Los inversores internacionales retiraron más de 50.000 millones de euros de la renta variable europea en 2018 como reacción al debilitamiento de los datos económicos en todo el continente, la incertidumbre sobre el Brexit y las preocupaciones en torno a los bancos italianos. Hoy en día, el posicionamiento de los inversores en Europa está tan infraponderado como lo ha estado desde la crisis de la Eurozona.
Es comprensible que los inversores desconfíen de una posible contracción económica, y en momentos como éste, las complejidades políticas y culturales inherentes a Europa pueden actuar para disuadir a los que se muestran cautelosos. En un período en el que la economía estadounidense sigue estando relativamente fuerte y en el que el entusiasmo por los mercados emergentes está cobrando fuerza, muchos optan por poner a la renta variable europea la etiqueta de "demasiado difícil".
Pero hay tres razones principales por las que los inversores que deciden infraponderar la renta variable europea sobre la base de previsiones macroeconómicas y de preocupaciones políticas corren el riesgo de quedar excluidos del mercado.
En primer lugar, la correlación entre la rentabilidad de los mercados europeos de renta variable y el crecimiento del PIB de la UE es menor de lo que cabría esperar. Cuando se observa el nivel específico de un sector o una empresa, hay muchas firmas que tienen una exposición muy limitada a la producción económica del país.
Nuestro análisis sugiere que menos del 25% de la rentabilidad en los mercados de renta variable de la zona euro pueden explicarse por el PIB, además, en conjunto menos del 50% de los ingresos de las empresas que cotizan en bolsa proceden de la Unión Europea.
Si se observan los sectores y las empresas de forma individual, la correlación puede ser mucho menor. Las perspectivas de los sectores en los que Europa tiene muchos líderes mundiales, como la sanidad, la tecnología y los productos de primera necesidad, tienen una relación muy limitada con la demanda agregada doméstica.
En cambio, tienen vínculos mucho más estrechos con tendencias estructurales como la digitalización, el envejecimiento de la población mundial o el ascenso de la clase media emergente. Para una empresa como la danesa Novo-Nordisk, líder mundial en el tratamiento de la diabetes, su rentabilidad financiera no se basa en datos económicos a corto plazo, sino en abordar una crisis sanitaria causada por las tendencias de estilo de vida a largo plazo.
En segundo lugar, la aparente complejidad de Europa como mercado es en realidad su gran ventaja para los selectores de valores con capacidades y experiencia que tengan la capacidad de identificar oportunidades que se encuentran infravaloradas y que han sido pasadas por alto.
En estos momentos de incertidumbre económica, los inversores a menudo se asustan aún más de la complejidad de Europa como mercado. Con casi 20 países en el punto de referencia, muchos con su propio idioma; cada uno con su propia cultura, leyes y procesos políticos laberínticos, el continente tiene el potencial de confundir aún más a los inversores. Sin embargo, Europa sigue siendo uno de los mercados de renta variable más profundos y líquidos del mundo y su PIB es el segundo, sólo superado por China en cuanto a volumen.
Para aquellos que tienen experiencia y recursos suficientes y están dispuestos a revisar las generalizaciones macro y buscar ideas fuera del consenso, Europa presenta un sinfín de oportunidades. La complejidad que disuade a los demás ofrece la posibilidad de fijar precios interesantes y de obtener atractivos rendimientos.
Italia sería un claro ejemplo de ello; allí hemos encontrado una serie de inversiones fantásticas en los últimos años, como la compañía de audífonos Amplifon. A pesar de todos los desafíos económicos y políticos dentro del país, su negocio ha experimentado un fuerte crecimiento gracias a una base de ingresos diversificada a nivel internacional, unas tendencias demográficas y tecnológicas favorables; y la consolidación de una industria global muy fragmentada. Las perspectivas de Amplifon tienen muy poco que ver con el PIB italiano.
En tercer lugar, la gestión activa de carteras da la libertad de tener sólo aquellas empresas que ofrecen una rentabilidad convincente. Sólo necesita poseer un pequeño subconjunto del mercado, no todo el índice, un subconjunto que puede ofrecer rendimientos muy diferentes a los del índice de referencia.
La voluntad de gestionar carteras concentradas y verdaderamente activas es fundamental para ayudar a centrar la selección de valores de forma bottom-up y permitir que la rentabilidad potencial se desvíe aún más del PIB europeo y de los mercados de renta variable del continente en general. Una cartera concentrada no necesita invertir en los cientos de empresas que cotizan en el mercado, sino en un subconjunto mucho más pequeño.
Centrarse sólo en las empresas que ofrecen las oportunidades de retorno más atractivas permite realizar una gestión verdaderamente activa. En el entorno actual, será importante prestar especial atención a las empresas con modelos de negocio sólidos, balances sólidos y riesgos medioambientales, sociales y de gobernanza bien gestionados.
Los datos sugieren que los inversores ponen demasiado énfasis en la macroeconomía y las turbulencias políticas y no lo suficiente en el comportamiento específico de las empresas. Esto es algo que debería cambiar.
Ben Ritchie Gestor del fondo Aberdeen Standard European Equitiy Fund