Entrevista realizada por Silvia Morcillo y Manuel López Torrents
“Unos años apasionantes”, así es como describe Piqué los años en los que España estaba entrando en la Comunidad Económica Europea, aunque “llenos de retos”. El objetivo estaba claro: querían poner a España en la tercera fase de la Unión económica y monetaria (en el euro) desde un primer momento en igualdad de condiciones que los demás y “para eso teníamos que hacer un esfuerzo de modernización y de flexibilización de la economía que nos permitiera cumplir con los criterios de Maastricht (reducir déficit público, reducir la pública, baja la inflación y los tipos de interés) y no era fácil. Cuando llegamos al gobierno había muy poca gente que creía que lo pudiéramos conseguir”. Algo que para el gobierno era importante alcanzar no sólo por su importancia a nivel económico, también político “porque queríamos jugar un papel proactivo y protagonista en una Unión Europea que hasta entonces contemplamos como una fuente de recursos y con una actitud más pasiva”.
Entrada en el euro, entre las privatizaciones y OPVs
Para lograr los objetivos hacían falta dos cosas: dinamizar e internacionalizar nuestra economía mucho más - para eso la estrategia de privatizaciones fue muy importante - y por otro, liberalizar mercados. “Desde el ministerio de industria tuvimos esos dos objetivos: Privatización del sector público industrial, que el gobierno previo había desdoblado en dos subholings, la SEPI, que era una mera sociedad tenedora de acciones desde donde colgaban las empresas rentables del sector público y otro holding, que se llamaba agencia industrial del estado, formado por aquellos sectores que casi se consideraban “perdidos” y que iban desde la industria de defensa, astilleros, carbón o siderurgia. “Lo primero que hicimos fue negar es distinción porque no queríamos asumir que había sectores de la economía que tenían que estar permanentemente subvencionados para poder sobrevivir e integramos todo en la propia SEPI cuyo encargo era privatizar y reestructurar aquellas empresas, que en algunos casos (como el energético) estaban en en sectores muy regulados. En estos “sabíamos bien que para que la regulación tuviera éxito teníamos que ir en paralelo con la liberalización del sector”. “Porque los liberales tenemos unas cuantas convicciones profundas: creemos mucho en la competencia y no nos gustan los monopolios”.
El resultado fue muy positivo porque hablamos de empresas que, en su práctica totalidad, han sido punteras o han sido punta de lanza de un intenso proceso de internacionalización de la economía. “El gobierno anterior había iniciado privatizaciones, normalmente parciales, como fue el caso de Repsol, y nosotros decidimos privatizarlas del todo y que esa responsabilidad correspondiera no sólo al gestor de la empresa (que se tenía que dedicar a gestionar y sacar todas las posibilidades al potencial que tenía la internacionalización) sino al accionista. Eso salió muy bien y con la máxima transparencia. Apelamos al mercado. No queríamos núcleos duros y optamos por OPVs a disposición del mercado, en condiciones de igualdad y que dijera éste qué precio daba a las empresas y cómo valoraba sus expectativas de crecimiento porque era la mejor manera de fijar condiciones y precios que no pudieran ser objeto de discusión”.
“En lo único en lo que no creía era en la minería de carbón. Iniciamos un plan para ir reduciendo la capacidad conscientes de que teníamos que abordar el problema social derivado del progresivo cierre de las exportaciones mineras, tanto en Asturias como en León, fundamentalmente”. Para eso crearon otros instrumentos, fondos mineros, que fueron objeto de mucha controversia política pero que se hicieron de común acuerdo con sindicatos y que se hicieron para dar alternativas al desempleo general de la minería. “Ese proceso ha durado muchos más años de lo que hubiera querido pero al final se ha hecho”.
“No es posible una política exterior común si no ponemos de acuerdo nuestras políticas energéticas y tampoco un apoyo exterior común si no tenemos una política migratoria y de asilo común”.
