdown), Bernanke nunca cuestionó si gran parte de los "ahorros" extranjeros eran producto del dinero que imprimían los bancos centrales alrededor del mundo.

¿Qué habría ocurrido en un mundo sin bancos centrales? En un discurso en que hizo referencia al "éxodo hacia la Tierra Prometida", esa pregunta radical podría haber sido la primera de Bernanke. Pero no cuando usted mismo es el faraón financiero.

Por Gene Epstein 
BARRON'S