La reducción de previsiones por parte de una aerolínea tan relevante como Delta puede interpretarse como un reflejo de factores adversos en el mercado, que van desde la incertidumbre económica hasta cambios en la demanda de los consumidores. Sin embargo, aunque el panorama actual es desafiante, la resiliencia y la capacidad de adaptación serán factores determinantes. Un claro ejemplo de ello lo encontramos en IAG, que supo afrontar con éxito la crisis del COVID-19, un periodo sumamente complejo, y salir fortalecida.

Además, IAG ha presentado unos resultados sólidos para 2024, con un crecimiento significativo en ingresos del 9% y un incremento del 27% en el beneficio operativo anual, lo que demuestra una evolución positiva. La compañía ha trabajado intensamente en la reducción de costes y ha registrado un fuerte crecimiento en sus rutas transatlánticas, lo que la ha diferenciado de otros operadores, especialmente europeos. Su solidez financiera sigue siendo evidente, y ha sabido aprovechar la fortaleza de la demanda en un contexto de restricciones en la oferta, lo que favorece sus márgenes y rentabilidad en un entorno de precios sostenidos.

Parte del buen comportamiento de IAG en bolsa –con una tendencia alcista sostenida desde el verano pasado hasta hace unos días, cuando la noticia de Delta Airlines provocó un recorte– también se debe a sus medidas para generar valor para el accionista. Entre ellas, destaca su programa de recompra de acciones por 1.000 millones de euros y su política de dividendos, muy bien recibida por el mercado.

Desde un punto de vista técnico, IAG sigue mostrando fortaleza en el Ibex 35. Actualmente, está rebotando en torno a la media de 100 sesiones y podría cerrar el hueco dejado en la reciente corrección. Además, no ha llegado a tocar la media de 200 sesiones, lo que refuerza su estructura técnica. Podría ser un buen momento para volver a tomar posiciones en IAG, ya que los analistas le otorgan un precio objetivo de 4,66 euros por acción, lo que implica un potencial de revalorización del 35% respecto a su cotización actual.

En cuanto a Amadeus, también ha experimentado una recuperación notable, aunque menos pronunciada que la de IAG. En 2024, reportó ingresos de 6.140 millones de euros, un incremento del 13% respecto a 2023, reflejando la solidez del sector tras la pandemia. Para 2025, sus previsiones apuntan a un crecimiento de entre el 9% y el 13%, situando sus ingresos en un rango de 6.700-6.900 millones de euros. Si mantiene este ritmo, en 2026 podría acercarse a los 7.500 millones de euros, aunque esto es una proyección basada en tendencias y no en cifras confirmadas.

Amadeus cuenta con varios factores a su favor: un crecimiento sostenido, una amplia diversificación geográfica (solo el 2,6% de sus ventas en 2024 provienen de España) y una sólida posición en el mercado global. Su diversificación reduce el riesgo de depender de un único mercado, y su apuesta por la innovación y expansión refuerza su liderazgo en la industria; además, ha anunciado un programa de recompra de acciones y un dividendo de 1,39 euros por acción, lo que refuerza su atractivo para los inversores.

No obstante, enfrenta ciertos riesgos: su dependencia del sector aéreo la hace vulnerable ante nuevas crisis; la competencia está en aumento; y algunas aerolíneas están desarrollando sus propios sistemas de distribución, lo que podría reducir la dependencia de Amadeus. Además, los cambios regulatorios y normativas de privacidad podrían afectar su negocio.

En términos de valoración, Amadeus cotiza con un descuento del 13% respecto al precio objetivo de consenso de 79,46 euros. Desde un punto de vista técnico, mientras respete la media móvil de 200 sesiones y mantenga su rebote actual, podría ser un valor interesante a seguir de cerca.