¿Qué queda de aquella ilusión por entrar en la Unión Europea tras cumplirse dos años de que Reino Unido saliera de la Unión, con la mayoría de países atenazados por una deuda pública que rebasa el 100% del PIB? “Podemos ser muy críticos con la situación actual pero tampoco pasarnos de frenada. España tiene mucho dinamismo, clase empresarial enormemente competente, muy comprometida y contamos con capital humano - con problemas que derivan de un pésimo sistema educativo - pero España y los españoles damos mucho de sí”. Piqué cree que es necesario fomentar políticas de natalidad y esto obliga a una reflexión profunda respecto a la política migratoria, que tiene que ser europea”.
Un tema que cada vez más tiene que formar parte, de forma indisoluble, de una auténtica política exterior. Además de la autonomía estratégica y el debate sobre defensa y seguridad, que implica muchas cosas sobre todo en un país como el nuestro que no tiene cultura en defensa, “no es posible una política exterior común si no ponemos de acuerdo nuestras políticas energéticas y tampoco un apoyo exterior común si tenemos una política migratoria y de asilo común”. Al ex ministro le gustaría que en este entorno “España recuperara la capacidad propositiva y el carácter proactivo de su participación en las instituciones europeas y no seamos meros receptores de lo que se nos diga sino que contribuyamos a las políticas comunes en función de nuestro peso”.
“Una política de gasto público sostenible solo es posible si hay una política monetaria expansiva que se haga cargo de las emisiones de deuda necesarias para incrementar el gasto, y por tanto, el déficit de la deuda”
En las dos últimas décadas, España ha vivido dos de las crisis más importantes - la crisis financiera que se inició en nuestro país en 2007 con la ruptura de la burbuja inmobiliaria cuya chispa fue el escándalo de las subprime; y la crisis del euro, que derivó en un rescate parcial de parte de nuestro sistema financiero. “No se rescató la banca, se rescataron las cajas de ahorro. Y no a todas, sino a las que estaban sometidas al control político”. Después vino la pandemia que puso a todos los gobiernos del mundo para atajar el shock de oferta que supuso la pandemia. Y eso, “solo es posible con políticas fiscales muy activas. Una política de gasto público sostenible solo es posible si hay una política monetaria expansiva que se haga cargo de las emisiones de deuda necesarias para incrementar el gasto, y por tanto, el déficit de la deuda”. España está bajo el paraguas de las instituciones europeas y del BCE porque es tan importante lo que ha hecho el Banco Central por nosotros que los propios fondos Next Generation y los 140.000 millones que nos tocan. Si no hubiera sido por el BCE, España probablemente sería un país en default.
El ex ministro cree que es necesario un plan de sostenibilidad de las finanzas públicas a medio y largo plazo que sea creíble. “Porque en cuanto los Bancos Centrales retiren su política de estímulos y no solo suban tipos sino que dejen de comprar masivamente y sin límite deuda, tendrás que volver a apelar a los mercados financieros y para que esto no tenga un coste inasumible tienes que transmitir la obligación de que vas a hacer frente a tus obligaciones”.
Hasta ahora, reconoce, sólo se han hecho políticas desde el lado de la demanda (política de gasto y política monetaria) hay que hacer políticas desde el lado de la oferta, y eso siempre es más complicado. Una política de crecimiento, en definitiva. Algo que está fuera del debate. “Es imprescindible pensar en el crecimiento y esté se tiene que basar en la competitividad que, a su vez, se basa en la productividad de tus factores productivos y uno de los elementos más preocupantes es que estamos perdiendo productividad y competitividad y es el peor camino para no poder situarse adecuadamente en el nuevo escenario”. A día de hoy, el mercado del trabajo se está comportando mejor que el PIB, lo que inevitablemente muestra una pérdida de productividad.
Por su experiencia en política exterior e internacionalización, y como reputado experto en asuntos internacionales, sobre todo relacionados con la geopolítica y la geoeconomía. ¿Cómo valora la situación entre Rusia y Ucrania? ¿Qué papel jugará China en este nuevo paradigma mundial? ¿Es la apuesta de España por las renovables un lastre para el crecimiento económico? Vea la entrevista completa