Resulta importante que los inversores tengan conciencia, por una parte, de la tendencia que tienen a crecer los desequilibrios internos y, por otra, de la reducción a la que tienden las diferencias de ingresos entre países. En este escenario, los sectores más interesantes son los que se dedican a la educación y a ampliar el estado del bienestar –que palían las desigualdades- y los minoristas de productos de descuento, el sector inmobiliario de alto nivel y los productos de lujo –que se benefician de la actual situación-.
Las empresas deberían estar pues pendientes de los riesgos que entrañan los desequilibrios. Las reformas políticas acabarán llegando para reducir la brecha en los ingresos y aliviar la presión social. Lo más probable es que se adopten medidas fiscales que pueden deteriorar el poder adquisitivo, expulsen a los trabajadores más cualificados y agraven la escasez de financiación. En ciertos casos, la disparidad en los ingresos es una condición previa al crecimiento económico; en otros casos, es una consecuencia del cambio en la demanda y la oferta, que sigue a los cambios tecnológicos.
En cualquier caso, representa un obstáculo al crecimiento sostenible. Una sociedad con desajustes es mala para la empresa y empuja a la emigración a los trabajadores con más potencial.
El Coeficiente GINI es una ratio que se mueve entre el 0 y el 1, y sirve para medir la distribución de los ingresos entre los habitantes de un país. Un coeficiente de 1 expresa un desequilibro extremo, mientras que 0 es el perfecto equilibro. Actualmente, Sudáfrica tiene una puntuación alta, mientras los países nórdicos tienen un coeficiente bajo.
Cuando el GINI se pone en relación con el PIB, Estados Unidos logra un buen resultado mientras que Rusia se encuentra en el centro de la tabla. Es interesante comprobar que ciertos países con vastos recursos, como Noruega y Emiratos Árabes, tienen pocos desequilibrios, mientras que otros con cantidades similares de materias primas en África e incluso Rusia, reparten su riqueza entre unos pocos.
Los fondos soberanos son un buen indicador de referencia, desde el momento en que su tamaño crece cuando los desequilibrios se reducen. Es también significativo que un país como Suiza, con un Coeficiente GINI relativamente bajo, ha realizado varios referéndums para establecer un ingreso mínimo por hogar y límites en los sueldos de los directivos.
La meta de alcanzar una sociedad con desequilibrios cada vez menores puede lograrse a través de inversiones en educación, aunque este factor no implica el éxito por sí mismo. Es un punto de partida que puede dar fruto con el paso de una generación, mientas que las reformas del mercado laboral actúan más rápido. Sin embargo, si el acceso a una mejor educación está limitado a una pequeña parte de la población fracasaremos en nuestro intento. Con todo, la educación online podría reducir la brecha.