En el caso de los mercados de renta fija, me inclino a pensar que "no muy bien". Teniendo en cuenta las actuales perspectivas económicas, resulta complicado imaginar un escenario en el que los intereses de los bonos no suban. Sobre todo, en la zona euro y Japón, donde la flexibilización cuantitativa todavía está en marcha, manteniendo los intereses de la deuda en niveles artificialmente bajos. Esta semana, la diferencia entre los intereses de la deuda pública a dos años en EE.UU. y Alemania subió hasta el 2,80% nada menos. Hay que remontarse al siglo pasado para encontrar diferenciales tan amplios. Si dejamos a un lado el efecto de las medidas de estímulo del BCE, se calcula que los bonos alemanes a 10 años se situarían en torno al 1,50%, más del doble de su nivel actual. Aunque los tipos se hayan normalizado en cierta medida en EE.UU., los intereses de la deuda siguen siendo bajos también allí. Probablemente haría falta un importante declive de las condiciones económicas para que los bonos ofrecieran una rentabilidad decente.
¿Y qué pasará entonces en renta variable? Intuyo que los mercados bursátiles tendrán que acostumbrarse también a la ausencia de intervención de los bancos centrales. Sin embargo, en el caso de las acciones, la buena situación económica tiende a incidir positivamente sobre los resultados de las empresas, por lo que este efecto se vería contrarrestado. El trimestre pasado, el crecimiento de las ventas de las empresas del S&P 500 ha sido el más elevado desde 2011, y los beneficios han subido más de un 20% en términos anuales. Las empresas de otras regiones también están experimentando una buena evolución, e incluso mejor. El ascenso estelar de los beneficios empresariales resulta favorable también para las valoraciones, que se han incrementado significativamente en los últimos años, sobre todo en EE.UU. Por último, los mercados de valores también tienden a subir cuando la inflación despega desde niveles bajos.
No obstante, los mercados de renta variable no están exentos de riesgos. Hace más de una década que no se produce un ciclo globalmente sincronizado de endurecimiento monetario. Según están ahora las cosas, es probable que asistamos al inicio de un ciclo de este tipo en 2019. Ante la abundancia de liquidez y su indudable impacto sobre los mercados de valores, éstos también pueden verse ante un reto formidable, el de tener que lidiar con la retirada del estímulo brindado por los bancos centrales. Por todo ello, cabe esperar que tenga lugar un proceso de "ajuste".
Jeroen Blokland, Portfolio Manager, Robeco Global Allocation team