La suya es la primera EAFI que aplica el coaching ejecutivo, ayudando a establecer al cliente una relación saludable entre inversiones y emociones, ¿cuál es su metodología?
Nuestra metodología se basa en una estrategia de preguntas que realmente está basada en estrategias de coaching. Esas preguntas lo que tratan es de indagar cuáles son las creencias que tienen los inversores vinculadas con las inversiones y con el dinero.
A partir de ahí, lo que vemos son las creencias conscientes y las inconscientes. Hay personas que nos encontramos que tienen miedo a perder dinero y nunca han perdido dinero. Con lo cual tenemos que indagar cuál ha sido su histórico financiero, porque eso es lo que le hace la creencia consciente, es decir, tengo un histórico y siempre que invierto en eléctricas pierdo dinero. Y luego de dónde le nace el miedo cuando realmente no tiene histórico.
Partiendo de aquí tratamos de indagar en qué tipo de inversiones se va a sentir cómodo o no. Porque hay dos tipos de emociones que son las que predominan en el área de la inversión, que son la ambición y el miedo. Cuando estamos en ellas, normalmente, tomamos decisiones más guiadas por lo que sentimos, que por lo que pensamos. Entonces hay que indagar en conocer la psicología del cliente y cómo ha actuado en situaciones de miedo o de ambición pasada, porque cuándo a un inversor le preguntas hoy que cómo actuaría si tiene miedo te va a decir que con tranquilidad, pero claro, eso no es real. Alguien no puede decir qué va a hacer cuando tenga un oso delante hasta que lo tiene.
Quizá esos tests de idoneidad a veces no son fáciles de contestar al 100%, porque uno no puede saber con certeza como va a reaccionar ante una situación imprevista.
¿Y cuáles son los frutos de la misma?
Entender en dónde y en qué inversiones estás invertido. Cuando entendemos tenemos una situación de calma, si comprendemos que la renta variable es riesgo, podemos perder dinero. Cuando lo hacemos es obvio que no nos va a gustar, no es una calma agradable, pero sí de conocimiento. Me da rabia, estoy enfadado y pierdo dinero. Pero no es lo mismo perder dinero sobre un producto conocido que con uno desconocido.
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¿Qué ventajas ofrece al inversor esta aproximación a la inversión?
La primera ventaja es dormir tranquilo. La segunda es saber en todo momento cuáles son las expectativas y lo que puede esperar de su inversión a nivel de riesgo, de volatilidad y de rentabilidad.
Por ejemplo, ahora con los tipos a nivel prácticamente de cero en Europa es muy difícil obtener rentabilidad sin riesgo. Entonces el cliente muy conservador no puede pretender ganar la misma rentabilidad que ganaba hace 10 años con una cartera sin volatilidad.
El efecto dominó de Banco Popular en Liberbank y otros valores de mediana y pequeña capitalización es un ejemplo claro del impacto de las emociones en los mercados, ¿cómo puede el inversor no dejarse llevar por el miedo?
El miedo fundamentalmente viene de no saber lo que se está haciendo. A la hora de invertir es importante, y yo desde una empresa de asesoramiento independiente recomiendo al cliente que busque un asesor que les entienda.
La cuestión es que en España hay muchos inversores que compran acciones porque las siguen de forma muy autónoma. Seguir una compañía significa conocer muy bien lo que hay dentro, el balance, los proyectos a medio y largo plazo, el equipo ejecutivo… Luego hay que tener una buena estrategia de diversificación.
El miedo es muy diferente a la ambición. Cuando las rentabilidades suben lo hacen poco a poco, porque a medida que ganamos tomamos posiciones, pero cuando tenemos miedo, no tenemos un poco y vendemos un poco, o tenemos miedo o no lo tenemos, y vendemos mucho más rápido, entonces las caídas son prácticamente en vertical cuando vienen de su mano.
El caso de Banco Popular no creo que haya sido una situación de miedo. La entidad venía de muchos años con una problemática detrás y el que no salió antes es porque creía en el banco y en que se podía resolver esta problemática. Y hay muchos inversores que han sido muy fieles a la entidad. Diferente es el caso de Abengoa o de Gowex, donde también hemos grandísimas pérdidas.
Nosotros recomendamos siempre invertir en empresas que realmente uno conozca bien.
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Siguiendo este intento de mantener el equilibrio inversión-emoción, ¿por qué tipo de empresas/valores apuesta?
Compañías que tengan un servicio o producto que sepamos que en el futuro va a seguir ahí. Por ejemplo, recomendamos mucho el sector del agua.
Tenemos un vehículo de inversión, que invierte en tendencias de futuro, se llama Kokoro Capital en formato de Sicav, y que apuesta por el sector del agua, desde desalinizadoras hasta embotelladoras. Invertimos en el sector del lujo, como Louis Vuitton o Christian Dior. También en todo lo que tiene que ver con el aumento de la esperanza de vida, tenemos una gran posición en Amplifon, dedicada audífonos, igual que tenemos Bayer o Novartis. O en tecnología y robótica, bien vía acciones, como Kuka, o a través de fondos temáticos.
Es importante invertir en lo que entendemos. Nestlé es otro caso, un clásico, muy defensivo. Igual queCoca-Cola.Hay valores internacionales que aportan mucha estabilidad a las carteras, pero el cliente español, el inversor que invierte solo, lo hace normalmente en España.
¿Qué valores españoles cumplen con los requisitos de vuestra estrategia?
Nosotros hemos estado muy invertidos en Inditex, quizá es la empresa que yo siempre he visto con valor futuro.
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¿Y en Europa o Estados Unidos?
Estamos invertidos en una empresa que se llama Savencia, dedicada a los quesos. En Portugal, tenemos Amorim, dedicada a corchos, porque creemos también en la industria del vino. En Reino Unido, tenemos Reckitt Benckiser, dueña de Durex, Calgo y Vanish. Siempre marcas grandes. En Alemania, tenemos Beiersdorf, que es la dueña de Nivea. Y en Estados Unidos, tenemos Disney, Cisco (de seguridad cibernética), Visa… No tenemos bancos, bancos es lo único que no tenemos.