Fue uno de los siete redactores de la Constitución Española (junto a Miguel Herrero de Miñón, Gabriel Cisneros, Manuel Fraga, Jordi Solé Tura, José Pedro Pérez Llorca y Gregorio Peces-Barba), diputado de larga trayectoria, secretario de Convergencia Democràtica de Catalunya, y, posteriormente, fundador de su propio bufete, Roca Junyent. Ha sido consejero o secretario del consejo de Banco Sabadell, Agbar, ACS o Endesa.
Roca Junyent es una figura con un marcado corte liberal y, de hecho, para los anales de la historia queda el frustrado intento del Partido Reformista, un proyecto político seguramente demasiado avanzado para el país (se presentó en las Generales de 1986), con la intención de superar el bipartidismo. Un partido que contaba como líder a Antonio Garrigues y como secretario general a Florentino Pérez.
De esta manera, afirma que “deberíamos repensar la presión fiscal. Tiene un límite”, afirma rotundo, ante los elevados impuestos que soporta la economía española. “Está por ver si el incremento de la presión fiscal genera más progreso”. Roca opina que se plantean nuevos impuestos “sin referencias previas”, es decir, es muy difícil calibrar su eficacia y menos en base a casos anteriores. “Estamos administrando límites. El acierto es conducir lo que se genera hacia la disminución de la desigualdad y también a estimular las inversiones que generan capacidad de afrontar los retos del futuro”.
El expolítico afirma, además que “hay que hacer un monumento a la pequeña y mediana empresa y los autónomos. Son los que dan cohesión al país”. En la misma línea, señala que “el Impuesto sobre patrimonio es un castigo al ahorrador. Es como decirle: usted ahorre, que yo le castigaré”.
Miquel Roca defiende que se pueda debatir, sobre todo, incluida la fiscalidad, pero sin dividir el país ni crear frentismo innecesario. Sobre impuestos, apunta que hay que contemplarlos viendo “qué genera más desarrollo y menos desigualdad”.
Sobre la evolución de la España democrática, asegura que “es espectacular, digna de tesis doctoral. Los que la valoramos menos somos nosotros, pero en el extranjero tiene una valoración extrema”. Y subraya que tan importante como la Constitución fueron los Pactos de la Moncloa, que pusieron fin al intervencionismo y la autarquía en la economía. Fue el inicio de la apertura de la sociedad y los mercados. Se construyó lo que el padre de la Constitución denomina “una democracia económica sólida”.
Fue un cambio inaudito, que “debería enorgullecernos más. Fue muy importante. Debería animarnos más. Duelen las críticas. ¿Por qué nos tenemos que hurtar la satisfacción de ver que fuimos capaces de hacer todo aquello? Eso debería ser estímulo para hacer esas cosas tan importantes en el futuro”, asegura.
Asimismo, afirma que las políticas de crecimiento están demasiado fuera del debate político.
En la entrevista completa, se pueden ver sus opiniones sobre el futuro de la sociedad española o de la Unión Europea.